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El documento se apresta con un adhesivo para darle consistencia y se traslada al secante.

«Se restaura el documento para que vuelva a servir para consulta»

La restauradora Pepa Cob muestra en su laboratorio el proceso de recuperación de dos páginas en mal estado

Carlos Rodríguez Vidondo

San Sebastián

Viernes, 9 de junio 2023, 02:00

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Para conservar semejantes volúmenes de documentos, curiosamente, no es tan relevante su colocación en las estanterías. «En el Archivo siempre se conservan en vertical, pero en los países anglosajones la tradición es hacerlo en horizontal. Lo principal es que las condiciones de temperatura y humedad sean las adecuadas. El papel es un material vegetal y se conserva bien entre 18 y 22 grados centígrados, y entre 45% y 60% de humedad», explica el técnico Ramón Martín.

Pero antes de todo ello, el documento nuevo que entra por la puerta del Archivo debe pasar por un proceso de anoxia que dura cerca de dos meses. «Primero realizamos su identificación y luego pasamos a realizar este tratamiento físico para evitar que se contaminen el resto del Archivo, pues en algunos casos vienen plagados de microorganismos». Claro que hay entre un 2 y un 4% de ellos que necesitan también ser restaurados. Es ahí donde la restauradora madrileña Pepa Cob muestra cómo es el proceso de recuperación de una página de un protocolo de 1540 en mal estado, con restos de humedad y pérdida de papel. «La restauración no consiste en reconstituir nada de los escrito, sino que el documento vuelva a servir para consulta», explica Cob.

El proceso paso a paso

La reintegración comienza con la elección de la paleta de colores adecuada para el papel a restaurar, «que luego bato para obtener una pasta de lino y eucalipto vegetal, a modo del papel que se hacía entonces. Se mezclan 30 gramos de papel en 15 litros de agua». Mientras tanto, las páginas a restaurar se sumergen en agua entre dos planchas de papel camilla (polipropileno), «que permiten reproducir cómo era el papel antiguo, con sus marcas de agua, pero sin imitarlo. El injerto se realiza en la zona sana».

A continuación se lava e higieniza el documento con agua con cierta carga alcalina por su mezcla con el hidróxido cálcico. «Esto le ofrece una reserva que revitaliza el papel frente a la acidez de los posibles hongos, de los que se ha ido nutriendo a lo largo de los siglos». Posteriormente, Cob calcula con unas jarras de medir la cantidad de pulpa necesaria para realizar el injerto que se vierte sobre el papel sumergido.

«Luego echo el adhesivo de almidón de trigo porque este papel, al igual que el antiguo, se debe de aprestar para que se pueda escribir y que no se corra la tinta. El apresto le da una consistencia y un empaque a la fibra». De ahí se traslada al secante, donde se seca de manera natural con diversas capas y pesos. «Los papeles secantes absorben toda la humedad, dentro de una hora vuelvo a cambiarlos por otros nuevos hasta que se seque. El peso es fundamental, pero sin forzar el prensado porque sino el papel puede dilatarse en exceso».

Una vez reconstruidos, el último paso consiste en recortar los márgenes, respetando los originales. «Ahí hay que fijarse en cómo estaba el papel recortado, si se había hecho con guillotina o si tenía zonas de barba, pero procuro mantener las zonas donde había pérdida». En este momento, Cob aprovecha para localizar posibles marcas de agua en el papel original para dibujarlos en un papel aparte y así «poder datar aquellos documentos que no tienen fecha pero que pertenecen a una papelera».

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