La Oreja de Van Gogh salva las distancias de estos tiempos con conversaciones cercanas

«A ver, ¿cómo nos sentamos?». «¿Nos quitamos la mascarilla al hablar cada uno?» Es que si no igual no se nos entiende». «No, no, hay que mantenerla puesta todo el rato». «Luego tendrás que limpiar la grabadora por si acaso». «Es que, como siempre nuestra primera entrevista de cada disco es con El Diario Vasco, todavía no nos hemos acostumbrado a los protocolos, vamos a ensayar contigo antes de ir a Madrid, ja, ja». «Y en esta primera entrevista fijamos siempre lo que queremos decir en el resto de la promoción».

Así comenzaban los componentes de La Oreja de Van Gogh su primera cita para hablar del nuevo disco, 'Un susurro en la tormenta', menos distendida y efusiva de lo que les sale de natural a los cinco componentes del grupo donostiarra, a causa de las reglas y distancias provocadas por la pandemia, pero con el entusiasmo y la excitación intactos ante el nacimiento de su nuevo álbum, 'Un susurro en la tormenta', que mañana se publica y se desvela al completo. Un largo proceso que marca otra distancia, de cuatro años, desde la publicación del anterior, 'El planeta imaginario', y nueve meses desde la grabación en enero en los estudios Le Manoir en Las Landas, con Paco Salazar como productor.

Desde el pasado martes apuran en Madrid toda la campaña de promoción previa a la salida del disco («a muchos sitios vamos a tener que ir solo uno o dos del grupo, por el protocolo sanitario») y se van acomodando a una nueva forma de hacer las cosas: lo que en las anteriores ocasiones era un plan fijado para los dos años siguientes de presentaciones y giras por el mundo, ahora es una perspectiva corta e incierta ante la que hay que ir adaptándose.

Pero, buscando la normalidad, empecemos por lo más básico. ¿Por qué el disco se titula 'Un susurro en la tormenta'? «Este disco tiene un hilo conductor que pueden ser las conversaciones, los diálogos entre personas, con uno mismo, con tus hijos, con las personas a las que quieres...», explica el guitarrista Pablo Benegas. «En la tormenta que puede ser el día a día hay ese susurro, esa conversación con alguien importante para ti, que es lo que te da aire», añade Pablo. «Qué bien hablas, yo ya me lo he apuntado para repetirlo por ahí», bromea Haritz con la complicidad de Álvaro, sin poder evitar la fuga humorística que siempre practican aunque estén hablando de un disco de apariencia más seria y dramática a primera vista.

«En el disco anterior ya había bastantes canciones que planteaban temas importantes, en realidad las ha habido desde el inicio de la carrera de la Oreja», observa Leire. «Es verdad que en este disco, quizás por la edad o por la perspectiva que tenemos ahora, hay matices distintos. Casi todas las canciones te llevan a plantearte cosas, a reflexionar». Y aunque el álbum estaba terminado antes, «en el confinamiento ha habido tiempo de plantearse cosas, de notar esas distancias que a todos nos hacen sentirnos más solos», como señala Leire. Y el tono conversacional que tiene el disco, puede encajar muy bien en estos tiempos, porque «una canción puede contribuir mucho a compensar esas distancias y a tener una conexión con otros».

Cuando en la confinada primavera se anunció que el disco saldría en septiembre, muchos fans mostraron su desesperación en las redes sociales: era esperar demasiado. «Ahí sí que nos afectó de lleno la pandemia, no pudimos hacer una gira por Estados Unidos en mayo, luego venían otros conciertos de calentamiento para desembocar en el disco en septiembre. Y se creó un gran vacío porque estábamos todos en casa», explica Pablo. «Pero eran comentarios cariñosos, los fans han crecido con nosotros y tienen un punto irónico, autorreferente, juegan al drama», advierte Xabi, . «Son enfados cómplices que te gusta leer», dice Haritz.

Hubo que reinventar la escaleta para ese compás de espera, «aunque los dos singles que han salido, con las canciones que decidimos, incluso en contra de la opinión inicial de la discográfica, y la fecha de lanzamiento del álbum, estaban decididos antes», advierte Pablo.

«Es nuestro octavo disco, llevamos más de veinte años haciendo canciones, y teníamos claro que íbamos a elegir las canciones que a nosotros nos ponían brillantes los ojos en el estudio, y no lo que diga la ortodoxia del marketing. Buscamos lo que a nosotros nos haga vibrar», explica Xabi. Así sorprendieron con la inicial 'Abrázame', que reconocen como «una canción pesada, dramática, gótica», describe Xabi, «pero lo primero que queríamos era enseñar esa canción, lo teníamos clarísimo y era una decisión artística, sin más», completa Haritz.

«Este es un disco de bandas sonoras de películas que aún no existen», suelta Xabi. «¿Cómo has dicho? Esta frase me la apunto yo, muy bonito, es que es así», aplaude Pablo en ese 'brainstorming'. Ya se sugiere en la portada del disco, con su aire 'vintage' como de melodrama y cine negro. «Sí, quizás las letras en este disco abordan temas más serios y con un punto más crudo, y en general nuestras canciones suelen tener ese punto nostálgico, pero siempre dejando una puerta abierta a la esperanza, para poder respirar o escuchar al otro. Hay luz al final».