Distanciados. El Dabadaba en un concierto de 2018 con escasa afluencia, algo que ahora será imperativo para volver a la música en directo. SARA SANTOS

Las salas luchan por la «difícil» recuperación de los conciertos

Los bares y pequeños locales que programaban música en directo ven «muy complicado» volver a programar a corto plazo con aforos reducidos

Lunes, 4 de mayo 2020, 06:53

Saben que van a ser los últimos de la desescalada, que mientras otros colectivos pueden ir reiniciando actividades, las características de su oferta cultural y ... sus locales hacen casi inviable la nueva normalidad que se les plantea, de momento, con una reducción de aforos y distanciamiento social.

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Como dice Josu Urbieta, del Bukowski, que desde hace un tiempo solo programa una actuación al mes, un concierto en un bar o una sala pequeña es «cercanía, sudor y rock & roll», jalear al músico a pocos centímetros, abrazar a los amigos entre un público apiñado y en pie que abarrota la sala en las mejores noches e intercambiar vasos de cerveza o copas, además de escuchar música con la mayor autenticidad y proximidad. Exactamente lo contrario de lo que imponen las medidas de seguridad para frenar el coronavirus, también durante la desescalada.

Si la necesidad de reducir el aforo de los locales al 30%, o al 50% en las posteriores fases, ya es complicado para un bar normal, en el caso de los que ofrecen conciertos en directo en espacios que como mucho pueden acoger a doscientos espectadores en situación normal, el reinicio de la actividad cultural se ve «muy complicado».

«Con un 30% de aforo no podemos hacer un concierto», explica Mikel Roman, uno de los socios y programadores del Doka, la sala situada en el barrio donostiarra del Antiguo. «Con 80 espectadores como mucho no compensa hacerlos». Y no es posible, para empezar, por una cuestión de logística. «No podemos controlar que la gente no se acerque y no tenga contacto, ni con sillas ni con vigilancia».

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«Conciertos cancelados que habíamos reubicado en otoño ya los estamos moviendo a 2021»

dabadaba

En el Dadabada de Egia, con la apretada agenda de todo tipo de grupos que ofrecía en su vida normal, han tenido noches en que el público sí que estaba distanciado, simplemente porque era escaso, cuando traían artistas poco conocidos «por vocación y por ofrecer una programación variada». Pero ese tipo de conciertos con escaso público «daban pérdidas, lo que sostiene la sala son los 'sold outs' con el aforo de 200 personas lleno», explica uno de los socios y programadores del Dabadaba, Alex López Allende. Porque aunque el caché sea más bajo en grupos con menor convocatoria, «los técnicos, taquilleros y el personal que se necesita es igual en todos los conciertos».

El problema del aforo recortado se agrava más aún en casos como el ¡Be! Club, que tiene un espacio más reducido. Como bar admite 144 personas, pero con lo que ocupa el escenario, apenas un centenar de los clientes pueden atender un concierto. La mayoría de las actuaciones son con entrada libre o van incluidas en la consumición, pero la programación del ¡Be! Club, con licencia de café teatro, no es ocasional: en 2019 ofrecieron en el local del Paseo de Salamanca nada menos que 80 conciertos.

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«Con 80 espectadores como máximo no compensa hacer conciertos»

doka

Ahora Iñaki Unzueta no ve manera de recuperar a corto plazo esa labor: «No somos una sala al uso, ofrezco un complemento cultural con buena música en el bar, y conciertos que la gente puede disfrutar mientras se toma una copa. Pero ahora no hay una perspectiva de poder hacerlo, no puedo pagar a músicos y discjockeys con un aforo tan reducido».

Del vértigo a la incertidumbre

Cerrar sus puertas incluso antes de que se decretara el estado de alarma, «por responsabilidad», ya les produjo a todos ellos una sensación de «vértigo, porque no sabíamos a qué nos íbamos a poder agarrar». Aún intentan averiguarlo, cada uno a su modo.

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El Dadadaba ha tenido que pedir un crédito ICO, «se están concediendo con cierta facilidad, pero de momento no ingresan el dinero en la cuenta». Endeudarse ha sido la única manera de tirar adelante: «No encajamos en ninguna de las circunstancias que se están contemplando para las ayudas culturales», apunta Alex.

Trabajan con la esperanza de abrir pronto, pero dando prioridad a otros conceptos: «Había proyectos anexos al Dabadaba que estábamos desarrollando pero iban lentos, y ahora estamos aprovechando para sacarlos adelante, como la tienda de discos y la función de cafetería que perdimos cuando hicimos la reforma». La ubicación alejada de zonas de ocio y la disponibilidad de bastantes metros cuadrados y una terraza, puede facilitar su reactivación. Pero «cuando se abra como bar no habrá conciertos de momento, y no sabemos hasta cuándo».

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«Falta información y claridad sobre las condiciones en que vamos a poder trabajar»

¡be! club

Aún así, el Dabadaba continúa con esa tarea propia de Sísifo que consiste en que «los conciertos que hemos cancelado, y que habíamos reubicado en el otoño, ya los estamos moviendo otra vez a comienzos del año que viene», explica Alex. «Todas las conversaciones con los agentes son de poner fecha para otoño y al mismo tiempo decirnos que ni ellos saben si podrán hacer gira, ni nosotros si podremos montar el concierto. Está todo el mundo trabajando con suposiciones, por no quedarse quieto». Y saben que tendrán que limitarse de momento a artistas locales o como mucho de ámbito nacional, por el aforo reducido y porque los internacionales tardarán en poder viajar. Tienen a The Bellrays reubicados en el 3 de octubre, y con el público que había comprado la entrada dispuesto a esperar, pero todo son incógnitas.

Al Doka en virtual

El Doka ya da por finalizado el curso de música en directo, hasta las vacaciones que se suelen tomar en agosto, y con todas las incertidumbres de cómo y cuándo abrirán en formato de bar y en qué condiciones para los trabajadores. «Estamos programando ya de cara al año que viene, porque los artistas ven que este año la normalidad total no va a volver, va a ser muy difícil hacer estos conciertos hasta 2021».

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Pero el Doka está celebrando conciertos ahora mismo: en virtual, todos los viernes a las 20.05 horas, «a través de nuestro propio canal de YouTube, desde el escenario de la sala, con realización de tres cámaras y buen sonido». Este viernes será el de Niña Coyote eta Chico Tornado. «Hicimos una prueba con Iker Lauroba hace dos semanas y tuvo una buena acogida, con 700 personas siguiendo el concierto. La idea es apoyar al artista en estos momentos difíciles, nosotros también necesitaremos ayuda de las cerveceras y de las instituciones para poder pagar a los artistas, pero vamos a intentar mantenerlo». El público también pueden hacer aportaciones por Bizum. En octubre, el 17, tratarán de celebrar con normalidad el concierto de Pello Reparaz, que tenía todas las entradas vendidas cuando se suspendió.

Iñaki no se atreve a programar en el ¡Be! Club, de momento: «No tenemos fechas futuras, porque no sabemos qué medidas vamos a tener que tomar, dependemos de lo que nos diga el Gobierno Vasco. Falta más información y claridad sobre las condiciones en las que vamos a poder trabajar. Ahora lo que más me preocupa es mi personal. Si puedo poner uno de esos aspersores para desinfectar a los clientes o el termómetro a la entrada y utilizar mamparas y así ampliar un poco el aforo, podría pensar en programar. Pero mientras no se concreten ese tipo de cosas, no».

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Lo primero será abrir el bar en cuanto se pueda, «tenemos todo preparado», y luego ver cómo ir recuperando la programación cultural. «Si se hace el Festival de Cine igual programo algo, pero quién sabe. También me está llamando Santiago Campillo que quiere volver a tocar aquí cuanto antes, porque estuvo muy a gusto, pero tampoco sabemos cuando se podrá viajar desde otras provincias», lamenta Iñaki. «Me da mucha pena por los músicos, porque si antes era difícil, y hay locales que les pagan una porquería, no sé cómo se van a arreglar ahora. Tenemos que darnos de comer entre todos. Pero necesitamos ayuda».

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