Kiti Mánver | Actriz
«'Música para Hitler' es una obra que nos empuja a pensar sobre la dignidad y a saber decir que no»
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Kiti Mánver | Actriz
«'Música para Hitler' es una obra que nos empuja a pensar sobre la dignidad y a saber decir que no»La función se sitúa en plena Segunda Guerra Mundial, ante el momento histórico de la visita de un oficial nazi a Villa Colette, residencia de ... Casals durante su estancia en Prades (Francia), con la petición de que el músico actuara ante el líder alemán. A partir de ahí Yolanda Serrano y Juan Carlos Rubio dejan volar la imaginación para reconstruir lo que pudo suceder en aquella casa. Solo se sabe que la respuesta de Casals fue negativa. Junto a Mánver e Hipólito completan el reparto Cristóbal Suárez y Marta Velilla. La representación en el Victoria Eugenia será este sábado a las 19.30 y mañana domingo media hora antes.
– Este montaje llevaba muchos años esperando su oportunidad.
– Cerca de diez años y hace dos que todo estaba preparado, pero el personaje de Pau Casals lo iba a hacer Emilio Gutiérrez Caba y no pudo ser por problemas de salud. Preparamos entonces la comedia 'El inconveniente', para que no se perdiera el dinero que ya se había invertido. Y luego tuvimos la enorme suerte de que Carlos Hipólito tenía un hueco en su agenda y ha sido perfecto.
– Y aquí estamos.
– Con esta historia maravillosa y un texto precioso. Además tiene esta función ese valor añadido de que importa lo que estás contando, lo que empuja un poquito a la gente a que piense sobre la dignidad y sobre la posibilidad de decir que no.
– ¿Qué recorrido emocional propone la obra?
– Primero establece un hecho histórico: Hitler quiso que Pau Casals tocara para él y el músico dio una tajante negativa. Lo que no se sabe es lo que pasó en ese encuentro. Y a raíz de eso los autores plantean unas conversaciones entre un oficial nazi y Casals muy curiosas. El militar, que no duda y cree en esa terrible ideología, también es una persona con formación musical. Y por ahí viene el discurso y las discusiones entre ellos dos. A muchos les pone nerviosos la idea de relacionar a un ser horrendo, como es un nazi, con la posibilidad de la maravilla que es la música. Es un gran acierto de los autores crear, en el caso del nazi, un personaje que no sea plano.
– Su papel no es la esposa de Casals, sino la mujer que compartía su vida con él. ¿Cómo aparece esa relación entre ellos?
– Hay que verlo desde la perspectiva de entonces porque hoy sería una pareja normal y corriente que tienen una convivencia de mucho tiempo. Esta mujer era también concertista, fue alumna de Casals cuando eran muy jovencitos los dos. Luego enfermó. Se casaron 'in articulo mortis', pero fue su pareja en uno de los momentos más complicados de la vida del maestro, de ese ser enorme e imponente como ser humano y como artista. Fue una relación preciosa, también con sus conflictos, porque Pau Casals tenía problemas de depresión con todas esas barbaridades que estaban viviendo.
– ¿Y desde el punto de vista teatral cómo es ella?
– Da a la relación primero la firmeza. Y los autores han querido que también aporte más humor, pone los pies en la tierra aunque se esté pasando por una tragedia. El humor afloja un poco al público para que luego las situaciones duras entren más fácil.
– ¿Existe una reflexión sobre la sensibilidad del artista ante el totalitarismo?
– Creo que sí. Casals es uno de los ejemplos máximos de un artista que defiende las ideas de la verdad, de la justicia y de la posibilidad de decir que no. Se jugaba su patrimonio, daba conciertos para conseguir dinero y ayudar a los refugiados. Fue un ser humano extraordinario a todos los niveles. Además es emocionante escuchar a Carlos Hipólito en el escenario.
– Hacía tiempo que usted e Hipólito no trabajaban juntos, pero resulta que son 'hermanos'.
– Somos hermanos desde cuando éramos chiquitillos. Tuvimos una compañía juntos cuando éramos jovencitos. Hicimos hace años 'Seis personajes en busca de autor', de Pirandello, un montaje excelente de Narros. Carlos hacía el hijo legítimo y yo la hija ilegítima, por eso nos llamamos hermanos. También hicimos 'El botín', del británico Joe Orton. Hace más de cuarenta años de eso. Coincidimos también en 'El sueño de una noche de verano', de Shakespeare, y brevemente, en alguna televisión y en alguna película. Pero son de esos cariños y afectos que se mantienen intactos en el tiempo. Compartimos una manera de plantearnos y de amar esta profesión. Y esta obra ha sido un reencuentro.
– Debutó en 1969 con la obra del irlandés Sean O'Casey, 'Rosas Rojas para mí', en una versión de Alfonso Sastre.
– En esa época teníamos a los grises allí, en el desaparecido teatro Beatriz. Tenía 16 años. ¡Voy a cumplir 55 como actriz! Fue maravilloso, la escenografía era de Francisco Nieva, trabajé con María Luis Merlo y Carlos Larrañaga. Fue una época dorada. ¡Éramos 36 en el escenario! Aprendí también muchas cosas chungas. Un actor que se llamaba Requena, un día me dio un rapapolvo y me dijo que tuviera cuidado con hacer cosas que no son las más apropiadas, porque cuando eres una cría ni te enteras. Igual es que las crías de entonces éramos tontas.
– Fue la primera actriz en tener un desnudo en el teatro español.
– Eso dicen por ahí. Fue con la obra 'Equus'. La estrenó María José Goyanes, luego la dejó y fui yo a hacer la gira. El desnudo no se podía hacer porque lo impedía la censura, pero entonces se muere Franco y en la compañía decidimos incluir el desnudo.
– ¿Eran tiempos también más complicados? Lo digo por los acosos, el machismo.
– Acoso lo ha habido siempre, ahora está mucho más controlado, porque hay mecanismos para denunciar y están saliendo montones de cosas chungas que se viven. Entonces era una cosa que se normalizaba. Yo no vivía específicamente el acoso cuando intentaban ligotear conmigo y no me dejaba. Pero también, por ejemplo, cuando hacía 'Equus', recuerdo el acoso por parte de ciertos medios porque en esa época se puso de moda el despelote en las entrevistas para las revistas. No entendían cómo me desnudaba en un escenario y no quería hacerme fotos para las revistas. Me ponían a caldo, era una cosa horrible. Incluso me hacían un poco de boicot, por eso me daba muchísimo miedo la gente de la prensa.
– ¿Como ahora?
– No, porque charlas como esta son otro nivel. Pero entonces me retiré bastante del mundo de la farándula en el sentido de salir en las revistas. Nunca me ha gustado. Lo hago porque forma parte de mi profesión y lo he comprendido, es un producto y hay que venderlo. Para mí todo eso son daños colaterales, como esos maratones de prensa que te ponen cuando haces una serie. Tengo que hacer siete controles mentales antes de ir.
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