Manolo Gómez: «Mi relación con el teatro es una historia de amor»
Fundador y director de Teatro Estudio ·
La compañía, que ha sido galardonada, nació en los bajos de la parroquia del Antiguo, en Donostia, en 1965, y tiene energía para muchas funciones másEs un hombre del barrio donostiarra del Antiguo, uno de los muchos que nació con sus hermanos rondando alrededor de su madre y un caldero ... de agua caliente. Los padres de Manolo Gómez eran vendedores ambulantes de barquillos y helados en verano y de castañas en invierno. Empezó a trabajar como repartidor con catorce años, aunque su trayectoria profesional acaba como jefe de Gestión de Calidad de la Caja de Ahorros Provincial. Admiraba a los chicos mayores de su barrio que hacían teatro y en 1965 decidió fundar el Teatro Estudio de San Sebastián, un grupo de amantes de las artes escénicas que acaba de ser galardonada con el premio Max. Algunos todavía no se lo creen. El viaje ha sido largo
- El ensayo del jueves, después de conocer el galardón, tuvo que ser muy especial. El Max, que se entregará el 4 de octubre ¿va a ser un revulsivo para ustedes?
- Le iba a decir que no hace falta ningún acicate especial para seguir adelante con nuestro proyecto teatral que ya tiene una larga andadura y que nos gusta tanto. Pero no voy a negar que la gente estaba muy animada, que el premio planeaba sobre el ensayo de 'Baile de Huesos' de Elena Belmonte, que hay alegría y satisfacción.
- Es que un premio como el Max es para estar contentos...
- Sí, claro que estamos contentos, yo también. Al principio empecé como actor, pero cuando creamos el Teatro Estudio nadie quería ser el director y al final me dijeron que fuera yo, que tenía experiencia por mi participación en los grupos de teatros de los mayores del barrio. Y acepté. Así hasta hoy y con ganas de seguir.
«Suelo decir en los ensayos que todo árbol es madera, pero que el pino no es caoba»
- ¿Dónde nace esa pasión por el teatro?
- Fue un contagio infantil, con 16 y 17 años nos metimos en este mundo porque nos gustaba la historia, el acto de comunicación que suponía. Una de las pocas diversiones que había en el barrio en los años 50 eran las funciones teatrales. La sociedad antiguotarra estaba formada por trabajadores de buzo a los que hacíamos reír, a los que proporcionábamos un rato de entretenimiento. Mi madre iba con sus amigas y para nosotros era una forma de dinamizar la vida cultural del barrio.
- Ya... Pero me han dicho que había algo más, una joven llamada Encarni Genua. Con la que usted tuvo tres hijos y seis nietos... Y con la que formó Txotxongillo Taldea.
- Vale, no voy a decir que no influyó en todo esto que me enamorara de ella. Lo nuestro fue una historia de amor y de teatro que todavía perdura. Representábamos la obra 'Carlota', de Miguel Mihura. La protagonista era ella y yo era el señor Barrington, su asesino. Después de matarla en el escenario me decidí a dar el paso y decirle a ver si le apetecía dar una vuelta. Dijo que sí. ¡Oye! No somos la única pareja que surgió del teatro, ¿eh? El escenario era también una forma de conocerse porque en las compañías había chicos y chicas. Algunas han perdurado, otras no... Estoy pensando en Romualdo Salcedo y Teresa Pro, en Carmelo Moreno y Lurdes Otxoa...
- Suele decir que son una compañía nómada, que ha ensayado en diferentes lugares. ¿Tan difícil es encontrar un espacio en el que preparar sus espectáculos?
- Empezamos en los bajos de la parroquia del Antiguo, un lugar en el que bullía la actividad cultural. Después el alcalde Odón Elorza nos cedió un local en Bidebieta, en la calle Juan Carlos Guerra, pero tenía muchas humedades. Ahora contamos con una parte de Beliz Alde, una villa situada en la cuesta de Aldapeta. Somos itinerantes.
«El teatro aficionado permite representar todo tipo de obras, incluso las más breves»
- Desde Teatro Estudio solo escucho elogios hacia su persona.
- Puede que sea la columna, pero eso no es suficiente. Porque hace falta, además, energía permanente y estacional. Nosotros nos hemos ido renovando, ¡claro que sí! y seguimos hacia adelante. Con jóvenes y con mayores.
«Una de las pocas diversiones que había en los años 50 eranlas funciones teatrales»
- Tiene veteranos en la compañía que no han querido dejar el teatro...
Sí, Fernando Mikelajauregi, por ejemplo. O Mari Carmen Oianeder, Carmelo Moreno y Paco Sagarzazu. Están desde el principio, aunque a veces hayan dejado la compañía durante una temporada. En el año 82 llegaron Esther Remiro, Paco Palacios, Mentxu Medel, Ángel Illarramendi... Escenificamos 'Las criadas' de Genet, una obra que, hasta ese momento, solo la hacía Nuria Espert.
- Siempre han querido representar obras diferentes que no estaban en la cartelera comercial.
- Es una de las ventajas del teatro amateur. Podemos hacer obras breves que no se programan, llevar al escenario a Ionesco, Pinter o Genet. Ha habido momentos en los que leíamos entre cuarenta o cincuenta obras a la vez cuando no actuábamos. Nuestro principio, para mí es muy importante es el respeto al autor y al espectador.
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