Seguidores de Dylan el lunes a la entrada del Kursaal. Dentro las fotos no estaban permitidas. Gorka Estrada

La Agenda Portátil

Dylan en el Cristina, tú por La Rioja

Mientras el doctor Escobar ponía venda a una leyenda y Aduriz era aclamado como un gurú, yo hacía Camino bajo tormentas, de Logroño a Belorado / De Niro y Donostia

Mitxel Ezquiaga

San Sebastián

Sábado, 24 de junio 2023, 07:30

A la misma hora del lunes en que Bob Dylan pisaba el escenario del Kursaal yo me enfrentaba a una ración de chuletillas en un ... bar de Nájera tras 30 kilómetros de zapatilla El glamour no está a veces en el viento, como cantaba el músico, sino en el Rioja y en La Rioja. El calendario laboral me reservaba unos días de fiesta y me eché otra vez al Camino de Santiago, que es como Bob Dylan pero en divertido.

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Si mis andanzas por el Camino fueran cine pecarían de eso que se llama «salto de raccord»: hace un mes llegué a Santiago tras cubrir las etapas gallegas, o sea, al final de la película, y ahora he retomado la acción por la mitad, desde Logroño hasta Burgos. Arranqué en la siempre acogedora Calle Laurel para hidratarme, pasé por Nájera y Santo Domingo de la Calzada y acabé en Belorado: paisajes hermosos, muy pocos peregrinos y tormentas incómodas. Y en cada final de etapa, recompensa de buenas viandas y vinos del mejor terruño del mundo.

Cada tarde me conectaba con la realidad, para saber qué me estaba perdiendo, o ganando. De Dylan en el Kursaal leí las críticas laudatorias y también recibí mensajes más sinceros: «Cuando ya han pasado cinco minutos y te acostumbras a estar ante una leyenda, admites que el concierto es un tostón», me escribe un insigne profesional. Si lo dijera en público sería expulsado del universo de los puros.

Dylan es aún más leyenda fuera del escenario, con sus andanzas secretas y sus rarezas, debidas en buena parte a cuestiones de seguridad, aunque no se quieran explicar. Estuvo alojado en el María Cristina, casi aislado del mundo, y ahí llega la mejor anécdota de la gira, cuando pidió un traumatólogo para un pequeño problema e Iñigo Argomaniz llamó al gran Eduardo Escobar, el médico que curaba a los Gajate y los Karpin y ahora debía revisar a uno de los músicos que marcó su juventud. «Le atendí en una habitación, los dos solos, estuvo muy amable y todo se resolvió pronto», me cuenta el doctor, que no da detalles por secreto profesional pero sí confiesa que cuando en el concierto posterior Dylan se incorporó pudo ver la venda que le había colocado un rato antes. En realidad Escobar me llamaba para hablar de su libro: '53 cigüeñas', la historia de su abuelo en la Guerra Civil, va por la segunda edición y tendrá nueva presentación en Donostia en julio, en la feria del libro.

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Sigo el Camino. Desde el estupendo parador de Santo Domingo de la Calzada (yo confieso: soy peregrino de luxe), reponiéndome aún de la etapa, vi la gala en Valencia de The 50 Best, lista de los supuestos mejores restaurantes del mundo. Me alegré viendo cómo todos aplaudían a Andoni Luis Aduriz, Icono Award y auténtico gurú del oficio (a mí me da envidia ver cómo le quieren, él me dijo desde Valencia que lo que admira son mis rutas en zapatillas) y cómo los paisanos de Elkano y Mugaritz están en esa lista, que ha dado el número uno a los peruanos Virgilio Martínez y Pía León, que en septiembre nos sirvieron una cena memorable en el Culinary Zinema. «Yo creo que todos los cocineros del mundo somos un poco vascos», me bromeó Virgilio esa noche.

En fin. Mientras cambio a ritmo de zapatilla el paisaje de los viñedos por los campos de cerales leo las grandes exposiciones que arrancan: ahí, en San Telmo, en la sala Kubo y en Tabakalera espero echar mi próxima etapa del Camino doméstico. Seguiremos informando. Y recuerdo, una vez más, aquello que decía Nietzsche: «Hablar de uno mismo es una forma de ocultarse».

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En voz baja

Robert de Niro, hoteles, restaurantes y viceversa

Siento simpatía por el gremio de los directores de hotel: son una mezcla de diplomáticos, ejecutivos y relaciones públicas. En Gipuzkoa son además gentes bien avenidas. El jueves celebraron su reunión anual en Chillida Leku (son listos, sí) y renovaron como presidente a Raúl Fernández-Acha, del Arbaso (se confirma que son listos). Entregaron su premio anual a San Sebastian Gastronomika, que cumple 25 años. Roser Torras recibió el galardón y Javier Yurrita anunció que va a ser el mejor de la historia. Si el siempre prudente Yurrita lo dice, habrá que hacerle caso. Benjamín Lana, nagusi de Vocento Gastronomía, nos regaló una bonita historia sobre la relación entre hoteles y restaurantes, con una coda fina: en un hotel, Villa Favorita, está el más que posible próximo tres estrellas de Donostia (el Amelia de Paulo Airaudo) y en un hotel, el Arbaso, está el Narru de Iñigo Peña que puede lograr la primera. En el cóctel posterior me confirmaron que a mediados de julio abre en Miraconcha el nuevo Nobu de cinco estrellas. ¿Y si Robert de Niro viene durante el Festival a la inauguración del hotel?

- P.d. 1 Hace meses entrevisté a José María Echarri e insinuó que en junio dejaría el Orfeón. Acaba de confirmarlo. Llevó la nave en momentos muy complicados, también con maneras de diplomático. El Orfeón busca presidenta con energías nuevas.

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- P.d. 2 Karmele Aranburu marcó una época en la radio, fue la 'notaria' de los Cursos de Verano y una institución en nuestro periodismo. Solo meses después de jubilarse y ser feliz amona la enfermedad se la ha llevado. Qué triste.

mezquiaga@diariovasco.com

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