Un «traje a medida» para la plaza de un pueblo de León
Premio ·
El zarauztarra Iñigo Ocamica y el vitoriano Iñigo Tudanca han ganado el prestigioso premio FAD con uno de sus primeros proyectosMimo, rigor y trabajo son términos que aparecen a menudo en la conversación con Iñigo Ocamica (Zarautz, 1992) e Iñigo Tudanca (Vitoria, 1988). ... Ambos se graduaron como arquitectos en 2016 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV en San Sebastián y, al año siguiente, realizaron el máster en la ETSA de San Cugat del Vallés, en Barcelona. A pesar de su juventud, y de haber constituido Ocamica Tudanca Arquitectos hace solo tres años, van sumando reconocimientos a currículums que ya antes de incorporarse a la vida profesional contenían bastantes líneas destacables. Tras la selección de su proyecto 'El jardín (in)temporal' para la transformación del espacio exterior del Pabellón español en la Bienal de Venecia de 2018, acaban de recibir un reconocimiento enorme e inesperado, ya que la plaza que proyectaron para Mansilla Mayor, un municipio de León, ha obtenido el premio FAD de Arquitectura e Interiorismo 2020 en la categoría de 'Ciudad y paisaje', una de las cinco que comprenden los premios fundados en 1958 por el arquitecto Oriol Bohigas.
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Salvando las distancias entre disciplinas, es un logro comparable a ganar un Goya a la mejor película con una ópera prima. El guión de la que han dirigido y protagonizan Ocamica y Tudanca –el alfabeto manda– se empezó a escribir cuando, a través de un amigo, se enteraron de que un pueblo del que nunca habían oído hablar se había convocado un concurso para renovar la plaza. «Nos presentamos, ganamos y trabajamos muchísimo», resume Tudanca desde Barcelona, donde está embarcado en la reforma de una oficina. Ocamica interviene desde Zarautz, donde está haciendo lo propio con una vivienda.
La nueva plaza de Mansilla Mayor, un municipio muy pequeño «con un equipo de gobierno joven, motivado, con ideas» que no parece resignarse al fatalismo de la 'España vaciada', es meditadamente sencilla, austera y funcional. Esa austeridad, que la elogiosa valoración del jurado relaciona con «la excelencia en la lectura del contexto urbano y social» y reconoce junto con «la creatividad y la calidad en el uso de recursos muy limitados en lo económico y en lo formal», no solo era una condición de partida vinculada a un presupuesto escueto, sino que tiene también algo de declaración de intenciones.
«Deberíamos hacer más partícipes a los vecinos. Si se les escuchara más se harían las cosas de manera más eficiente»
iñigo ocamica | arquitecto
«Los límites vienen muy bien –asegura Tudanca–, porque te obligan a desnudar el proyecto, a ir a lo esencial. Esa es nuestra lógica de trabajo, no ser ostentosos y no despilfarrar, ser contenidos y hacer lo que toca». En realidad, hicieron algo más de lo que tocaba, ya que finalmente realizaron «una intervención en el doble de superficie de la que constaba en el concurso, porque nos pareció que lo pertinente, lo que pedía el sitio, era rehabilitar toda la zona», recuerda Ocamica.
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Obviamente, lo hicieron con el mismo presupuesto, al que tienen a gala haberse sujetado. Como asegura Iñigo Ocamica, «eso es algo que llevamos con mucho rigor, estando muy encima de todo el proceso. Los fines de semana íbamos en coche desde Barcelona, donde tenemos la base aunque nos movemos mucho, a Mansilla, pegándonos unas palizas terribles, pero siendo dinero público es fundamental que no se desvíe ni un euro, hay que asumir como responsabilidad que las cosas salgan al precio que tienen que salir».
Participación vecinal
Aunque ya hace tres años que decidieron «ser dueños de nuestras decisiones y correr el riesgo de pegarnos los tortazos directamente», como indica de modo bastante gráfico Ocamica, hasta hace nada han compaginado sus proyectos con trabajos para otros despachos. No decidieron independizarse únicamente porque el trabajo por cuenta ajena les abocaba a «una situación muy precarizada, a condiciones de trabajo generalmente bastante malas», sino que, en palabras de Tudanca, «la arquitectura que queremos hacer solo podemos llevarla a cabo si vamos por nuestra cuenta».
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Aseguran que quieren «afrontar nuevos retos, hacer proyectos de distinto tipo, porque de cada cosa que haces aprendes», pero el proyecto 'Tierra de Campos' y el premio FAD que les ha aportado no solo les dará «aire», sino que también será una tarjeta de presentación bastante explícita acerca de la manera en que conciben su trabajo. Tudanca lo plantea del siguiente modo: «Hay arquitectos que proyectan para otros arquitectos, pero hay que proyectar los espacios para las personas que los van a vivir».
Esa fue su apuesta para Mansilla Mayor: «Hacer un traje a medida, una plaza de pueblo con todo lo que eso conlleva. Hemos visto en muchos sitios como se altera la atmósfera importando plazas de ciudad que en un pueblo no tienen sentido. Parecen pegatinas».
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«Hay arquitectos que proyectan para otros arquitectos, pero hay que proyectar para quienes lo van a vivir»
iñigo tudanca | arquitecto
«Es fundamental ser sensibles a los ritmos y a la vida de cada sitio», añade Ocamica al referirse a un proyecto que reproduce «en una especie de alfombra de patchwork» la imagen que ofrecen los campos de Castilla y León a vista de dron, y que viste esa superficie con «los elementos básicos de una plaza de pueblo: la fuente, los bancos y los árboles».
Ya se encargaron los mansilleses de la inmersión de los dos urbanitas en la vida de pueblo, porque la participación de los vecinos era una de las particularidades de la convocatoria, muy apreciada por Ocamica y Tudanca, partidarios de que se generalice esa visión. «Deberíamos hacer más partícipe a la gente, es muy importante que la ciudadanía esté más implicada en todos estos procesos, y eso empieza por facilitar una información comprensible y no solo expedientes de 500 folios que a veces no entendemos ni nosotros. Y por escuchar a los ciudadanos. Si se les escuchara más, seguro que se harían las cosas de manera más eficiente», propone Ocamica.
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Algo que debería ser crucial en las actuales circunstancias, en las que la crisis del coronavirus y, sobre todo, un confinamiento cuyo regreso no es descartable, han puesto de manifiesto muchos horrores y errores urbanísticos. Ocamica cree que ese hecho «debería servir para acelerar procesos de pacificación de las ciudades que ya estaban en marcha como respuesta a la crisis climática».
En Mansilla Mayor, donde la calma y la paz están garantizadas, se escuchó a los vecinos hasta el punto de que fueron ellos quienes eligieron el proyecto ganador. «Los vecinos de Mansilla Mayor ya tienen la plaza de vanguardia que eligieron por votación», se leía en un medio local el día de la inauguración, el 8 de diciembre de 2019. Y no solo eligieron, sino que «se involucraron mucho durante toda la obra, hicieron cantidad de aportaciones al proyecto, por lo que en cierto modo este es un premio compartido». Esa predisposición a la escucha está en sintonía con la visión de la profesión que ambos comparten: «Para hacer el trabajo lo mejor posible tienes que ponerlo todo de tu parte, pero tú tienes que desaparecer. El trabajo tiene que prevalecer sobre el ego del arquitecto». Una actitud que es, justamente, la que a ellos les ha ayudado brillar.
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