Ver 42 fotos

Miles de personas disfrutaron anoche del primer concierto de los tres que va a ofrecer ZETAK en Donostia. Fotos: Lobo Altuna

ZETAK o cuando los mitos vascos bajaron a la arena

'Mitoaroa II' convierte Illunbe en una fiesta electrónica inmersiva con auriculares y sitúa al euskera y la electrónica en el centro de su relato final de gira

Elene Arandia

San Sebastián

Sábado, 6 de septiembre 2025, 00:09

Si el tiempo se dilata según la velocidad y la gravedad, también lo hace en la experiencia humana, torciéndose en el laberinto de la percepción. Nada resulta más relativo y escurridizo que lo que llamamos «hace poco». Lo sabía Einstein, y el pueblo de Arbizu lo sintetiza en una palabra: aaztiyen, que confirma esa relatividad con la fuerza de lo cotidiano.

Publicidad

Parece que fue 'hace poco' cuando ZETAK anunció que traería su universo a Donostia. Aquel que nació en Arbizu, descendió hasta el río Arakil, y de ahí, se expandió hasta un Mitomundo ambientado en el siglo XV. Anoche, la plaza de toros Illunbe sonaba distinto. O, mejor dicho, apenas sonaba, retumbaba. 'Mitoaroa II', una propuesta escénica inédita, más teatral, por capítulos, diseñada específicamente para las dimensiones del recinto y pensada para escucharse con auriculares, ofrecía una experiencia íntima e inmersiva en mitad de la multitud, que sellaba una apuesta escénica sin precedentes. Otro suelo: de la pista a la arena y, con él, a una nueva dimensión de presencia. Un territorio virgen, marcado por el factor sorpresa, dispuesto a revelarse solo en el momento justo.

Los mitos nunca mueren, y en la arena cobraron vida. Fue el hilo conductor de una noche que convirtió el presente en un paso entre pasado y futuro, asegurando que las historias sigan vivas. El segundo capítulo de Mitoaroa habitaba en una realidad paralela, donde las criaturas mágicas de Euskal Herria —habitantes de la noche y del bosque, libres de leyes y normas— abandonaron la discreción de pueblos y plazas, y dejaron de ser leyenda para trasladarse al centro de la escena. Los seres mitológicos desterrados en el siglo XV regresaban a la vida ante miles de testigos.

Nuevo capitulo

La precuela Mitoaroa II contó con un nutrido desfile de personajes mitológicos vascos

El espectáculo arrancó en formato cinematográfico y con 'Errepidean', la canción con la que también empezó todo en ZETAK. Acompañado de sus excompañeros de Vendeta rodeó la plaza hasta que se encontró con el oso de cuernos de carnero Hartza de Ituren y Zubieta y ascendieron hasta el tejado por el exterior hasta que 'cayó' en el centro del escenario.

La 'noche de los nunca vistos' reunió a seres grotescos que interrumpían las canciones de Reparaz en un desfile de mitología popular que, por unas horas, cobró forma ante un público que lo reconoció como parte de su propio relato. Un auténtico bestiario mágico, donde cada criatura hallaba su lugar en la narrativa y los cencerros resonaban con la fuerza de un rito ancestral: despertar la tierra y ahuyentar a los malos espíritus.

Publicidad

Fue la noche en la que los mitos bajaron a la arena. La primera de las tres veladas consecutivas que se ofrecerán en Illunbe este fin de semana, y primera gran cita guipuzcoana de este calibre. Un arranque de casi tres horas de duración y con vocación de hito que convirtió la plaza en escenario de estreno que abrió un capítulo destinado a ser recordado. 'Mitoaroa II' llegó como precuela de lo visto en Iruña, ampliando el espectro del carnaval rural navarro a otros puntos de Euskal Herria: Uztaritz, Laguardia, Zalduendo... este último, el más antiguo de Álava.

«'Aaztiyen' es un disco que solo se podría haber escrito en Arbizu». Tal vez. Pero anoche, en Donostia, el eco multiplicó su alcance hasta la categoría de fenómeno. Para ZETAK, ese 'hace poco' son apenas cinco años de trayectoria; para el euskera, en cambio, señala un tiempo todavía reciente en el que la lengua estaba relegada al silencio. Illunbe ofreció la imagen contraria: una plaza entera celebrando en euskera, con vocación de permanencia.

Publicidad

La puesta en escena, de nuevo, fue más que medio concierto en sí misma. Con la presencia de bailarines de Kukai, numerosos actores y actrices, músicos invitados, motivos carnavaleros, máscaras, todo ello entrelazado con un arsenal visual de pantallas y luces que envolvía a Illunbe en una especie de akelarre contemporáneo con un relato donde lo ancestral y lo electrónico danzaban juntos. ZETAK convocó a los seres y los puso a danzar entre sintetizadores.

Illunbe dejó de ser plaza y se volvió círculo ritual. El escenario, planteado en 360 grados, borraba frentes y convertía el coso en un epicentro envolvente: un círculo compartido que obligaba a mirar desde cualquier ángulo.

Publicidad

Con el euskera como eje identitario y una denuncia previa que recordó a Gaza, la propuesta adoptó un tono más profundo y de mayor calado político con conversaciones entre vivos y muertos, y el mundo actual y ancestral. En apenas cinco años, la banda liderada por Pello Reparaz ha logrado que su proyecto musical adquiera otra dimensión: de ser una apuesta novedosa, experimental y localizada, ha pasado a convertirse en un fenómeno cultural de masas, capaz de llenar grandes recintos, llegar a distintas generaciones y situar el euskera en el centro de un discurso artístico que trasciende lo meramente musical. De nuevo abogó por la recuperación de la mitología vasca y la puesta en escena de la danza, la mezcla de instrumentos tradicionales bañados de sintetizadores.

De lo ancestral, comedia

El setlist sostuvo la columna vertebral del espectáculo en 2025 con canciones de su discografía, nuevas versiones, mixes, invitados especiales y transiciones con percusión. Treinta minutos después de la apertura, sucedían 'Aralarko dama' y 'Kaliza hau' con interpretaciones de actores y miembros de Kukai, y un 'Zu' que encendió una fiesta electrónica que con un theremín sonando llevó a Reparaz a jugar con su sinte.

Publicidad

En 'Zeinen Ederra Izango Den', las linternas de los móviles volvieron a iluminar la plaza en uno de los momentos más coreados de la noche, y Mitoaroa demostró que también sabe ser comedia. Reparaz volvió a salir al exterior para escapar en su coche, pero se vio sorprendido por el cameo de un 'guerrero', Antton Tellería, que participaba en una rave sin igual junto a Ignatius Farray y Aitziber Garmendia. Los cómicos acompañaron a Pello hasta el escenario y saludaron al público, que los recibió entre aplausos mientras sonaba 'Itzulera', «que es de todos». A su paso por la grada, sorprendió al público al rendir homenaje y saludar a Kepa Junkera.

En su cincuenta aniversario, 'Lepoan Hartu Ta Segi Aurrera' de Pantxoa eta Peio también fue coreada por toda la plaza con lo protagonistas también sobre escenario.

A su vez, Reparaz recordó que «son tiempos difíciles, con un genocidio en Palestina» como telón de fondo, mientras Mitoaroa avanzaba en una danza conjunta, una «contradicción» —como él mismo subrayó—, la de celebrar y bailar aun siendo conscientes del sufrimiento. Para entonces ya había estallado 'Deskontrola', que se fundió con el sonido de las makilas, convertido en un himno a la libertad.

Noticia Patrocinada

Volvieron a llamar la atención el theremín sonando en el aire y el karnyx, una trompeta celta de la Edad de Hierro con la cabeza de latón de un dragón, que suspendida sobre Reparaz penetraba el ring superior aullando como un espíritu ancestral o eco primitivo de la historia vasca.

Akelarre final del Mitomundo

El concierto fue llegando a su fin con Illunbe teñido de un rojo intenso que dio paso a 'Aralarko Dama', con todos los seres y personajes del Mitomundo desplegados en escena y rodeando el graderío. Esta canción encarna la idea de que las tradiciones ancestrales —los cantos y relatos heredados de los antepasados— corren hoy el riesgo de desvanecerse precisamente en los territorios donde un día florecieron. Convertida en emblema de la propuesta artística de ZETAK, 'Aralarko Dama' ha sabido revitalizar y reinterpretar el patrimonio cultural vasco para las nuevas generaciones.

Publicidad

Lejos de quedar atrapados en la nostalgia, los mitos bajaron a la arena y encontraron un eco contemporáneo destinado a perdurar. Esposado, entre redobles de tambores y rodeados de fuego, los habitantes del Mitomundo lo llevaron al centro de la plaza y lo rodearon de fuego junto a Mari Domingi, el censor y una de las brujas interpretando 'Hileta Kantu Nafarra' como despedida.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad