Asistir al estreno de una obra por parte de una orquesta es un privilegio y más si como en el caso de este jueves completa ... el interesante proyecto que la Euskadiko Orkestra inició en 2019 para recordar la circunnavegación de Elcano. Zuriñe F. Gerenabarrena presentaba la pieza que cerraba ese viaje y lo hacía con una partitura llena de alicientes para el oyente. La creadora gasteizarra contó para su interpretación con una agrupación flexible y un director atento que permitieron disfrutar de una composición llena de contrastes, de claroscuros, de música parada y movida, en una especie de deconstrucción personal de todos los sentimientos que pueden surgir en una situación como la que vivieron los marineros de la expedición hace 500 años.
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Si Gerenabarrena sacó jugo a la orquesta, Bruckner la extrujó en su 'Octava', una sinfonía enorme, de nutrida orquestación y tamaño que incluye prácticamente todos los contrastes sonoros que pueden realizarse en un conjunto sinfónico, desde solos desnudos hasta potentes tutti, haciendo hincapié en las oscuras y ricas sonoridades de los metales. Treviño mantuvo el interés en el extenso 'Allegro moderato' inicial, especialmente convincente en el gran clímax de la recapitulación, con brillantes metales. El 'Scherzo' enganchó por su precisión rítmica y sus acertadas dinámicas. Los ecos de Wagner que se pueden escuchar en el 'Adagio' –este jueves muy cuidado– dieron paso a un 'Finale' lleno de energía en el que la Euskadiko Orkestra brilló por su riqueza sonora.
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