Euskadiko Orkestra: el océano que amainó
Crítica de música ·
El Océano Pacífico que ha imaginado Mérah se mostró con sus aguas revueltas. Esa serenidad que aventuraba el largo y fino comienzo pronto removió un gran charco del que salpicaron timbres y disonancias de rítmica impredecible. Una armonía inquietante, tenebrosa y selvática con destellos de verdadera belleza en los que, por momentos, se podía sentir el aire marino soplar. El brío en la voz de Daletska sobresalió.
Bártok despegó, pero ya fue hacia el final. Liderados por su entusiasta batuta, la taiwanesa tiró y estiró y por fin arrancó el carácter de una cuerda que hasta entonces se había mantenido algo plana. Al piano, empapado de pedal, Varvara lució más cómoda luego con una propina clásica y eficaz.
Tras el descanso la orquesta salió con las ideas claras. Junto a Beethoven emergieron más colores, subió la temperatura y el baile de dinámicas emocionó desde el 'Presto'. Una precisión cristalina como el vidrio que calmó las aguas, ahuyentó las nubes y empujó las velas en su trayecto pacífico por el océano.