Oriol Roch: «No nos pongamos más límites de los que ya nos impone la situación»

Euskadiko Orkestra –desde junio esta es la nueva y única denominación de la anteriormente llamada Orquesta Sinfónica de Euskadi– fue una de las primeras orquestas europeas en retomar la actividad tras el parón abrupto provocado por el coronavirus. Fue pionera también en tocar con público, allá por junio y de manera muy restringida. Regresó a un gran auditorio en la Quincena Musical, pero la cita más esperada, el reencuentro con sus abonados, se produjo el viernes en Vitoria. Mañana y pasado protagonizarán en San Sebastián una propuesta que habría sido extraordinaria en cualquier circunstancia, pero lo es más en las presentes: la interpretación de las ocho sinfonías de Schubert, bajo la dirección de Robert Treviño. De momento, solo para abonados, porque en esta primera cita de la temporada, repleta de novedades organizativas, no se pondrán entradas a la venta. El siguiente hito en el camino hacia la normalidad será, en octubre, el regreso de las Matinées de Miramon.

– Han admitido que esta será la temporada más difícil de Euskadiko Orkestra, pero en lugar de reducir la oferta la han aumentado, y no han renunciado a un programa artístico adaptado pero ambicioso.

– Yo creo que en estos momentos la ambición debe ser sinónimo de tocar el límite. No nos pongamos más límites de los que ya nos pone la situación. Esa ha sido la filosofía que nos ha llevado a buscar mecánicas que nos permitan trabajar con todas las garantías posibles, siempre de manera consensuada con el comité de salud laboral y de acuerdo con las normas vigentes. Nuestra razón de ser son nuestros abonados, y teníamos la responsabilidad de volver a darles la oportunidad de escuchar música con todas las medidas de seguridad. Además, es importante que el consumo cultural, aunque sea con mascarilla y nuevos hábitos de relación, se vaya naturalizando. Tenemos que conseguir que la gente se acomode en su butaca, se sienta segura y disfrute del potente alimento cultural que se le ofrece.

– La mecánica que han establecido para iniciar la nueva temporada, con sesiones dobles para dar cabida a todos los abonados en recintos con aforos limitados, no tiene que ser sencilla desde el punto de vista organizativo.

– Con cinco repeticiones en cuatro sedes, siempre hemos tenido una complejidad que no tiene ninguna otra orquesta, pero esta situación la acentúa mucho. Para poder atender a todo el público teníamos varias opciones. Podíamos ofrecer algún programa de abono menos, o doblar los conciertos, que es lo que hemos hecho, con programas más cortos, de en torno a una hora de duración y sin interrupciones. Hay una opción dual que no descartamos, pero por ahora, y en principio hasta febrero o marzo, lo que haremos para atender a todos los abonados es doblar las sesiones. La primera será a las 18.00 horas y la segunda a las 20.15, con todas las medidas que están a nuestro alcance para garantizar la seguridad. Es muy complejo, pero tenemos la suerte de que los auditorios de Euskal Herria tampoco han querido pararse y han retomado la actividad cultural durante el verano. Con ellos hemos realizado un trabajo muy cercano, y nos están dando todas las facilidades para adaptarnos a la nueva situación.

– También se desdobla la orquesta cuando la sesión es doble.

– Sí, es algo que no todas las orquestas pueden hacer, pero tenemos la potencia que nos da ser una orquesta con un plantel de 91 músicos. Hemos escogido un repertorio sinfónico, pero no de gran formato, de manera que se pueda interpretar con la mitad de la formación. El que no va a poder desdoblarse es el director titular, Robert Treviño, a quien le espera todo un maratón.

– ¿Cuál ha sido el proceso que les ha llevado a adoptar una solución tan compleja y singular?

– Ha sido un proceso de muchas horas de reflexión, de trabajo en equipo y de buscar el momento en el que había que tomar la decisión, porque yo pienso que una decisión acertada es la que se toma en el momento adecuado. Lo más cómodo habría sido decir en mayo o junio «ahora no hacemos nada y ya veremos después de verano...», pero lo que hicimos fue ver cuál era la ventana en la que podíamos tomar una decisión, y lo hicimos.

– ¿Cuándo se abrió esa ventana?

– A primeros de abril, cuando todavía estábamos confinados, decidimos que íbamos a empezar a tener actividad desde mayo, cuando todavía ninguna orquesta de Europa lo estaba haciendo. En ese momento empezamos también a pensar en el modo de replantear la temporada 20/21. Como la situación es tan cambiante, y cada día surgen noticias que hacen que las de la víspera parezcan viejas, hemos optado por tener agilidad de respuesta, planes B y segundas opciones bien calculadas, y buscar el momento en que las tenemos que aplicar. Estamos en una época en la que esto va a ser una guerra de guerrillas que exige reacciones rápidas, revisitar conceptos y decisiones, estar atentos a todos los cambios. Y, por supuesto, poner siempre por delante la seguridad interna y externa.

– ¿La temporada está echando a andar conforme a lo previsto?

– Hemos tenido alguna complicación añadida, porque teníamos previsto el arranque de un nuevo sistema de venta de entradas, un sistema de 'ticketing' para facilitar la relación con el público. Se ha juntado todo, ha sido un poco la tormenta perfecta y, aunque ha generado algunos contratiempos y un poco de inquietud, nos estamos relacionando uno a uno con los abonados para darles toda la información. A partir del segundo abono, el sistema ya estará en marcha sin distorsiones, y confiamos en que también podamos poner algunas entradas a la venta.

– ¿Cómo están asimilando los abonados modificaciones como el cambio de asientos o la asignación de una sesión u otra?

– Siempre hemos contado con su comprensión, sobre todo ahora que entienden que hemos primado las medidas de seguridad para su tranquilidad. Hemos tenido que reubicar a mucha gente para lo que llamamos 'asiento Covid'. Lo hemos hecho siguiendo unos patrones para tratar de mantener los vínculos que se han ido generando con los años, pero es inevitable que haya distorsiones. Y lo mismo ocurrirá con la asignación de una sesión u otra.

– ¿Pueden solicitar cambios?

– De momento no. Por lo menos en este primer abono no vamos a poder hacer ninguna excepción. Les estamos pidiendo un gran esfuerzo, pero es lo que exige la situación actual. Tenemos muchísimas ganas de ver su reacción en el reencuentro con su orquesta.

– Dentro de unas semanas la situación puede ser distinta desde el punto de vista epidemiológico y, en consecuencia, cambiar las reglas de juego ¿Mantienen esa visión de 'guerrilla' para seguir adaptándose a lo bueno, o malo, que pueda venir?

– Por supuesto. Es doloroso ir rehaciendo cosas ya hechas no una vez, sino dos o tres, pero es la única manera de ir adaptándose. Primero estábamos con aforos del 50 y el 60%. Ahora el máximo de asistentes es de 600 personas. Se está hablando de ampliar los límites. Los sectores culturales vamos a ejercer presión para impulsar la actividad, pero yo creo que en última instancia será la sociedad la que, naturalizando la participación en actividades culturales, lanzará el mensaje de que con responsabilidad y medidas adecuadas podemos aspirar al aforo completo, algo que creo que puede pasar a medio plazo. Tenemos que estar preparados para seguir siendo atractivos para el público en esas nuevas circunstancias.

– ¿Cuándo cree que podremos volver a escuchar a Euskadiko Orkestra al completo?

– De alguna manera ya está al completo en todos los conciertos, pero, en cualquier caso, no creo que antes de junio podamos ofrecer un programa de una hora y cuarenta y cinco minutos, con una pausa de veinte minutos y con la orquesta al completo en el escenario. De momento, la temporada que tenemos concebida va a seguir así hasta que pase el invierno, aunque ya estamos trabajando en un escenario futuro y pensando en el momento adecuado para tomar y comunicar algunas decisiones sobre la configuración de la temporada de marzo a junio. No descartamos que también tengamos que arrancar la temporada 21/22 con programas no muy grandes, porque todavía puede haber afectación.

– Sin proyectarnos tanto en el tiempo, ¿cómo han afectado esas necesidades de adecuación a la programación prevista para la temporada? Empezando por la 'schubertiada' de arranque, que ha logrado sobrevivir.

– Hemos tenido que hacer ajustes y operar cambios, obviamente. La 'schubertiada' estaba programada para cinco conciertos. Queríamos que se pudieran presentar las sinfonías en todas las ciudades, y hasta cierto punto la pandemia nos ha ayudado, porque estamos ofreciendo diez conciertos, el doble de los previstos. Y en San Sebastián, como habrá cuatro conciertos, se podrán interpretar las ocho sinfonías. Es un reto bonito para la orquesta, y la radio pública las va a grabar todas. Otro ejemplo de readecuación es el segundo abono. Habíamos previsto, y así lo anunciamos en su día, hacer un programa Wagner de dimensiones wagnerianas, con ese gran sonido que distingue a Euskadiko Orkestra. Dado que era imposible, finalmente hemos optado por un programa Wagner delicioso. Seguro que a muchos abonados les ha gustado el cambio, porque vamos a contar con una cantante de la calidad de Rihan Shaham cantando una absoluta perla como son los 'Wesendonck Lieder'. Y los va a cantar diez veces.

– Tampoco es fácil la situación para los artistas.

– No, estamos en una situación tan excepcional que asumieron con resignación las cancelaciones y ahora han aceptado la realización de dobles sesiones sin que ello suponga un sobrecoste. Son todos unos grandes profesionales y están dispuestos a hacer todos los esfuerzos necesarios. Primero, porque es su trabajo, pero también porque quieren ser parte activa en la defensa del sector al que representan.