Alex Aranburu, la llamada de las clásicas

«Fue una carrera muy nerviosa –repasa el ezkiotarra–. Las clásicas son así, todo el mundo está nervioso y la colocación es muy importante. Creo que hicimos una buena carrera e intentamos el sprint al final. Quisimos mantenernos delante durante todos los kilómetros por los sectores de adoquines y las subidas. Al final de la carrera, Gorka Izagirre y yo estábamos delante y me ayudó mucho en la colocación«.

En la llegada, Aranburu firmó un buen puesto, si bien reconoce que «en el sprint estaba un poco encerrado, pero lo di todo, no me guardé nada. Hace dos semanas comencé en Provenza con un tercer lugar en la segunda etapa y esta vez fui sexto. Estoy contento con estas actuaciones, sabiendo que son las primeras carreras del año. Continuaré de esta manera e intentaré mejorar en cada carrera».

El domingo en Kuurne no pudo entrar en el grupo cabecero y acabó en el puesto 50. El aficionado tiene la ilusión de contar con un gran clasicómano de casa. Aranburu, con su físico espectacular y su peligrosísima punta de velocidad, posee las condiciones perfectas. En su equipo, el Astana, uno de los más agresivos y competitivos del mundo, no han pasado desapercibidas y en su segundo año le han confiado un calendario de campanillas. Este sábado disputa Strade Bianche y después encadenará Tirreno-Adriático y Milán-San Remo antes de desembarcar en la Itzulia, para continuar con Amstel Gold Race y el debut en el Tour de Francia.

«Estoy muy a gusto en el Astana. El año pasado ya me dieron un calendario muy bueno y esta temporada, aún mejor«, agradece el ezkiotarra. La temporada pasada no puedo levantar los brazos. Fue segundo en el Tríptico Lombardo, escoltando a Gorka Izagirre, que ha sido su mejor apoyo en este fin de semana belga. Aranburu busca su primer triunfo con el Astana.