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Quincena Musical

Crítica del concierto de Grigory Sokolov: Mística experiencia

María José Cano

San Sebastián

Miércoles, 16 de agosto 2023, 22:42

Grigory Sokolov

  • Intérprete Grigory Sokolov, piano

  • Programa 'Ground in gamut en sol mayor, Z 645', 'Suite nº 2 en sol menor, Z 661', 'A new irish tune [Lilliburlero] en sol mayor, Z 646; 'A news scoth tune en sol mayor, Z 655', '[Trumpet tune, called the cibell] en do mayor, ZT 678', 'Suite nº 4 en la menor, Z 663', 'Round O en re menor, ZT 684', 'Suite nº 7 en re menor, Z 668' y 'Chacona en sol menor, ZT 680' de Purcell; 'Sonata nº 13 en si bemol mayor, KV 333 (315C), op. 7 nº 2' y 'Adagio en si menor, KV 540' de Mozart.

  • Fecha 16-8-23.

  • Lugar Kursaal.

  • Asistencia 1.350 personas.

  • Propinas Rameau, Chopin, Rachmaninov, Bach.

Fue una experiencia casi mística, hipnótica, creada únicamente con un piano y las manos de Grigory Sokolov. Volvimos a rendirnos a su manera personal de ... comunicarse con su instrumento, a su inmensa gama sonora y a su capacidad de dotar de sentido hasta el discurso más simple. En plena forma técnica y creativa, regaló un concierto magnífico hecho de puro sonido.

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Trasladar la música de Purcell a un piano no es una tarea fácil. Sus piezas para teclado son de tal sencillez que no permiten el virtuosismo, muchos matices o la experimentación de sonoridades diversas que puedan dotar de brillantez al discurso. Conseguir, por ello, que se transformen en obras pianísticas de interés es casi una heroicidad que seguramente pocos pueden lograr. Sokolov lo hizo. Las 'Suites' y las piezas breves que intercaló entre ellas parecieron estar escritas para piano sin perder de vista su estilo barroco. Si bien fue un maestro en las cristalinas ornamentaciones, las piezas mantuvieron su pulso rítmico y su sentido. Sokolov jugó con moderados pero significativos contrastes dinámicos y utilizó el pedal con sabiduría, de forma que se escuchó un piano, no un clave, pero en unas lecturas adecuadas a la época, personales pero respetuosas.

El pianista dedicó la segunda parte de su recital a Mozart. Evidentemente, su piano cristalino, claro y pulcro permitió recibirlo en toda su pureza. Siempre impecable, transmitió respeto en articulación, dinámicas y estilo, regalando unas expresivas lecturas que coronó con generosidad y seis propinas deliciosas.

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