Crítica de 'Dance First': Esperando a Beckett
Bien está que las películas biográficas ya no se sientan obligadas a recorrer toda la vida de su figura, que elijan con libertad su aproximación ... al personaje. 'Dance First' pertenece a esa tendencia de 'biopics'. Está dedicada a Samuel Beckett, el irlandés autor de 'Esperando a Godot', pero no menciona directamente tal obra teatral. Propone asomarse a su vida y su universo intelectual a través de las mujeres que le marcaron: su estricta madre, Lucía, la hija de James Joyce, su esposa Suzanne y su amante Bárbara.
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Dirección: James Marsh.
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Guion: Neil Forsyth.
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Intérpretes: Gabriel Byrne, Aidan Gillen, Sandrine Bonnaire.
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Fotografía: Antonio Paladino.
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Música: Sarah Bridge.
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Nacionalidad: Reino Unido-Hungría-Bélgica.
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Duración: 100 minutos.
James Marsh (que se acercó de otro modo a Stephen Hawking en 'La teoría del todo'), echa elegancia e inteligencia a la película de clausura. La filma en blanco y negro, la llena de diálogos irónicos y sorprende con un desdoblamiento del Beckett adulto (Gabriel Byrne al cuadrado), algo así como su yo que se siente culpable y el que no debatiendo sobre su pasado. El resultado proporciona un distanciamiento suponemos que muy beckettiano, pero el conjunto queda gélido y parece ahogarse en cierto aire somnoliento.
Acaso bostece el público ante una obra apagada y con guiños para iniciados, en la que apenas queda aferrarse a la interpretación que Aidan Gillen ('Meñique' en 'Juego de tronos') hace de James Joyce.
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