El dolor interior

Aitor Gabilondo sigue con fidelidad la novela de Fernando Aramburu sabiendo que en su estructura reside el éxito del entramado de puntos de vista, sentimientos encontrados, rencores, posicionamientos éticos, impulsos viscerales y fidelidades mal entendidas. Por eso la 'Patria' convertida en imágenes se toma su tiempo, deja que los silencios sean elocuentes. Por eso la serie se inicia con el asesinato del empresario Txato, y la desesperación de su mujer sobresaltada al oír el tiro, un instante que desencadena una tragedia inabarcable, y que se repite más tarde con otros puntos de vista y otras informaciones, como el bucle insoportable que fue el torrente de asesinatos en Euskadi.

La cuestión de la equidistancia será tan discutible como lo fue en la novela, pero 'Patria' se pone de inicio y sin duda en el papel de la víctima, a través de una emocionante Elena Irureta, y sin dibujar personajes de una pieza, igual que hace con la familia de la que fue su amiga. Creíble en la ambientación y en los maquillajes de un relato que se desarrolla en un constante cambio de épocas bien clarificado en todo momento, buscando un logrado gancho dramático en las relaciones de personajes, la sólida puesta en escena de 'Patria' solo se resiente del escaso uso del euskera en ciertos ámbitos, y puede procurar similar empatía en amplias audiencias que la que provocó la novela.