Un rótulo indica al inicio de la película, mientras vemos a una mujer avanzar dificultosamente entre las rocas de la costa, que vamos a ver ... la verdadera historia de Hong, interpretada por ella misma.
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Es una característica de esta película, menor en metraje y ambiciones, pero que se deja ver con interés. Hong mató a su marido, que le daba palizas. Está en prisión (lo que nos permite ver la atmósfera de una cárcel de mujeres china, tan marcial como humana). Hong conseguirá el indulto tras una década de cautiverio y se encontrará con su hijo, que tenía un año cuando aquello ocurrió. Son dos desconocidos.
Qin Xiaoyu opta por desarrollar esta historia mínima sin añadirle acentos ni dramatismos. Se centra en reflejar las dificultades cotidianas para ser madre y para ser hijo. Aunque su última secuencia en el tren tenga fuerza, es improbable que esta alicorta producción china perviva en la memoria.
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