El adiós donostiarra a uno de los últimos dioses del jazz
El director del Jazzaldia, donde actuó en nueve ocasiones, y los pianistas Iñaki Salvador y Joserra Senperena recuerdan al fallecido Chick Corea
Titán, figura esencial, enciclopedista del jazz... Así recuerdan a Chick Corea el director del Jazzaldia, Miguel Martín, y dos de los mejores pianistas de la ... ciudad, Iñaki Salvador y Joserra Senperena, que despiden al artista estadounidense fallecido la semana pasada a los 79 años.
Corea, una de las figuras internacionales más vinculadas al Jazzaldia, actuó en él en nueve ocasiones. Como otros tantos aficionados de la ciudad, el director del festival, Miguel Martín, guarda un recuerdo imborrable del concierto de 1981 con Roy Henderson, Gary Peacock y Joe Henderson en el Velódromo de Anoeta, que albergó a 15.000 asistentes, una cifra hoy impensable por los límites del aforo, mucho más estrictos, y porque cuesta pensar en una estrella de jazz que convoque a tal muchedumbre.
Martín considera a Corea «una de las figuras fundamentales en la historia del jazz», pues era sólo un «chavalín» cuando se dio a conocer junto a luminarias como Carl Tjader, Stan Getz o Miles Davis, quien lo fichó para obras capitales como 'Filles de Kilimanjaro' (1968), 'In a Silent Way' (1969) o 'Bitches Brew' (1970). «Se inició por todo lo alto y enseguida comenzó a grabar discos asombrosos con un compromiso extraordinario con la vanguardia», agrega el director del Jazzaldia, que destaca su talento para acercarse a «un montón de estilos»: jazz acústico, eléctrico, latino, flamenco, fusión, música clásica… «Lo ha tocado todo y ha aportado su forma de hacer prácticamente en todos los géneros».
En 2018, durante su última visita al Jazzaldia, Miguel Martín vio al músico con ganas de reorientar su carrera hacia la música clásica; de hecho, poco después lanzó un álbum titulado 'Plays' (2020) en el que reinterpretaba y comentaba piezas de Mozart, Scarlatti o Chopin. Tal vez su próxima vez en Donostia habría sido en la Quincena Musical y no en el Jazzaldia, pero el director de este último cree que finalmente desechó esa idea porque entre sus últimos proyectos figuraba una gira con músicos españoles para revivir su mítico disco 'My Spanish Heart' (1976).
El maestro McCoy Tyner también falleció hace ahora un año y Keith Jarrett ha quedado fuera de juego debido a dos ictus que, en principio, le impedirán volver a tocar en público. Así las cosas, Miguel Martín reconoce que el único pianista legendario que hoy reina en el olimpo de los músicos de jazz es Herbie Hancock, quien si la situación sanitaria lo permite, actuará este julio en el Jazzaldia. «Detrás de ellos hay una generación esplendorosa en la que destacan músicos como Kris Davis, joven cercana a la vanguardia que «lo puede hacer todo y todo bien»; Sullivan Fortner, que tiene «una inteligencia musical extraordinaria»; y, por supuesto, Brad Mehldau, «el nombre más brillante de la nueva generación».
«Su capacidad de conectar y su enciclopedismo estaban por encima de las generaciones posteriores»
Miguel Martín, Director del Jazzaldia
Sin embargo, aclara Martín, estilísticamente Mehldau sigue la senda de artistas como Bill Evans, embarcados «en la búsqueda perpetua de la belleza, la delicadeza y el lirismo». «Chick Corea era mucho más, su enciclopedismo y su capacidad de conectar estaban por encima de lo que han demostrado las generaciones posteriores, pero la música avanza y mejora de un modo u otro. Hay muchos nombres que pueden llegar a ser tan importantes como Chick Corea», sentencia.
«Impacto brutal»
Iñaki Salvador aún recuerda el «impacto brutal» que le produjo el citado 'My Spanish Heart' (1976), no sólo por el papel de Corea como intérprete, sino también por su talento como compositor y arreglista. «Yo tendría 19 o 20 años y fue una bocanada de aire fresco por la sofisticación de los arreglos, la mezcla de sonidos acústicos y eléctricos… Me pareció magistral e influyó claramente en mi manera de concebir el piano de jazz y el piano en general», recuerda.
Para él, Corea es «uno de los grandes» por su «fuerte y reconocible personalidad musical» y por su «capacidad como compositor», pero de su condición de leyenda destaca la «oportunidad cósmica» que le permitió hacer «un papel brutal» en varios momentos definitivos en la historia del jazz. Corea le gusta «en todos sus formatos», aunque quizá se inclina más por su vertiente acústica y, obligado a elegir un solo álbum, se decanta por 'Trio Music' (1982), grabado junto al bajista Miroslav Vitous y el batería Roy Haynes. Pudo verle en directo en muchas ocasiones, pero su preferida fue precisamente aquella en la que ese mismo trío actuó en el Jazzaldia de 1983.
«Herbie Hancock se queda en una especie de soledad en ese olimpo de dioses del piano de jazz»
Iñaki Salvador, Pianista
Salvador, que en julio del pasado año recibió el Premio Donostiako Jazzaldia a toda su carrera, tuvo ocasión de entregarle ese mismo galardón a Corea en 1998 gracias a una bonita 'emboscada' del director del festival: «Miguel (Martín) me citó en el 'backstage' quince minutos antes de la función de Corea con Origin en la Trini. Yo pensaba que sería para hablar de otra cosa, pero me hizo pasar al sitio en el que estaba Chick comiendo cacahuetes. Miguel le explicó quién era yo, compartí con él tres minutos y él no dejó de sonreír mientras seguía con los cacahuetes. Fue así de sencillo. No soy muy mitómano, pero a algunos artistas me hace ilusión conocerlos y aquella noche la recuerdo con muchísimo cariño».
Tras la desaparición del mito, el donostiarra coincide con Martín en que Hancock se queda «en una especie de soledad en ese olimpo de dioses del piano de jazz». «Es ley de vida, llega una edad en la que es normal que vaya desapareciendo esa pléyade de figuras históricas», dice, aunque a renglón seguido añade: «Pero celebremos la vida pensando que somos de una generación que ha podido disfrutar de ellos y verles a menudo».
Sensualidad, diversión
Chick Corea fue uno de los primeros «puentes» que Joserra Senperena cruzó cuando, a los 18 años, empezó a interesarse por un estilo que desconocía «más allá del jazz cantado o el swing de la primera mitad del siglo XX». Luego siguió a otros músicos pero los primeros discos de Return to Forever, el grupo que Corea fundó a principios de los 70, fueron los que más huella dejaron en el pianista donostiarra. «Logró crear un paisaje sonoro único e idílico con la voz de Flora Purim, la flauta de Joe Farrell y el piano eléctrico Fender Rhodes: lirismo, libertad sensualidad, diversión…», apunta Senperena, quien «encandilado» con su piano Fender se compró uno igual que tocaba con el pedal wah-wah: «Ahí fue mi referencia más importante».
«Su lirismo y disposición a la diversión son únicos; no en vano, uno de sus hits es 'La fiesta'»
Joserra Senperena, Pianista
Al donostiarra, igual que a Salvador, también le atrajo poderosamente el trío que Corea formó con Miroslav Vitous y Roy Haynes. «Eran los 70, seguía resonando el free-jazz de la década anterior y los tres músicos conversaban con una frescura que no veo en años posteriores», recuerda. A su juicio, el fallecido genio «tiene un discurso más universal que le ha permitido acceder a otras audiencias, sobre todo con el acercamiento a los lenguajes hispano y brasileño». «Creo que ahí es donde su voz genera un eco mayor. Además, son únicos su lirismo y disposición a la alegría y a la diversión. No en vano, uno de sus hits es 'La fiesta'», abunda.
Senperena ha visto en varias ocasiones a Corea en directo; la última vez fue hace unos cinco años en el Kursaal, que acogió una de las varias reunificaciones del Return to Forever eléctrico. «Fue más una reunión de amigos que se juntan para girar que otra cosa. Sin duda, me quedo con el Corea de los 70», insiste el donostiarra, para quien el desaparecido músico «pertenece a una época de titanes del jazz junto con Hancock y Jarrett, que no parece que vaya a tener continuación». Al menos de momento...
En cualquier caso, añade, «la leyenda de los grandes artistas se forja con los años» y «es posible que ahora haya músicos que no tengan condición de estrellas y que con el paso del tiempo puedan ocupar su sitio en el firmamento» del jazz. Por citar uno de los posibles herederos mencionados por Martín, Senperena cree que Brad Mehldau es «un músico con un talento enorme y mucho predicamento que, sin embargo, no ha dado aún los pasos de gigante» de Tyner, Corea o Jarrett. «Personalmente, Mehldau no me suscita gran interés. Habrá que esperar unos años», concluye.
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