«Situaciones como el dolor y la muerte nos hacen necesitar aún más la música»

- ¿Qué es el violín para usted?

- El violín para mí lo es todo. Con él he crecido, he viajado, he disfrutado y también he llorado. Es mi fiel compañero de vida, nunca me abandona y siempre está dispuesto a tener una buena 'conversación'.

- ¿Recuerda cuándo decidió dedicarse al violín y por qué?

- Hay estudios que asocian un tipo de personalidad con un instrumento musical en concreto, es más, hay gente que cree que es el instrumento el que escoge a la persona, y así lo siento yo también. No había escuchado un violín conscientemente nunca, pero con ocho años supe que el violín estaba hecho para mí, era el medio con el que expresar mi voz.

- Empezó su formación en Irun con Rafaela Acella. ¿Qué le ha aportado?

- Raffaela me ha dado todo. Me inculcó el trabajo duro y las largas horas de estudio, siempre con mucha pasión. Me abrió un mundo que para entonces para mí era desconocido. Un mundo del que me enamoré al instante. Era el mundo de la música clásica.

- También destaca en su biografía a Keiko Wataya, con quien se formó en Musikene, y posteriormente, Latica Honda-Rosenberg en Berlín

- Keiko tuvo un lugar muy importante durante mi etapa de Musikene. Con ella crecí mucho y fue el engranaje perfecto de cara a afrontar mi futuro. En Berlín trabajé con Latica Honda-Rosenberg, gran violinista, con la que amplié mucho mi repertorio. No quiero olvidarme de Irene Wilhelmi, con quien tuve el privilegio de estudiar durante dos años en Berlín. Ella me regaló su sabiduría y la tradición musical alemana.

- ¿Cómo es el momento en que un joven violinista termina su formación y se encuentra en las puertas de desarrollar una carrera profesional?

- Si entendemos terminar la formación con obtener una licenciatura o grado, tengo que decir que estaba muy bien preparado. Keiko me mentalizó y preparó para que no me sintiera perdido, y me dio la autosuficiencia para seguir luchando por mi sueño. Me trasladé a Berlín y siento que mi salto al mundo profesional ha sido muy natural.

- En la actualidad vive en Madrid. ¿Por qué?

- Estando en Berlín me llamaban mucho de la Orquesta Nacional de España y poco a poco fui haciendo de Madrid mi hogar, hasta ahora que soy violinista en la Orquesta de Radiotelevisión Española.

- Hablemos del disco. Un CD de violín solo es una apuesta muy valiente.

- Mucha gente me preguntaba si tenía algún disco para que me pudieran escuchar, pero no me animaba a hacerlo. Grabar un disco implica dejar huella y yo quería hacerlo con algo que fuera un fiel reflejo de quien soy. Y cuando lo encontré en ese mundo interior del que hablo, es entonces cuando nació este disco.

- 'Trascendo' viene acompañado de un libreto bastante estremecedor, tiene una magnífica calidad acústica y unas interpretaciones muy expresivas.

- Trascendo es un concepto que me encanta. Es el infinitivo en latín de nuestro trascender, que significa pasar de un ámbito a otro. Creo que no puede ir más en consonancia con mi forma de entender la música. Además, es un concepto que también significa superación, pasar de dentro a fuera de un determinado ámbito, superando las limitaciones que nos ponemos a nosotros mismos.

- ¿Qué ha querido comunicar con este disco?

- La convicción de que la música es capaz de traspasar las barreras y de hacer que salgamos de nuestro plano existencial cotidiano para llevarnos a otro que está más allá de la lógica. Siempre me ha parecido fascinante y me ha conmovido el hecho de que la música sea capaz de transportarnos a otra dimensión, incluso en las situaciones más traumáticas. De hecho, son esas situaciones extremas, como el dolor y la muerte, las que nos hacen necesitar aún más la música. Eso es lo que quería contar y para contarlo no tuve dudas de cuáles eran las obras que me iban a permitir expresar esos sentimientos.

- Incluye obras de repertorio habitual, como la 'Partita en re menor' de Bach junto a otras menos extendidas como la de Biber o la Sonata de Ysaÿe. ¿Qué criterio ha seguido para escoger este programa?

- Todas estas obras tienen una carga emocional muy fuerte. La 'Partita nº 2 en Re menor' de Bach fue escrita tras la muerte de su primera mujer ,María Barbara. En la 'Passacaglia', Biber nos habla de un ángel guardián y nos hace sentir que camina a nuestro lado. Ysaÿe utiliza su sonata para homenajear a Bach, e introduce el himno latino 'Dies Irae' donde describe el día del Juicio Final. Todos ellos trascendieron a través de la música, se cobijaron en ella para hacernos viajar.

- Sorprende el 'Réquiem' de Igor Loboda, obra de una atmósfera amenazante y dedicada a las víctimas del conflicto ucraniano de 2014. ¿Por qué la ha incluido en el disco?

- Loboda también quiso trasmitir a través de la música ese dolor. Es una obra que pese a su trasfondo humano, me cautivó musicalmente.

- El CD cuenta con el apoyo del Gobierno Vasco y de Donostia Musika. ¿Qué cree que han visto en este trabajo para apoyarlo?

-Quizás es una pregunta que contestarían mejor ellos, pero creo que el concepto de 'Trascendo' es muy personal e interesante, está hecho con mucha simbología y detalle y eso llega, es un disco diferente. También sé que han tenido en cuenta mi trayectoria profesional, así que es una suma de varios factores. En cualquier caso, quiero resaltar que también he tenido el apoyo de Domingo Martín y de la arquetera Magdalena Sapeta, quien me prestó dos arcos para la grabación. Sin ellos, el proyecto no habría sido posible. Gracias.

- ¿Qué les diría a los jóvenes músicos que están empezando en el mundo profesional?

- Que trabajen duro, que si tienen pasión ella les guiará. Que el camino siempre está en el interior.