Fernando Carro: «Creo que es esencial que los deportistas busquemos formas para evadirnos»

– ¿Con ganas de correr en Donostia?

– Siempre. Le tengo mucho cariño a esta ciudad y a esta carrera. Corrí su primera edición, volví el año pasado y este fin de semana tampoco me la pierdo. Es una buena forma de empezar a meter volumen en competición.

– A priori es favorito junto al guipuzcoano Iraitz Arrospide.

– Me gustaría poder correr de menos a más, ir aumentando el ritmo progresivamente y rematar bien en los últimos cinco kilómetros. Creo que Iraitz va a ser un buen rival y seguro que le hace mucha ilusión ganar en casa, pero espero que a la tercera sea la vencida y poder llevarme el triunfo.

– Conoce bien a Iraitz. Compartió habitación con él Berlín 2018.

– Un Europeo que me trae grandísimos recuerdos... Allí logré la plata continental. Tengo muy buen recuerdo de Iraitz. Allí me contó que era ingeniero, que empezó tarde a correr y que poco a poco fue consiguiendo marcas que le llevaron a ser internacional. Tengo ganas de volver a saludarle.

– 21,097 kilómetros primero, pero en breve irá a por los 42,195, ¿no?

– Así es. Pronto debutaré. Tal vez sea en Sevilla, en febrero, aunque no está confirmado aún. Quiero decir ya que soy maratoniano. Y más adelante ya buscaremos objetivos ambiciosos en forma de buenas marcas.

– ¿Es un adiós definitivo a los obstáculos?

– En principio sí. Nunca se sabe, pero esa es la idea. Es verdad que siempre he entrenado muy por arriba, con altos volúmenes e incluso semanas de 200 kilómetros.

– ¿Le dolió no despedirse de los obstáculos en los Juegos?

– Soy un romántico. Y me habría encantado que ese hubiera sido el final. Pero así es la vida. Han sido años duros con lesiones. He sufrido. Y tampoco he tenido suerte. París no pudo ser. Tengo un tatuaje inacabado con los aros olímpicos que me hubiera gustado completar. Ojalá pueda terminarlo en Los Ángeles corriendo el maratón.

– Los tatuajes son una de sus pasiones, ¿verdad?

– Todos tienen un motivo. Soy una persona que protege mucho lo familiar. Uno de los que tengo es por mi hermano Álvaro, que falleció cuando yo era un crío. Recuerdo que el primero que me hice fue con 17 años. Acabé con el brazo como una morcilla...

– Le gustan los coches, las motos, el arte...

– El deporte te puede volver loco. Creo que es esencial que los deportistas busquemos formas para evadirnos. A mí me gusta ir a casa de mis padres a pasear a los perretes, 'chapuceo' con coches y motos, organizo ciclos de cine en los que nos pasamos horas y horas viendo pelis. La música también me apasiona. Ahora me ha dado por coleccionar vinilos. Tengo más de cien. Y también camisetas de fútbol antiguas.

– ¿Es mecánico?

– No, no. Me gusta mancharme las manos. Arreglo coches y motos antiguas con mis amigos del barrio, que muchos sí son mecánicos. Yo 'cacharreo'. A mi padre le regalé un Golf Cabrio chulísimo. También compré una K75, una moto que tenía matrícula de San Sebastián. La dejamos en el chasis y la montamos entera. Me ayudó en el proceso para ir a Río 2016.