'El Pelusa' del rock le marca un gol al Kursaal
Andrés Calamaro se ganó anoche al público donostiarra con un repertorio plagado de grandes éxitos en más de hora y media de show
Dicen que cuando se junta con Valdano juegan a naipes y la conversación siempre gira en torno al balón. Por eso quizá anoche convocara a ... su 'Quinta (quinteto) del Buitre' para marcarle goles al Kursaal tirando de galones y grandes éxitos. Disparo por la escuadra,
A Maradona le había dedicado puede que una de sus mejores tonadas y con él no solo había compartido noches y canciones, también el gusto por la melena rizada. No así el escudo en el pecho. Eterno hincha de Independiente -rivalísimo de los Xeneize del 'Pelusa'-, tuvieron que ser varios los espectadores que se encargaron este jueves de recordarle que es la triestrellada albiceleste la camiseta que les unirá por siempre.
Por eso también el Kursaal no dudó en dedicarle un cántico futbolero al término de 'Cuando no estás', momento en que 'El Salmón' dejó el órgano para colgarse la Telecaster. «Oe, oe, oe, oe… Andrés, Andrés…».
Antes, y bajo sus eternas gafas oscuras, el músico bonaerense había arrancado el primer rock de la noche con 'Output-input' y su riff homenaje al 'Smoke on the Water'. Fuera la americana para lucir tatuajes de un pasado bucanero, camiseta de Leño y los seductores solos de 'Me arde'. Fue el 'medley' que compiló 'La parte de adelante' y 'Loco' lo que elevó las gargantas por primera vez a los veinte minutos de partido.
«El aplauso donostiarra es el más caro», dijo antes de presentar a la banda y el público local se lo tomó en lo personal redoblando la ovación. Salió el Niño Josele para reducir un par de marchas con un preciosista solo flamenco que daría paso a 'Estadio Azteca' y el auditorio, de pronto, se convirtió en escenario del Mundial de Mexico 86 con la grada en pie celebrando 'La mano de Dios'.
Con Josele a las seis cuerdas
Calamaro recitó a su compatriota José Hernández unos versos de 'El Gaucho Martín Fierro' antes de coger el micrófono y subirse a 'Los aviones', uno de los clásicos de 'Honestidad brutal' que, sin embargo, si lució fue gracias al color de la guitarra de Josele y a esa simbiosis latino-flamenca.
Y en un lugar de la cancha tuvo a bien acordarse de sus Rodríguez con 'Para no olvidar' que definitivamente sostuvo al público bailando por encima de sus butacas el resto de la velada, y que terminó con una referencia al legendario 'Spain' de Chick Corea.
No necesitó dirigirse demasiado al respetable para conectar con él y es que, como los mejores peloteros, Calamaro donde habla mejor es en el terreno de juego. Aplaudió, eso sí, a su audiencia en señal de agradecimiento y le dedicó sus mejores versos con el divertido 'El Salmón', 'Tuyo siempre' y la sobrecogedora 'Mi enfermedad'. Nuevos arreglos para una canción que versionaron tantos desde los Pereza a Fito Páez, y que sin solución de continuidad dio paso a 'Te quiero igual' y a la archiconocida 'Dulce condena'.
Y es que si la táctica funciona no hay por qué cambiar, tan solo aguantar el resultado. O llevar el equipo al ataque. Y eso es precisamente lo que Calamaro y su Quinta hicieron tras noventa minutos de maestría. Desde el banquillo volvió Josele en volandas de una afición que entonó el himno oficial: 'Sin documentos'.
Un adiós torero para colgar las botas que se empezó a intuir con 'Flaca', pero si se montó el quilombo fue porque 'Alta suciedad' tenía aún mucha distorsión que repartir entre luces de flash. «Porque vivir es jugar y yo quiero seguir jugando», cantó Donostia a capella mientras, de brazos cruzados, el argentino observaba orgulloso el volar de su 'Paloma'. Por un momento el Kursaal había sido el Estadio Libertadores y Calamaro, enfundado en la Diez, salía de nuevo a hombros.
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