Un organizador charla con Roglic durante la neutralización. AFP
108º Giro de Italia

Nápoles, sinónimo de caos hasta para las bicicletas

La organización neutraliza la carrera tras una caída, invalida los tiempos de meta y Groves gana un sprint en el que Moschetti cierra con peligro a Kooij

Luca Corsi

Viernes, 16 de mayo 2025, 02:00

Urbe bulliciosa, marinera, racial. También temperamental y vociferante. Quienes han visitado Nápoles hablan de sus bondades al mismo tiempo que destacan el caos de tráfico ... que afecta a la vida diaria y a la movilidad de los ciudadanos.

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El Giro de Italia llegaba al pie del Vesubio y la carrera entra en erupción al paso por un pueblo en el que llueve. Asfalto resbaladizo. Al final de una recta, la rueda trasera de Jai Hindley patina y el australiano se va al suelo. Golpetazo. Con dificultades para frenar a tiempo, le atropellan quienes llegan por detrás.

Cuarenta corredores en el suelo. A la derecha, a la izquierda, en el centro. El caos a 70 kilómetros de Nápoles, sin necesidad de llegar a sus calles. El jurado técncio neutraliza la carrera por la falta de suficientes ambulancias para atender a los accidentatos. Marco Velo, integrante de la organización, habla con Primoz Roglic. La comunicación con Marco Vegni, mandamás del Giro, y Stefano Allochio, director de carrera. Mandan parar tanto a los dos escapados, Paleni y Van der Hoorn, como a la cabeza del pelotón.

Las conversaciones continúan mientras los caídos se reintegran al grupo principal. Carapaz, Adam Yates, Daniel Felipe Martínez, Derk Gee, Magnier, Vine... Todos menos tres. Hindley, ganador de la Corsa Rosa en 2022, se monta en una ambulancia para ir al hospital. Roglic pierde a un compañero importante para la alta montaña. También se retiran Dion Smith (Intermarché) y Hollmann (Alpecin).

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Tras 25 minutos de neutralización, el Giro reemprende la marcha a 59 kiómetros de meta con una decisión firme: el tiempo del primer clasificado vale para la general a todos los participantes y no se dan bonificaciones. Habla Vegni: «Hemos tomado esta decisión por el riesgo a que las caídas afectaran a varios favoritos y al desenlace del Giro».

Bajo esa premisa, los hombres importantes de la general, incluido Mads Pedersen con la maglia rosa, se descuelgan de una cabeza de pelotón en la que siguen los sprinters con sus compañeros y lanzadores. La lluvia remite a medida que el pelotón se acerca a Nápoles, en cuyas calles atrapa a Paleni y Van der Hoorn.

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El caos, sin embargo, guarda algún capítulo más. A falta de tres kilómetros de la llegada, un espectador salta de la acera al centro de la calle provisto de una bandera o de una pequeña pancarta. Los corredores le esquivan.

Ya en la recta de meta, un corredor del Alpecin, compañero de Groves, toma unos metros de ventaja. Poco más adelante le rebasa a Van Aert, cuya rueda no sigue Kooij. Desorden.

Arrancan por fin los velocistas. Moschetti por la izquierda, pegado a las vallas. Kooij, prácticamente sin espacio, trata de rebasarle, pero no le queda más remedio que frenar para no saltar por los aires. Los jueces relegan al último puesto al italiano. Groves salta por el centro para obtener una victoria que no valora como descafeinada a pesar de que los favoritos cruzan la meta diez minutos después con una tranquilidad impropia de una ciudad como Nápoles, la víspera de la primera jornada con final en alto, este viernes en Taglia Cozzo.

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