Era una de las series más esperadas para los últimos compases del maldito año pasado. Tenía todos los ingredientes para generar esa expectación, ya que ... era una de las grandes apuestas de Netflix y la primera serie de la factoría de Shonda Rhimes tras firmar un suculento contrato (de unos 123 millones de euros) de exclusividad con la plataforma hace tres años. Y el día de Navidad llegó, por fin, 'Los Bridgertone' para ofrecer justo lo que se espera de Shondaland.
La serie se basa en la saga de libros de Julia Quinn sobre los amores y desamores en el Londres de principios del siglo XIX. La familia que da nombre a la serie, madre y ocho hermanos, busca marido para la hija mayor, Daphne. Como todas las familias ricas y de rancio abolengo, quieren encontrar un buen partido y con muchos posibles en la temporada de bailes. Pero en esta búsqueda entra en escena Simon Bassett, viejo amigo del hermano mayor. También es muy rico, pero le acompaña una merecidísima fama de vividor.
Así comienza el juego entre los personajes de Phoebe Dynevor y Regé-Jean Page, azuzado por la gacetilla que publica lady Whistledown con todos los cotilleos de la alta sociedad londinense. Un misterioso personaje que narra todos los dimes y diretes que en la versión original pone voz la maravillosa Julie Andrews. Una reina cotilla del siglo XIX en un mundo de fiestas, de amor, de sexo, de mucho color, brilli-brilli y lentejuelas. Un teatro con humor y fina ironía que la factoría de Shonda ha elaborado hasta el más mínimo detalle. La puesta en escena es magistral y se nota que han invertido cada dólar que Netflix ha puesto a su disposición para conseguir que este 'me quiere, no me quiere' de ocho capítulos nos haya entretenido durante las navidades.
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