«Siempre he tenido mi vida personal amurallada respecto a lo que escribía»
La autora donostiarra reúne en 'El hombre del espejo' más de ochenta cuentos y microrrelatos con la ironía, el juego y el absurdo como nexo
Tras el paréntesis en su trayectoria que supuso 'Tos de perro' (2021), la escritora Julia Otxoa (San Sebastián, 1953) retorna a su registro habitual del ... relato breve o el microrrelato con 'El hombre del espejo', en el que el juego, el absurdo y las observaciones cotidianas atraviesan los 81 textos recopilados. Siempre, bajo un fino sentido de la ironía que no huye de la denuncia. El libro se presenta el día 29 (19.00 horas) en la librería Zubieta.
– ¿Qué supone para usted a estas alturas el lanzamiento de un nuevo libro?
– En este caso coincide además que van a ser tres libros porque tras 'El hombre del espejo', en otoño publicaré dos poemarios. La publicación de un libro siempre es una alegría porque lo que estás haciendo constantemente es escribir y bajo un juicio muy severo de cuanto hago. Tu propia trayectoria te permite no partir desde cero con las editoriales, sino que ya tienes más reconocimiento.
«Lo grotesco, el surrealismo y lo absurdo conforman para mí la mejor herramienta para dar cuenta de la realidad»
– En estos más de treinta años que lleva publicando, ¿en qué ha cambiado su escritura?
– La evolución la dirán o no los analistas y los estudiosos de mi obra. Sí que noto que hay una línea constante, caracterizada por la concisión del lenguaje y la austeridad de medios para decir lo máximo. En esa brevedad me mantengo desde que empecé, al igual que en la ironía y la crítica a cuanto me rodea, y que no es algo premeditado, sino que va saliendo. Sí es verdad que me he alejado de la fábula de mis comienzos, pero la máxima potencialidad de la concisión se mantiene.
– El absurdo es una forma de aproximarse a la realidad.
– Totalmente. Es una profundización de la realidad que saca a la luz ese significado que no se ve habitualmente mediante lo grotesco, el surrealismo, lo absurdo. Para mí es la mejor herramienta para dar cuenta de la realidad.
El hombre del espejo
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Autora: Julia Otxoa
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Estilo: Microrrelatos y cuentos
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Editorial: Eolas ediciones
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Páginas: 142
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Precio: 16 euros
– Desnuda con habilidad los discursos vacuos que nos rodean, poniéndolos en evidencia.
– Hay una degradación del lenguaje público total. El lenguaje puede ser una hermosa vía de comunicación y también un instrumento de manipulación. Nos rodea una degradación del lenguaje impresionante. En todos mis libros hay una preocupación sobre el lenguaje.
– Proliferan los discursos que son puras cáscaras vacías...
– Desnudo esos significados ocultos. También hay bastante escepticismo, aunque con esperanza. Por otro lado, los comportamientos del ser humano se repiten, sólo cambian las herramientas de manipulación.
Aún hoy en día le das un libro de microrrelatos a un crítico y no sabe qué hacer. Gusta a los lectores, pero no a los académicos»
– Aunque siempre han existido, quizás ahora somos más simples...
– Yo creo que sí. En un vagón de tren, la gente está mirando las pantallas en lugar del paisaje. El otro día difundieron un vídeo de una chica mirando un móvil que no se daba cuenta de que acababa de rozarle un toro y que finalmente la arrollaba. Estamos en un momento de estupidez en el que vivimos más en las nuevas tecnologías que en el mundo real. Pierde peso el pensamiento y lo gana lo visual. La imagen resta pensamiento y capacidad de análisis.
– ¿Qué sentido tiene entonces escribir en estos tiempos?
– Todo. La escritura y el hecho de contar historias perdurarán siempre.
– ¿Por qué?
– Porque el ser humano tiene esa necesidad de contarse el mundo, aunque sea a través de la fábula. Los pilares de cultura europea están en la mitología griega, que es fábula basada en sentimientos humanos. Todo eso perdurará a través del cine, la pintura o el arte, no sólo a través de la escritura.
– ¿Cómo habría que leer estos relatos? ¿Del tirón o con una pausa entre uno y el siguiente?
– Hay que digerir cada uno porque un microrrelato tiene todo menos sencillez. Vinculo las historias a mitos que tienes que digerir y, sin ser un erudito, tener lecturas porque puedo hablar de Jonás y hay gente que no sabe quién es.
«Estamos en un momento de estupidez en el que vivimos más en las nuevas tecnologías que en el mundo real»
– Mitos... y personajes inventados, con su obra y todo.
– Eso lo hago siempre. Me gusta muchísimo lo lúdico y jugar con el lector, mencionando a alguien y que él lo busque en internet. Es otro de los ingredientes permanentes de mi obra. Me gusta el juego porque no me ha abandonado desde la infancia. El juego es una línea muy fresca para pasártelo bien en primer término y también para aprender.
–Y también ha metido en los relatos un buen puñado de asesinos...
– Es lo que veo.
– La mirada es quizás el hilo común a todos estos textos.
– Son 81 relatos sin una unidad temática, aunque algunos están encadenados, siempre con una mirada hiperbólica, que sería lo que uniría todo el libro.
– Llevamos décadas escuchando que ahora sí que es el momento del microrrelato, pero parece que nunca termina de llegar.
– El microrrelato está ya en los sumerios, hace 2.000 años. Luego el género experimentó un auge con los escritores sudamericanos porque gustaba mucho a los lectores, pero a los académicos no. Todavía hoy en día le das un libro de microrrelatos a un crítico literario y no sabe qué hacer. Hemos mejorado mucho, pero aún te preguntan: «¿Y por qué no escribe usted novela?» No es que me lo digan a mí, se lo decían a Julio Cortázar y otros grandes cuentistas. El caso es que yo me encuentro bien en este formato, como le puede pasar a un pintor.
«Hoy en día se lleva lo monstruoso, lo siniestro y lo insólito y la realidad es así, pero no es nada nuevo, ya lo hizo Edgar Allan Poe»
– ¿Qué es para usted el éxito literario?
– Bueno, me gusta más la palabra 'reconocimiento' que la palabra 'éxito'. El reconocimiento sí conlleva una gran alegría interior, pero a veces se da y otras, no. Estoy contenta con el que tengo. ¿Podría tener más? No lo sé, pero si me fuera de la vida en este momento, me encontraría tranquila.
– Ver que otros sí obtienen ese reconocimiento, quizás no todos con los mismos méritos, ¿no le ha vuelto cínica?
– Para nada. Llegada a una edad, tienes una capacidad de serenidad como para ver que hay unas líneas de mercado, al igual que en pintura y escultura. Hoy en día se lleva lo monstruoso, lo siniestro y lo insólito y la realidad es así, pero no es nada nuevo, ya lo hizo Edgar Allan Poe. Tú sigues haciendo lo tuyo.
– No sólo modas, hay quien prospera a base de amistades y relaciones...
– Exacto. Y la suerte también juega. Paul Auster ha escrito una biografía de Stephen Crane, que era un grandísimo escritor, pero en su momento estaba a dos velas. Todo es relativo.
– A excepción de 'Tos de perro', lo que sí es una constante en su obra es un absoluto pudor y una reserva total sobre su propios sentimientos.
– Efectivamente, esa línea se rompió con 'Tos de perro'. La inspiración es enigmática y nunca me ha pedido hablar de mi propia vida. Siempre lo he hecho simbólicamente, a través de aquello que me ha preocupado, pero siempre he tenido mi vida personal muy amurallada porque pertenece al ámbito privado. La literatura no tiene por qué ser autobiográfica.
– ¿Cree que los ciudadanos somos excesivamente obedientes o quizás desobedientes a destiempo?
– Hablaría más de comodidad que de obediencia. Pensar es incómodo. Están pasando cosas terribles y mucha gente pasa con tal de seguir teniendo wifi. Es una búsqueda del bienestar por encima de todo y una estupidez mental. «¿Tú vivías en aquel tiempo y no dijiste nada?» Están pasando cosas terribles a nuestro alrededor y ves que a la gente no le importa. Ya Virginia Wolf en 'La torre inclinada' comenta que en las guerras napoleónicas, aquello pillaba de lejos a la población no afectada, pero en la II Guerra Mundial te radiaban los discursos de Hitler. Nosotros, igual. Están ahí los muertos y la barbarie, pero nosotros estamos en una postura acomodaticia. Te asustan los 'influencers' con millones de seguidores que hacen barbaridades, como autolesionarse. ¿Éste es el futuro?, te preguntas.
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