El Fenomena de Hondarribia, contra viento y pandemia

«En enero y febrero estábamos ilusionados atándolo todo y, de repente, llegó la pandemia. Empezaron las complicaciones, las dudas, cayeron las dos opciones favoritas, los patrocinadores comenzaron a retraerse y hubo que empezar de cero con nuevas contrataciones a las que siguieron nuevas cancelaciones», recuerda Ernesto Villar desde la organización. Después de que dos bandas norteamericanas anularan sus visitas, se centraron en Europa «para no depender de giras quiméricas» y le echaron el lazo a Jim Jones, «una opción seria y punzante» que tampoco prosperó.

Así que «con la espada de Damocles siempre encima», tuvieron que volver a empezar, atrapados en un bucle similar al de Sísifo, por abundar más aún en la mitología clásica. ¿Y por qué esa obstinación, esa fijación por continuar a cualquier precio? «Primeramente porque no somos promotores y no nos jugamos los cuartos. Somos una asociación sin ánimo de lucro y buscamos financiación pública y privada para vitalizar la agenda musical de nuestro entorno», subraya Villar, quien a esa ausencia de riesgo económico, suma un motivo de peso mayor: «El compromiso con un gremio, el de las artes escénicas, que está sufriendo lo indecible y que de momento no vislumbra un futuro decente».

Según recuerda, la situación de las salas y de las artes en vivo es crítica. «No podíamos permitirnos el lujo de parar. El mundo de la música agoniza, están cerrando salas emblemáticas, músicos con estabilidad se plantean volver a dar clases, los técnicos no tienen ninguna perspectiva y, sobre todo, pesa que la sociedad y las instituciones no entienden aún la verdadera importancia del arte. Esto no va de entretenimiento. Yo cuando llego a casa y pongo un disco no me estoy entreteniendo, estoy dando contenido a mi vida. Para eso está el Fenomena», dice, tajante, antes de añadir un tercer motivo a su empeño por mantener el festival: «Romper la dinámica casa/trabajo/terraza que durante un tiempo parecía el único modo posible de socializar».

Jamás pensaron en cancelar: «Nunca». El Ayuntamiento de Hondarribia les apoyó, Kutxa Fundazioa mantuvo su aportación y también han recabado una importante partida de la Diputación que les permitirá realizar el festival con las medidas que marcan la ley «y el sentido común». Todos los conciertos se realizarán a cubierto en el frontón Jostaldi y no en los jardines del Kasino Zaharra en previsión de mal tiempo.

El aforo estará limitado a 300 personas que seguirán las funciones en sus sillas con mascarilla y guardando la distancia. No habrá barra -«Una de nuestras fuentes de financiación»-, pero el público podrá aprovechar el tiempo de desinfección entre actuaciones para tomar algo en los bares de alrededor: «Bastante restrictivo todo, pero es lo que toca». No hay un bono para todo el festival, sino que deben retirarse invitaciones gratuitas para cada función en tickets.kutxabank.es.

Los bidasoarras Left Hook abrirán mañana Fenomena con una «propuesta arrolladora» de stoner-rock instrumental con dos bajos distorsionados que dan la «idea clara del concepto de los graves, el sonido y la textura». Después la mallorquina Maika Makovski volverá precedida de una actitud y carisma arrolladores que han agotado de antemano las invitaciones.

El domingo a mediodía habrá una charla de Cabezafuego en la casa de cultura y, ya por la tarde, el recinto de conciertos recibirá a Elena Setién & Joseba Irazoki, que sintonizan con los valores de Fenomena: «Son artistas vigentes, sinceros y con un punto de riesgo». Después, los valencianos Cuello mostrarán unas canciones «arrebatadoras» que transitan entre el power pop rabioso, el punk y el rock -«No sabría definirlo pero construyen himnos como no he oído en mucho tiempo: van a perla por canción», opina Ernesto-, mientras que los murcianos Crudo Pimento cerrarán el festival con una propuesta «personal e intransferible» que es «un juego de búsqueda» con instrumentos rudimentarios tras texturas contemporáneas».