MasterChef 10 da el pistoletazo de salida con dos guipuzcoanos como concursantes

MasterChef volvió a encender los fogones para una edición muy especial: la décima temporada del concurso culinario de TVE. Un hito redondo que, como avisaron los propios jueces, se celebraría por todo lo alto. Más exigentes que nunca, buscando la excelencia y con unos concursantes de '10'. Y viendo los dieciséis participantes que competirán por hacerse con la chaquetilla de oro se ve que han alcanzado el objetivo. Pero pese a las emotivas historias de muchos de los participantes, si hubo alguien que destacó en el primer episodio del talen culinario por encima del resto, ese fue Jokin.

Este joven de 30 años de Aizarnazabal, aunque residente en Zumaia, no solo consiguió impresionar al jurado compuesto por Jordi Cruz, Pepe Rodríguez y Samantha Vallejo-Nágera con su plato y hacerse así con un hueco en el programa, sino que también cautivó a todos los espectadores. Jokin aterrizaba en las cocinas de MasterChef con una idea simple: «Yo he venido a ganar, no a pasar el tiempo». Ya en la presentación, con su acento marcado y carácter atrevido, llamó la atención de los jueces. «Yo estudié empresariales y empecé trabajando en la empresa de mi padre, pero con la crisis de 2008 la cosa se torció», reconocía. «De hecho, mi padre me ha dicho que si gano se pondrá contento». Sin embargo, al ser preguntado por sus aficiones, Jokin fue claro. «Salir de fiesta». Fue ahí cuando la relación entre concursante, jurado y espectadores empezó florecer.

Con un plato de cocochas Jokin pudo con la exigencia del jurado de MasterChef 10 para esta prueba de acceso. La escasez de elaboraciones no convencieron a Samantha para recibir el 'sí', aunque el aprobado de Jordi y Pepe le convirtieron en uno de los dieciséis participantes de la décima edición del talent culinario. «A un plato de cocochas como este, poca cosa más se le puede hacer», le regañaba a Samantha. Mientras que a Jordi le reconocía que «quiero ser un gran cocinero como tú». Unas palabras que, junto a la entrega del delantal que le convertía en participante de la nueva edición, hizo que guipuzcoano y catalán se fundieran en un abrazo que también se hizo viral. Ya fuera por la emoción, por el carácter o por la fuerza de Jokin, los golpes sobre la espalda de Jordi en el momento achuchón sorprendieron en redes sociales a muchos seguidores del programa.

Jokin no sería el único representante guipuzcoano de esta edición. Giraldo, de 33 años, es cubano de nacimiento, aunque irundarra de adopción. Ha sido jugador de la selección nacional de Cuba de waterpolo, donde ha jugado más de 200 partidos con un brillante palmarés en los Juegos Centroamericanos. Tras varias medallas de oro, ahora es modelo profesional y busca un nuevo reto en su vida: dedicarse al mundo de la cocina y poder abrir un restaurante en Irun. Giraldo aterrizó en el Bidasoa hace dos años junto a su hija Ainhoa, la cual también sería protagonista en el día de ayer. Este irundarra se presentó al concurso con un plato al que nombró 'Chamari Legatza'. Una fusión entre una persona importante en su vida y merluza en euskera. La ejecución del plato fue «brillante» tal y como reconoció Pepe Rodríguez, pero además, la encargada de darle el mandil que le otorgaba el pase fue su hija. La pequeña Ainhoa se sentó sobre el regazo de Jordi Cruz y el catalán le pidió que le hiciera un favor. «Toma esto y pónselo a papá».

Jokin y Giraldo competirán por hacerse con el título de MasterChef 10 junto a Patricia, una amante del mundo asiático; Yannick, belga de nacimiento, aunque murciano de corazón y «super friki» de Harry Potter y Eurovision»; Berto, un obsesionado del programa; Iván, un auténtico emprendedor; Luismi, un bombero con 'un culito de caramelo' ; Eva, una pediatra valenciana; Verónica, una concursante que vuelve a probar suerte en MasterChef; Julia, una sumiller profesional; Adrián, un bilbaíno flamencón; Claudia, una «Barbie polioperada»; Paula, auxiliar de enfermería aunque con tradición cocinera; David, un ejemplo de superación; y María Lo y Teresa, una expareja que se reencuentra en las cocinas de MasterChef.

Como viene siendo habitual, el programa arrancó con una prueba de exteriores por equipos. El escenario, la Plaza de Colón de Madrid y el reto, preparar un menú solidario para colaborar con el Padre Ángel -candidato al Premio Nobel de la Paz- y su proyecto, Mensajeros de la Paz. Ya fuera por la inexperiencia de los concursantes o por la gran cantidad de raciones que tenían que preparar -240 comensales, el mayor número de la historia del programa- la actuación del equipo azul fue un auténtico caos. Eso, además del buen hacer del equipo rojo, entre quienes se encontraba Jokin, que además fue uno de los que mejor se manejaron entre fogones y que acabó llorando gracias a las palabras del jurado, hizo que los miembros del equipo rojo tuvieran que verse las caras en la prueba de eliminación.

En ella tenían que elaborar un plato con la sangre de cerdo como principal protagonista. El cubano-irundarra era uno de los ocho concursantes que luchaban por continuar una semana más en MasterChef y estuvo a la altura de la prueba. Giraldo logró presentar un plato «aceptable». Las tres aspirantes que más brillaron en la prueba de eliminación fueron Patricia, Teresa y Verónica. Y el que menos, Berto. Para el que su sueño de estar en el concurso de la TVE no sería más que algo fugaz. Su intento de postre quedó crudo y el jurado decidió elegirle como el primer concursante de esta edición en abandonar el talent. «Me llevo algunas personas maravillosas, gente del equipo y la experiencia, que aunque ha sido corta, es increíble», reconocía antes de colocar su delantal sobre la encima de las cocinas de MasterChef.

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