Crítica de Bach Collegium Japan: Toda la grandeza de Bach

La agrupación se presentó con una formación de una veintena de coralistas, de los que salieron los cuatro solistas vocales, al que se sumó un conjunto instrumental que, si bien varió teniendo en cuenta la escritura de cada cantata señalada por el compositor, sumó otra veintena de músicos. Desde el coral inicial de la 'Cantata BWV 20, O Ewigkeit, du Donnerwort' (¡Oh eternidad, atronadora palabra!) sorprendió la brillantez de las voces del coro, que hicieron justicia a Bach mimando la dicción y marcando con claridad la articulación. Esta cantata permitió descubrir a tres de los solistas, en este caso los masculinos: el tenor, el bajo -ambos muy acertados en sus intervenciones- y al magnífico alto Alexander Chance, que sorprendió no solo por su bellísimo timbre, sino sobre todo por su control del vibrato, lo que le permitió conquistarnos con su expresividad ya desde su primera intervención en solitario, en el aria 'O Mensch, errette deine Seele'.

La calidad y el disfrute se mantuvieron en el resto de un programa diseccionado al detalle por el director Massaki Suzuki. Prueba de ello fue el cuidado del fraseo, la acentuación, el equilibrio tímbrico en el conjunto instrumental y en el logrado, asimismo, con las voces. En la 'Cantata BWV 94 Was frag ich nach der Welt' (Qué me importa el mundo), en la que la flauta travesera tuvo un especial protagonismo, volvimos a dejarnos seducir por el maravilloso canto del alto y por el buen saber hacer de todos sus compañeros. Precioso también el coro de apertura de la 'Cantata BWV 93 Wer nur den lieben Gott läßt walten' (Quien al amado Dios deja actuar) y el aria de tenor 'Man halte nur ein wenig stille'. Los expresivos recitativos, que fueron un ejemplo de claridad en emisión y compenetración entre la voz y los instrumentos, sumaron más puntos a un encuentro que se completó con la 'Cantata BWV 78 Jesu, der du meine Seele' (Jesús, tú que mi alma redimiste), en la que se volvió a recuperar la soberbia flauta, esta vez para dialogar con el tenor en 'Das Blut, so meine Schuld durchstreicht'. La obra, que se abre con un coral de gran profundidad, tuvo una lectura, que al igual que todo el concierto, permitió empaparse de toda la grandeza de Bach.