María Berasarte: «Me ha costado descubrir la rockera que hay en mí»

– ¿Qué es 'Lurra eta bidea'?

– Siempre he estado buscando en otras culturas aquello que quería despertar en mí. He curioseado y viajado por todo el mundo, pero ahora, con casi 20 años de carrera, quería hacer algo sobre la base de mi tierra. Tocaba quedarse aquí, detenerse y aprovechar todo lo vivido y aprendido para enriquecer mi trabajo a partir de mi cultura. Al principio, la idea era hacer un viaje por canciones que han significado algo en mi carrera, llegar a la canción popular vasca con otros colores y otros riesgos, pero durante el confinamiento, como no sabía si iba a ser el último proyecto, me entraron ganas de experimentar y me dije: «Voy a soltarme la melena».

– ¿En qué sentido?

– Por ejemplo, teniendo otro espíritu a la hora de trabajar y abriéndome a lo que puedan aportar los músicos. También me motivaba la idea de improvisar, de aportar matices no sólo con las cuerdas vocales, sino también a través de ruidos creados con mi propio cuerpo. La idea era experimentar, volcar todas mis locuras y no encasillarme, y aunque el conjunto tiene una coherencia con mi obra anterior, se nota que cada canción respira por el lugar que tiene mayor potencial y te lleva a diferentes lugares.

– ¿También geográficos?

– Sí. Hay tres bloques: origen, camino y tierra. Por ejemplo, a Portugal no voy con el fado típico que ya he hecho antes, sino con las Adufeiras de Monsanto, canciones tradicionales de la aldea más antigua del país. Quería transitar por lugares diferentes que la gente no conozca tanto y esas piezas son como una especie de rezos muy tribales. También paso por la canción brasileña de artistas como Gonzaguinha; canto 'Al alba', el clásico de Aute, a quien quería rendir un homenaje porque es muy importante para mí... Hay alguna pieza original de mi segundo disco y, por supuesto, sin ir a lo más obvio, también interpreto canciones populares vascas como 'Loriak udan' o 'Txori erresiñula', sin olvidarme de mi debilidad, Mikel Laboa, porque siento que su espíritu está siempre ahí, enseñándonos algo constantemente y abriendo puertas: de él he rescatado 'Nao es tu, faculdade de sentir', el texto que escribió en portugués Joseba Sarrionandia.

– No parece haberse puesto muchos límites...

– No me gusta estar enfrascada y tener la responsabilidad del género musical porque te limita un montón. He escogido temas que tienen letras o algo que te hace viajar. El formato es muy pequeño y se basa en investigar con los sonidos de la guitarra eléctrica de Joseba Irazoki, la percusión de Igor Telletxea, la voz de David Azurza... Hay efectos, ambientes que a veces derivan en un mantra o atmósferas distintas... Es todo muy instintivo y creo que me representa. Al final, la verdad siempre da un buen resultado. Si piensas algo mucho, estás tratando de manipular, pero con los años desarrollas un criterio para saber qué queda bien y qué no. Además, el espectáculo juega con el factor sorpresa y va seduciendo poco a poco. Quiero que inspire, que haga que suceda algo en las otras personas. Y no deseo contar mi historia en plan narcisista, sino evocar, dar pinceladas sutiles y transmitir un mensaje que genere fuerza, libertad... Me gustaría lograr algo que remueva a las personas, que se sientan mejor después de la función... Intento mover al espectador, pero de manera individual, como en un cara a cara.

– Intuyo que es la primera vez que canta acompañada por una guitarra eléctrica...

– La verdad es que no había salseado nunca con ella y ha sido un placer 'descubrirla' junto a Joseba, un músico muy de verdad que tiene un enorme compromiso con lo que está tocando, aparte de un gran gusto musical. Igual él no era consciente pero me estaba aportando muchas ideas... Porque claro, si yo escucho algo que es nuevo para mí, también pienso en cantar de otra manera, y ello que hace que sucedan cosas, que me nutra del trabajo de mis compañeros... Me ha gustado mucho, dentro de mí llevo una rockera que no veas, pero me ha costado descubrirla.

– ¿Diría que es un espectáculo de rock?

– No, pero igual el concepto podría funcionar en un festival de rock. Yo sólo sé que va a sorprender. Puede sugerir cierto desorden, algo relacionado con mi manera de ser, pero todo tiene sentido: hay que verlo hasta el final y el público no debe esperarse lo que ya se imagina.

– ¿Pero es accesible para todos los públicos?

– La verdad es que explicarlo con palabras es difícil y entre los músicos a veces nos reíamos intentando expresarlo. El caso es que está viniendo gente joven y mayor, y a todo el mundo le gusta por igual. Por ejemplo, es la primera vez que veo en las caras de mis amigas que les ha gustado un montón. Antes también venían a verme, pero igual no repetían el concierto y ahora sí. Las cosas no tienen por qué tener todas un nombre. 'Lurra eta bidea' es una experiencia llena de matices pero fácil de entender cuando uno se sienta a disfrutarla en un momento de intimidad. No es necesario intelectualizarla.

– ¿Tendrá disco este proyecto?

– De momento, no. Tiene que seguir evolucionando, es una función viva y la narrativa debe estar clara. Quizá podríamos grabar el concierto en imágenes y compartir alguna cosa, pero aún no está decidido.