La revolución íntima del directo
Conciertos con auriculares. ZETAK protagoniza en Illunbe el mayor concierto 'silent' internacional en un experimento que replantea la esencia de la música en directo
E
l silencio nunca había sonado tan alto. Los 'silent concerts' o conciertos silenciosos irrumpen en el panorama musical como una propuesta que desconcierta tanto como fascina: miles de personas reunidas en un mismo recinto, compartiendo la experiencia de un concierto masivo, pero cada una escuchando a través de sus auriculares. Lo que nació como entretenimiento alternativo en discotecas se traslada ahora a escenarios de gran formato y abre un debate que va más allá de la técnica: ¿puede el directo reinventarse desde la intimidad sin perder su dimensión colectiva ni la fuerza de la música en vivo?
El de ZETAK en Illunbe no fue solo un experimento sonoro: con cerca de 40.000 asistentes en tres noches, se convirtió en el mayor concierto silent celebrado hasta la fecha a nivel internacional, dentro de un formato que hasta entonces apenas había superado el ámbito de clubes y discotecas.
El sonido estéreo es el que predomina en conciertos como el de ZETAK. Ponte los auriculares para sumergirte en la experiencia.
Hemos asistido a una mejora constante de la técnica —sistemas de amplificación más sofisticados, mesas digitales, efectos visuales que rivalizan con el cine—, pero conceptualmente no a una revolución en el formato: músicos sobre un escenario, altavoces apuntando hacia el público y decibelios como medida de la experiencia con la música como fenómeno colectivo pero unidireccional.
Los auriculares se presentan como una alternativa que despierta curiosidad y polémica a partes iguales, y como toda innovación, dividen al público. Sustituyen la vibración por una escucha individual, limpia y controlada. Para unos una experiencia fresca, mientras que para otros desnaturaliza la esencia del directo.
¿Estamos ante un cambio real en la manera de entender la música en directo o simplemente ante otra moda pasajera? Los ya llamados conciertos silenciosos llegan precisamente a interrumpir esa inercia. No renuncian a reunir multitudes, pero trasladan el espectáculo del espacio compartido al terreno íntimo de la escucha, con el silencio convertido en parte activa del espectáculo. Y es ahí donde emerge la paradoja: una experiencia colectiva construida desde la intimidad de cada par de auriculares.
Mikel Fernández Krutzaga, ingeniero de sonido especializado desde hace dos décadas en bandas sonoras para cine y galardonado con un Grammy, en los últimos años ha trabajado en producciones de Mediaset, Movistar, Netflix e incluso HBO, y colaborado con orquestas sinfónicas como las de Londres, Budapest o Bratislava, además de haber sido técnico de sonido de innumerables artistas vascos e internacionales. Desde su estudio Musikart de Amezketa explica: «En realidad, los auriculares son simplemente otro sistema de escucha. Podemos oír música a través de altavoces, de auriculares o, directamente, sin nada, como ocurre en muchos conciertos de música clásica, donde el sonido se transmite en directo, sin necesidad de amplificación. La diferencia es que básicamente, en lugar de recibir el sonido desde un punto concreto —el escenario— y percibirlo de manera distinta según dónde te sitúes, el sonido que llega al oyente es más directo y cercano a lo que sale de la mesa de mezclas. Es como escuchar la radio, lo que tiene sus ventajas y desventajas».
«En recintos de acústica complicada, los auriculares son una segunda buena opción, pero no creo que sustituyan al altavoz»
Mikel Fernández Krutzaga
Ingeniero de sonido
La señal del concierto se emite en estéreo por radiofrecuencia y cada auricular funciona como un pequeño receptor. El resultado es limpio y permite ajustar el volumen individualmente, algo impensable en un concierto convencional. Conviene aclarar, sin embargo, que no se trata de una experiencia inmersiva en sentido estricto: el sonido no es binaural, sino estéreo, por lo que no recrea en 360 grados el espacio sonoro.
Acústica vs. escucha
En muchos casos, el uso de auriculares en conciertos no responde tanto a un afán de innovación como a una necesidad práctica: la de lidiar con recintos de acústica complicada. Plazas de toros, frontones o pabellones deportivos, como el propio Illunbe, no fueron concebidos para la música y suelen devolver un sonido rebotado, difuso, difícil de controlar incluso con equipos potentes debido a la resonancia del espacio. Los auriculares permiten sortear esas limitaciones y garantizar una escucha nítida.
«Es la acústica en contra de la escucha. En esos casos, los auriculares son una buena segunda opción. Pero no creo que sustituyan al altavoz. Si ya tienes buen sonido, ¿para qué quieres auriculares? Entonces es más una cuestión de moda o marketing. Cuando se escuchan unos altavoces de gran formato, la sensación es distinta: hay frecuencias que los auriculares no son capaces de reproducir con la misma fidelidad. Los subgraves, por ejemplo, resultan difíciles de captar en unos cascos, mientras que la magnitud y la presión sonora que ofrecen unos altavoces bien instalados es casi imposible de replicar. Creo que ZETAK acertó plenamente en hacerlo de esta manera, porque se trata de un recinto con una acústica muy complicada, y los auriculares permitieron evitar esos problemas», opina.
Una idea anterior a Illunbe
El concepto llevaba tiempo rondando en la cabeza de Pello Reparaz, incluso antes del primer Mitoaroa en el Navarra Arena, y llegó antes de decidir actuar en Illunbe, que se reafirmó dada su complicada acústica. Fue entonces cuando la banda dio el salto y rompió con el formato. Ha habido una evolución en su forma de experimentar con la música: en 2019 realizaron una audición del primer disco utilizando auriculares y, durante la pandemia, ofrecieron por primera vez un concierto en directo en el Planetario. Uno de los aspectos más destacados, así, fue la impecable mezcla realizada por el técnico e ingeniero de sonido de ZETAK Paxkal Etxepare. «Tras Mitoaroa I supe que la gente había vivido una experiencia nueva, así que no quería repetir algo similar. Era demasiado previsible, y ZETAK siempre busca huir de eso. La idea de los auriculares surgió incluso antes de decidir hacer el concierto en Illunbe. Éramos muy conscientes desde el principio de que un porcentaje del público sería crítico, porque no es lo habitual. Pero somos coherentes con nuestra idiosincrasia: cuestionarlo todo y ofrecer a nuestros seguidores nuevas experiencias y la oportunidad de salir de su zona de confort», recalca Reparaz.
«La idea surgió antes de decidir el concierto de Illunbe. ZETAK siempre busca huir de lo previsible»
Pello Reparaz
ZETAK
Esta actitud forma parte de un enfoque más amplio que lo define: «La defensa del euskera y de las lenguas no hegemónicas está presente desde la raíz, pero también existe una especie de pretexto en la forma y unas ideas que nos gusta mantener siempre presentes, sea cual sea el proyecto que presentemos. Una de ellas es cuestionarlo todo, algo que creo que también forma parte de mi carácter. En ese camino de cuestionarlo todo, surgió la idea de replantear incluso el formato».
Los cascos no solo plantean un nuevo enfoque para los conciertos, sino que también abren posibilidades de accesibilidad y de aplicación en otros ámbitos —desde el teatro hasta las conferencias—. «En el fondo, se trata de una tecnología sencilla, basada en la radio, que lleva décadas existiendo. No es más que una fuente de sonido más que hasta ahora no se ha utilizado, se ha tirado por ese camino», aclara Mikel Fernández Krutzaga.
A nivel internacional, las grandes producciones siguen confiando en la vieja fórmula de altavoces y decibelios. No se trata solo de una cuestión de costes; se respaldan con sistemas de sonido de gran calidad. «Lo hemos visto en la gira de Springsteen. Al final, la calidad del sonido la determinan los músicos y el técnico que hace la mezcla, más que el sistema empleado. Con altavoces o auriculares, lo que importa es cómo se toca y cómo se mezcla el sonido. Creo que también tiene que ver con la conexión con el público», señala, que a su vez añade que la practicidad juega a favor del formato silent. Manejar 15.000 dispositivos puede convertirse en un reto logístico, pero trasladar el formato a pequeños recintos con 100 o 150 resulta hoy en día sencillo y puede convertirse en una alternativa eficaz allí donde el sonido no es viable. «En un momento dado, quizá pueda ser algo híbrido: un volumen exterior muy suave y, si quieres más, lo subes con los auriculares», concluye Fernández Krutzaga.
Una empresa del silencio
Desde Silent System, empresa encargada de proporcionar los auriculares en Illunbe, el cofundador Fabrizio Baraldo destaca la complejidad técnica: la coordinación, afinación técnica, la triplicación de la señal para evitar problemas y un equipo de más de 10 técnicos, además de 60 auxiliares. Un hecho que marcará un antes y un después, dice, y que abrirá la puerta a eventos cada vez más grandes.
La compañía arrancó en 2012 y comenzaron a realizar los primeros conciertos tres años después, en colaboración con Yamaha, a través de unos pianos híbridos que podían conectarse a transmisores para emitir el sonido directamente a los cascos del público en lugares poco convencionales como una antigua piscina en Milán, castillos en Francia o parques en Galicia. «Gracias a esta tecnología, los asistentes podían disfrutar de la música con una calidad sonora excepcional y una concentración total, algo difícil de lograr con sistemas de altavoces tradicionales en esos espacios. A raíz de entoncesa más profesionales del mundo de la música y del arte en general, han ido acercándonos y creando propuestas, y cada año ya se realizan 7 u 8 conciertos en toda Europa, aunque no de este calibre», cuenta.
«Desde el principio vi al 'silent artist' como alguien capaz de reinventar la conexión con su público, utilizando nuestras herramientas e instrumentos como medio de expresión. Mi propósito siempre fue impulsar esta forma de arte y de experimentación sonora, pero no ha sido necesario forzarlo: la familiaridad del público con los dispositivos portátiles y la búsqueda de nuevas formas artísticas hicieron que el concepto creciera de manera natural; era cuestión de tiempo que surgiera y se consolidara».
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