Ruper Ordorika: «Es sorprendente que el rock haya sobrevivido tanto tiempo»
Músico ·
El oñatiarra actúa hoy domingo acompañado de sus Mugalaris en el Kursaal, donde repasará 40 años de carreraDespués de revisarse a sí mismo en formato acústico y en solitario con 'Bakarka' (2018) y antes de lanzar en otoño su tercer álbum en ... directo, Ruper Ordorika (Oñati, 1956) actúa hoy en el Auditorio Kursaal, «un escenario de muchos kilates» por el que aún no había pasado. Junto a sus Mugalaris -Arkaitz Miner (guitarra, mandolina y violín), Lutxo Neira (bajo y contrabajo) y Hasier Oleaga (batería)- participará como invitado especial el catalán David Soler, que toca la guitarra y la pedal steel guitar.
- El próximo año se cumplen cuatro décadas desde que debutó con 'Hautsi da anphora' (1980). ¿Dan vértigo estos aniversarios tan redondos?
- Soy un indocumentado y, por alguna razón, no llevo bien la cuenta de este tipo de acontecimientos. Sin embargo, el aniversario de 'Hautsi da anphora' sí lo tengo bastante presente porque unos productores de Bilbao llevan un año proponiéndome hacer una serie de conciertos basados en ese repertorio.
- ¿Le apetece hacerlo?
- Me ha costado mucho incluso hablar de ello en serio, pero ahora veo la posibilidad de hacer algo interesante. Eso sí, sólo tendrá sentido si versiono esas canciones con mi banda actual y las reviso para llevarlas hacia adelante.
- ¿Y por qué dice que le ha costado? ¿Le quedan lejanas aquellas canciones?
- No, y de hecho, varias de ellas las mantengo en el repertorio de directo y también incluí alguna en mi último disco, 'Bakarka'. Ello, sin duda, habla bien de aquellos poemas de Bernardo Atxaga que, con el tiempo, se han ido recreando. Y quizás sean ahora más asumibles que entonces, porque seguramente iban un poco por delante de lo que se entendía como poesía en euskera. Y lo mismo pienso de la música: es bonito ver que canciones con tanto recorrido aún me hablan.
El concierto
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Artista Ruper Ordorika
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Lugar Auditorio Kursaal (Donostia).
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Día y hora Mañana a las 19.00.
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Entradas 18 euros.
- ¿Cómo contempla su propia evolución como músico y también como letrista?
- Lo esencial estaba ahí antes incluso del primer disco. Suena a perogrullada, pero mi afición a la música me llevó a cantar. Para mí, la canción es un género en sí mismo: en ocasiones bebe de la poesía, otras veces le gustan los anuncios de televisión o cualquier conversación que escucha en un bar... La canción es muy libre y esa fusión tan primitiva entre letra y melodía es esencialmente lo que yo buscaba. Si existe una evolución, creo que tiene que ver con la gente. No me voy a poner en plan Lola Flores y decir que me debo a mi público, pero el eco que la canción pretende crear te lo devuelve la gente a su modo. Y no hablo de masas sino, al contrario, de individuos, amigos o personas que cuando cantas, te hacen sentir que la canción se está redondeando. La aceptación de ese hecho es en lo que más he crecido porque al principio todo resultaba quizá demasiado hermético y mi música se consideraba un tanto rara.
- ¿Se llegó a sentir en tierra de nadie entre la canción de autor de Ez Dok Amairu y el rock radical vasco?
- Es que realmente estaba en tierra de nadie. Me salvaban los amigos que tocaban en grupos del rock radical: me llevaban de telonero, toqué mucho con Hertzainak, les produje un disco... Hace poco me han recordado que en un EP los Cicatriz me daban las gracias por haberles dejado una guitarra. Por fortuna, siempre he sentido mucho respeto, aunque ocasionalmente haya sido difícil encajar en algunos ámbitos.
- ¿Qué sintió cuando reconocieron toda su carrera con el Adarra Saria en 2015? A algunos músicos les dan respeto esos homenajes que parecen marcar el final de una carrera.
- Cuando te premian por un determinado disco es más fácil, pero los galardones a toda una trayectoria son más complicados de encajar. (Risas) Pero bueno, los recibes y a la semana siguiente estás descargando el furgón y tocando en Zumarraga. La música redime, no da mucho tiempo para pensar en esas cosas. Es un oficio muy liberador también.
- Le faltan tres años para cumplir 65, la edad oficial de jubilación...
- Mis amigos de Oñati están en esa edad, bien protegidos por la industria local, y suelo preguntarles cuándo van a hacer algo para que los músicos tengamos los mismos derechos porque uno se da cuenta de que el estatus del músico es risible. Pero la verdad es que de momento, no tengo ni idea de cuánto tiempo seguiré sobre el escenario.
- La semana pasada volvió a Euskal Herria Bob Dylan, que continúa girando a sus 77 años...
- Es lo que él llama 'Never Ending Tour'. Me da mucha envidia verle tocar con los músicos de una banda espectacular con la que lleva tanto tiempo. Supongo que él necesita sentirse bien para, a partir de ahí, derrapar y hacer todas esas cosas como cambiar de tono inopinadamente. Eso sólo se puede hacer con una banda de largo recorrido que se sabe las canciones de todas las maneras.
- Usted también lleva mucho tiempo con los mismos compañeros. ¿Es la actual formación de los Mugalaris la más estable?
- Diría que no, pero empezará a serlo en poco tiempo. Siempre digo que son una ONG sin especial ánimo de lucro y dedicada a salvar mis canciones. (Risas)
«La música redime, es un oficio muy liberador; no te da tiempo a pensar en premios»
«Sigo teniendo mucho respeto a la plaza, como dicen los bertsolaris»
«Quiero crear canciones para interpretarlas desde un punto de vista totalmente distinto»
«A veces llegas a un punto en el que el progreso no es sencillo»
- ¿Le sigue imponiendo el escenario?
- Mucho me ha tenido que gustar esto para empujarme hasta un escenario, que no es mi espacio natural. Suelo decir que tengo menos cintura que Alexanko. (Risas) Es verdad que el tiempo y la experiencia ayudan pero antes de salir a tocar, mejor no me llames por teléfono. (Risas)
- ¿Tan nervioso se pone?
- Sí, sí, soy un desastre. (Risas) Sigo teniendo mucho respeto a la plaza, como dicen los bertsolaris. La plaza intimida a algunos y yo soy uno de ellos, pero me planteo todo esto como un aprendizaje y un privilegio. Eso es lo que me salva.
- Su carrera se caracteriza por mezclar la música popular vasca y el rock. ¿Hasta qué punto era consciente de estar acercando ambos mundos en la mejor tradición de los 'songwriters' clásicos anglosajones?
- Todo ha sido un proceso muy intuitivo, nunca hubo un plan detrás, pero por un lado, siempre me gustó la música tradicional -hice tres discos con Hiru Truku- entendida como la anterior a la aparición de la radio. Tenemos la suerte de que en euskera es un material muy poco maleado y siempre tienes la sensación de estar en un terreno más desconocido. Y por otra parte, desde chaval siempre quise tocar en un grupo como aficionado a la música anglosajona y al rock.
- Un género que parece tener menos preponderancia que nunca. Para muchos jóvenes de hoy en día el rock es una especie de música para gente mayor...
- De hecho, es extraordinario y sorprendente que el rock haya sobrevivido durante tanto tiempo y no se haya terminado antes. Hace tiempo que las listas americanas están copadas por géneros como el hip hop y el rap, y por eso me llama la atención que sobreviva el formato de combo de rock. Al final, el rock no es un tupé determinado o un riff de guitarra: es la actitud de la música popular de mi tiempo, aquello que nos hacía reunirnos de chavales a tocar canciones de la Creedence en un garaje...
- ¿Cree que algún día desparecerá?
- No lo sé porque la música está atravesando un cambio radical que afecta a las formas de consumo, a la industria, la producción... Pero si me preguntas por la canción, creo que perdurará siempre. Todas las tribus del mundo y todos los seres humanos cantan en toda las lenguas y culturas, ya sea en la ducha o en un ritual... Es una forma tan primitiva de expresión que casi nos define como especie.
- Su web está encabezada por una cita del poeta W.H. Auden: «Aparte del análisis puramente técnico, no se puede decir nada sobre la música, excepto cuando es mala; cuando es buena, solo se puede escuchar y estar agradecido».
- Soy aficionado a la poesía y conozco bien a Auden, pero no sabía que era tan melómano. En un libro suyo leí esa cita y me gustó. La buena música está instaurada en todas las tradiciones como parte de un ritual. Cuando éramos pequeños, si había música es que había fiesta, funeral o misa mayor. O igual había nacido alguien y llamaban al txistulari... La música siempre celebraba o señalaba algo fuera de lo cotidiano y era imprescindible. Y puede que ahora tengamos una relación distinta con la música, pero siempre ha sido liberadora y ha servido para celebrar.
- En otoño publicará su tercer disco en directo. ¿Servirá, como los dos anteriores, para cerrar una etapa en su carrera?
- Es algo que yo también me pregunto. Aunque no soy un gran consumidor de discos en directo, los míos siempre me han funcionado muy bien para darme impulso e ir siempre un paso adelante. A veces llegas a un punto en que el progreso no es sencillo. Hay un equilibrio entre el bienestar que te ofrece lo conocido en términos musicales y la asunción de riesgos. Riesgos que muchas veces no son percibidos como tales desde fuera, pero que tú te planteas: hablo de cosas musicales, técnicas y a veces aburridas.
- ¿Por ejemplo?
- Tocar en solitario en plan serio era algo que tenía que hacer y que nunca había hecho, y por eso me animé a publicar 'Bakarka', mi primer disco con sólo voz y guitarra. También me gusta buscar sonoridades y ahora mismo estoy tratando de hacer algunas nuevas canciones para interpretarlas desde otro punto de vista totalmente distinto. Como no sé si lo conseguiré, prefiero no avanzar mucho. Me gustaría seguir con los Mugalaris, pero mi idea de próximo disco sería contar con diferentes músicos y colaboradores de diferentes ámbitos, pero aún estoy en el camino, buscando.
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