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El director Manuel Abramovich, en el centro de la imagen, rodeado de los productores y equipo técnico. royo
Zinemaldia | Sección Oficial

Porno, melancolía y soledad para personajes que buscan sobrevivir

Lalo Santos, sex-influencer mexicano que protagoniza la docuficción 'Pornomelancolía', no acude al Zinemaldia como protesta por cómo se hizo el film

Iker Marín

San Sebastián

Miércoles, 21 de septiembre 2022

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El plano general con el que comienza 'Pornomelancolía' muestra a su protagonista, Lalo Santos, apoyado en una barandilla cualquiera de Oaxaca (México). La vida transcurre alrededor suyo, los vehículos, las personas, los ruidos... todo en orden a excepción de él. Su mirada perdida acaba al cabo de unos cuantos segundos en llanto. Dos veces más a lo largo de esta docuficción los ojos del protagonista volverán a lagrimear. Y lo hacen porque este sex-influencer mexicano, que existe en la vida real, se siente muy solo, a pesar de que su móvil echa humo cada vez que postea fotos y vídeos de porno gay para sus miles de seguidores.

En esta película en la que se cuestiona la masculinidad, el tecno-capitalismo, la política y la salud mental, es significativa la escena del protagonista pasando una revisión médica para controlar la evolución del VIH que padece cuando la doctora le pregunta como está. «A veces estoy bien, pero otras... pienso en que no quiero estar aquí», responde Lalo. «¿Y ha hablado de esto con alguien?», repregunta. Silencio. No tiene con quién hablar de cómo se siente con su vida, que le lleva desde las redes sociales a participar en una película porno gay política que tiene como protagonistas a Emiliano Zapata y Pancho Villa.

Hubiera sido ayer un buen momento para preguntar a Lalo sobre esta cuestión en la rueda de prensa que ofreció el equipo de esta película que compite en la Sección Oficial. Pero fue imposible. Lalo Santos no ha venido al Zinemaldia. Y no lo ha hecho por no estar «de acuerdo con las condiciones en las que se realizó la película, además de falta de capacidad y sensibilidad por parte del director y la producción», tuiteó, cómo no, en sus redes sociales. «No soy actor profesional y no supe cómo manejar mis emociones; repetir escenas donde tenía que llorar, enojarme o estar triste me llevaron a estados emocionales límite. Se me presionó para grabar cuando yo estaba emocionalmente roto e hice escenas porno aún cuando había expresado mi negativa para hacer escenas sexuales».

Fue el directo del film, Manuel Abramovich, el encargado de dar su versión de lo sucedido. «Para mí es muy triste que él no pueda estar acá contestando las preguntas y expresando cualquier cosa que quisiera expresar sobre lo que está sintiendo. También estoy desconcertado porque esta película se basa en un proceso muy largo de colaboración entre ambos y me hubiera gustado que estuviera para presentar el film como una plataforma a través de la cual poder invitar a los espectadores a debatir sobre un montón de temas importantes para nosotros».

Abramovich plantea sus películas a partir de «invitar a personas a convertirse en personajes. Porque creo que todos vivimos interpretando personajes para vivir o, a veces, sobrevivir en este mundo. Creo que Lalo y yo tenemos en común que nos cuestionamos el personaje de hombres, algo que nos hace estar solos».

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