Quincena Musical
«Tengo 95 años, más de 60 como abonada de la Quincena... y cada vez me gusta más»Desde la butaca 21, en la fila 38 del Kursaal, la donostiarra María José Turrillas no se pierde una cita con 'su' festival. «Esto me llena de vida», dice
Dice que tiene 95 años... «¡y medio!». Poniendo especial énfasis en ese 'y medio' que el pasado jueves celebraba. Un 10 de febrero de ... 1928 nacía en París María José Turrillas y, apenas once años después, se celebraba la primera edición del que hoy en día es el festival de música clásica más antiguo en España: la Quincena Musical. María José es, con toda probabilidad, la espectadora más veterana de la Quincena y, sin lugar a dudas, la más fiel. «Más de seis décadas llevo como abonada, pero anteriormente, de soltera, ya venía».
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Para entender su pasión no hay más que ver la mesa que preside su sala de estar, toda ella repleta de recortes de periódico, programas de mano, carteleras del cineclub Kresala, libros, revistas de la Quincena... «El día en que me muera... ¡Madre mía! El otro día mi bisnieto, que tiene ocho años y es muy salao', entra y me dice: 'Amoñi Mari Jose, esto parece una librería'. Y yo siempre suelo decir: 'Esto es lo que me hace compañía. Esto y la música'».
Todas las mañanas se despierta con su «aparatito» de música encendido, en el que escucha a su adorado Mahler, «la 'Tercera' la tengo rayada»; Beethoven y Mozart, «que no tienen desperdicio»; o el 'Elías y Paulus' de Mendelssohn, «que me imagino con el Orfeón cantando... Sobre todo, me gustan las orquestas, también el Barroco y la música de cámara, aunque a los conciertos del claustro de San Telmo ya no puedo ir porque no aguanto bien en las sillas de plástico».
«¡Cada vez me gusta más!»
Por el escenario ha visto pasar a algunas de las más grandes figuras internacionales de la música clásica, desde Ainhoa Arteta «que cantó una 'Traviata' muy bonita», a Luciano Pavarotti, Alfredo Kraus o Montserrat Caballé, «que siempre daba de propina el 'O mio babbino caro'». Y aún y todo, deja caer con orgullo que «esta Quincena está siendo una maravilla». Añade que «hasta yo misma estoy sorprendida. ¡Pero si cada vez me gusta más! Qué suerte tengo de disfrutar tanto de esto».
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Sus frases
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Cuadrilla «La mayoría ya se han muerto... ¡Estoy enterrando a todo el mundo!»
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Desengaño «Tuve un bajón que me quería morir y todo. Pero luego dije, ¿morirme? ¡Si tengo la Quincena!»
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Mantener la ilusión «¿Qué es la vida de una persona con mi edad? Agradezco tener aficiones como la de la música»
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Su deseo «El 'bis' de Elgar que tocó la Filarmónica de Rotterdam quiero que suene cuando me metan a incinerar»
Y es que, a pesar de su enciclopédico saber musical, con el festival es poco crítica. Más bien es una de sus más firmes defensoras. Un pequeño trozo de papel que dobla nerviosamente con la mano izquierda es ejemplo de ello. Se trata de unas Cartas al director publicadas en este periódico el pasado 29 de abril. Decía así: 'En cuanto a la ópera bien, gracias. En su lugar nos han colado un híbrido musical ópera oratorio, cantata, semiescenificado con narrador que ni siquiera es de repertorio. Decepcionante'. Y ahí Mari Jose no se muerde la lengua.
«Indignada, no estoy nada de acuerdo. ¿Acaso no ha escuchado este comienzo de Quincena? Se queja de que hay poca ópera y también le pone pegas al Stravinsky... Con el ballet tan bonito y diferente que hemos visto». Aunque también, reconoce, que con el tiempo se ha vuelto de oído exigente. «Quizá con las óperas sí me he vuelto más estricta, sobre todo desde que voy a escuchar las del Metropolitan de Nueva York que retransmiten en los cines Trueba y en los Príncipe. El año pasado no me quería perder a Xabier Anduaga, tenía ganas de escuchar esos ocho 'do de pecho', pero en la segunda parte me fui».
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Noches en vela frente a la taquilla y un 'bis' para el día de su despedida
Conoce el Kursaal como si fuera el patio de su casa y en la Quincena es una más de la familia, donde todos en la oficina le conocen y saludan cariñosamente. En los primeros tiempos se sentaba con sus amigas en la zona de anfiteatro (el 'gallinero'), por su buena acústica, su visibilidad «y también por el dinerito». Pero desde hace muchos años, Mari Jose tiene su lugar reservado en la fila 38, asiento 21, del auditorio. Reconoce que ahora está pensando en cambiarse a un asiento en la Zona B para evitar tener que bajar más escaleras, «pero me da pena porque donde estoy tengo muchas amistades, pero bueno, a ver el año que viene cómo me encuentro...». De las amigas de hace años, apenas se mantiene ella como fiel escudera de esa cuadrilla melómana. «La mayoría ya se han muerto... ¡Estoy enterrando a todo el mundo!»
«La Quincena me salvó»
La música le ha acompañado siempre y la Quincena ha sido una cita subrayada en rojo que le ha ayudado a mantener el ánimo incluso en los momentos de mayor desaliento. Una desgracia personal destapada hace apenas un mes, después de vivir casi diez años de engaño, le sumió en una profunda tristeza. «Tuve un bajón que me quería morir y todo. Pero luego dije, ¿morirme? ¡Pero si tengo la Quincena aquí a la vuelta! Eso fue lo que me hizo cambiar la mentalidad, la Quincena me salvó».
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Y deja una última reflexión: «A estas alturas de la vida como no tengas aficiones y cosas que te ilusionen... ¿Qué es la vida de una persona con mi edad? Ya veo lo que le ocurre a la mayoría, caminan con sus taca tacas para dar la vueltina de mediodía y el resto del día lo pasan en casa viendo la televisión. Para mí eso no es vida, la verdad. Hace años que agradezco tener todavía aficiones como la Quincena porque, mientras me aguante el cuerpo, todo eso me llena de vida y la música, además, te consigue llevar a otros lugares y hacer que olvides por un momento cómo está el mundo».
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