Somos 'Patria' y somos la Donostia de Allen: nuestro realismo mágico
La Agenda Portátil ·
Vivimos sus rodajes con tanto detalle que el estreno nos pilla ya saturados: el negro de la serie y el tecnicolor de Woody / San Sebastián 2016, Rijeka 2020 / Crossover, las series y la vida'Patria' es Euskadi en blanco y negro; la película de Woody Allen, San Sebastián en tecnicolor. Lo que en otras partes se llama « ... kafkiano» en Cuba es costumbrismo, dicen sus habitantes. En el País Vasco, durante años, pasó lo mismo. Los fragmentos de 'Patria' que parecen más increíbles son los que más se corresponden con la verdad; las partes más pastelonas de la película donostiarra de Allen yo las he visto en la bahía. Somos 'Patria' y somos la Donostia del neoyorquino, y ver las dos historias seguidas es como una ducha escocesa de frío y de calor. Quizás estén ustedes saturados de los dos proyectos, pero es su hora de la verdad: ya están aquí.
Coinciden estos días el estreno de la serie en la tele y el de la película en los cines. No tienen nada que ver. ¿O sí? Hay un escenario de Miraconcha que es común a las dos ficciones: en 'Patria' es una aproximación al dolor, en 'Rifkin's Festival' un guiño a la vida.
Recuerdo cuando dimos la primera noticia de que Allen iba a rodar en San Sebastián: el director leyenda cuyas películas algunos descubrimos en el viejo Bellas Artes salía de la pantalla, como en 'La rosa púrpura de El Cairo', para habitar entre nosotros. Del mismo modo, cuando Aitor Gabilondo me contó cómo quería llevar a la pantalla la novela de Fernando Aramburu parecía la vía natural de convertir en imágenes esas letras.
En este rincón íntimo anoto mis impresiones de espectador. 'Patria' tiene una factura sobria, eficaz y veraz: a ratos es tan insoportable como la realidad que vivimos. Quienes la critican por falta de fidelidad a la verdad quizás han querido pasar página demasiado rápido. Caben otras 'Patrias' también reales, sí. Pero cuanto más exagerada parece, y más kafkiana, más real es.
En 'Rifkin's Festival' Allen retrata una Donostia amable y de postal, más en los tonos pastel de Storaro, donde parece que siempre vivimos a la hora del atardecer. Es el escenario para el woodismo de siempre sobre el amor, la vida y el cine. Se ve con gusto: un Allen, aunque sea menor, siempre es un Allen. Somos Patria y somos 'Rifkin's Festival': la suma de las dos completa nuestro realismo mágico. Se les pueden sacar pegas, pero disfruté viéndolas. Será que me estoy haciendo un señor mayor.
El derbi de las capitalidades
El fútbol nos vuelve a meter en Europa: gracias a la Real los guipuzcoanos regresamos al mapa continental y miramos de nuevo el atlas de los vecinos. El bombo de la Europa League nos hermana para los próximos meses con una caprichosa y plural geometría: el balón depara extraños compañeros de viaje. Nápoles es la vitalidad y el mestizaje. El AZ Alkmaar nos ilumina con ese atractivo aroma, entre riguroso y divertido a la vez, que desprende todo lo holandés. Y el club de Rijeka que completa nuestro grupo no solo insufla aire croata. Rikeja es en este 2020 una de las dos capitalidadas culturales europeas, título que Donostia disfrutó (o así) en 2016. Quién iba a decirnos que el balompié nos traería un 'derbi' de ciudades europeas de la cultura. Donostia 2016, Rijeka 2020. Esperemos que no sea el augurio de una derrota, sino de una victoria. A ver si aquellas olas de energía ciudadana rematan ahora en la portería contraria.
Festival en serie
El calendario cultural guipuzcoano crece con festivales que se asientan. Crossover, el festival de las series, se hizo fuerte en pocos años. En esta edición se reinventa, como casi todo, ante los tiempos del virus. El jueves empezó con garra en el Koldo Mitxelena: fue un placer moderar una mesa tan ilustradamente plural como la formada por la guardameta de la Real Mariasun Quiñones, el músico Mikel Erentxun y el cocinero Ander Gonzalez. Hablamos de las series y de la vida para abrir un festival que sigue hoy en Tabakalera La guerra entre series es este año entre Friends y Sexo en Nueva York. La duda ofende: Friends es un clásico que perdura y puedes ver mil veces, como las pelis de Wilder, del mismo modo que siempre puedes recapitular entera Mad Men o esperas hoy los nuevos capítulos de The Good Fight con ilusión adolescente.
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