Volcados con Eneko Agirrezabal, el profesor txapeldun

«Vaya día de llamadas he tenido», confesaba ayer por la tarde el fondista del Txindoki. El bonito detalle que tuvieron con él le pilló «por sorpresa», aunque la verdad es que no todos los días te da clase un ganador de la Behobia y este currante del atletismo se merecía el detalle. «Hasta aurresku ha habido», detallaba Agirrezabal. «Ha sido muy bonito. Una gran sorpresa».

No fue cuando llegó al instituto a eso de las 9.40 horas, no. Fue en el momento del patio de los alumnos. «Me toca ser cuidador y empecé a sospechar algo cuando salí y vi que no había nadie por ahí...». Estaban todos esperándole. «Me regalaron una foto de la llegada firmada por todos».

Poco tiempo tuvieron para organizarlo y se movieron rápido, casi tanto como él durante el último kilómetro de la carrera en el que pegó un hachazo para el recuerdo. «La verdad es que solamente he visto los últimos metros de la carrera; aún no entera. Lo haré con calma».

Su contraataque al primer esfuerzo del aragonés Jesús Olmos más o menos a la altura del Kursaal no pudo ser respondido por ninguno de los otros tres que aguantaban en cabeza al llegar al tramo final de la prueba: el ya mencionado Olmos, Jaume Leiva y Alejandro González.

Fue realmente emocionante ver a un hombre guipuzcoano, de los que siempre ha estado ligado al atletismo –es un fondista total: pista, cross y ruta-, volver a triunfar en la popular de las populares. Con permiso de Chakib Lachgar, marroquí residente ahora en Irun, no ocurría desde 1994, cuando fue Diego García quien se impuso en la Behobia.

Eneko tiene ahora 35 años y prepara maratones. Su próximo reto será en Valencia en menos de tres semanas. «Espero estar en 2h12», asegura. Si lo consigue, mejoraría el registro de 2h13:51 que ya logró el año pasado en el mismo escenario.

Ahora es su padre quien le ve a él correr, pero hubo un tiempo en el que era Eneko junto a su madre y a su hermano quien iba a animar al aita. «Solíamos ir a verle en la Behobia cuando yo era pequeño. Era la carrera que hacía. Llegó a marcar 1h19». Sin duda, un buen plan familiar.

Tal vez desde entonces se aficionó a la reina de las populares. Ahora que ya tiene la txapela en casa le da igual decirlo, pero hubo una edición de la carrera en la que hizo trampas para poder participar. «Corrí mi primera Behobia junto al aita. Para él fue la última y fue realmente especial», recuerda. El problema es que Eneko tenía tan solo 14 años... «No sé si debería decirlo, pero al inscribirme pusimos que tenía 16, que era la edad mínima para apuntarse». 1h32 hicieron. Trampas de otros tiempos. Con diez años ya corría crosses a nivel escolar.

Tras aquello, el segurarra no ha participado, ni mucho menos, todos los años. «Es una carrera que me gusta, pero había temporadas en las que tenía otros objetivos: pista, cross...». Con su victoria del domingo no logró su primer top 10. En 2016 acabó séptimo y en 2019, quinto.

En su triunfo del domingo, Agirrezabal paró el crono en el Boulevard en 1h01:41, su mejor tiempo hasta ahora en la Behobia. Y eso que no fue una carrera precisamente rápida. «Desde fuera seguro que tuvo que ser preciosa; muy emocionante. Fuimos en grupo los primeros kilómetros, a un ritmo no muy fuerte, aunque con bastantes cambios. Yo iba a rueda, con fuerzas».

Y esto fue precisamente lo que provocó que se animara a atacar cuando coronaron Gaintxurizketa y comenzó la bajada. «Pegaba el viento y me vi bien. Me fui solo y me percaté de que atrás no dejaban de mirarse. Por lo menos sirvió para hacer la selección». Cerca de un kilómetro le duró la aventura en solitario al profesor Eneko, que, a pesar de ser de ciencias, sabe perfectamente que las carreras no siempre son pura matemática.

«Cuando vi que aceleraron y poco a poco se acercaban, aflojé. Nos fuimos Jaume, Alejandro, Jesús y yo». Más adelante pagó el esfuerzo. Hizo la goma en varios puntos del recorrido, aunque sus rivales –salvo Olmos, que ya se había quedado– no consiguieron abrir hueco. «Hubo momentos en los que me conformaba con ser podio. Cuando empezó la subida al alto de Miracruz, tenía un poco de miedo a que atacaran porque se habrían distanciado».

Pero el cambio de ritmo no llegó. «Incluso se frenó la carrera». Agirrezabal resistió y comenzó a ver factible el triunfo cuando comenzó la bajada. «Cuando Jesús Olmos llegó al grupo sí que me dio un poco de rabia, aunque confiaba en mi final y en que podía hacer podio e incluso ganar».

Y esprintando, haciendo valer sus años sobre el sintético de las pistas, logró su victoria «con mayor repercusión». Atacó tras el primer intento de Olmos. Y se marchó. «Creo que abrí un buen hueco, pero poco a poco se fueron acercando».

«Atléticamente hablando, tal vez mi marca en maratón (2h13:51) tenga más mérito. Pero ganar la Behobia-San Sebastián también es brutal. Sabía que este año iba a estar entre los favoritos, pero nunca terminas de creerte que vas a ganar». La justicia en el deporte a veces también existe.

Fernando Ibarreta, productor ejecutivo de la carrera, siempre dice que a él le gusta que gane «el vecino del quinto». Pues Eneko Agirrezabal es el del segundo de Segura. Y ahí tiene un bonito tesoro en forma de txapela.