Lagun ha estado abierta desde el pasado lunes a clientes con cita previa, pero a partir de mañana reanudará su actividad con las pertinentes limitaciones de aforo. LOBO ALTUNA

Las librerías empezarán a recuperar desde mañana «el lujo de la normalidad»

Optimismo entre los libreros guipuzcoanos ante las muestras de solidaridad de sus clientes en vísperas de la reapertura

Borja Olaizola

San Sebastián

Domingo, 10 de mayo 2020, 09:39

'Bienvenida sea la rutina'. A buen seguro que las decenas de comercios que podrán reanudar su actividad a partir de mañana en Gipuzkoa colocarían ... una inscripción así en sus escaparates. Los dos meses de cierre forzoso son razón más que suficiente para anhelar una vuelta a la normalidad por muy 'nueva' que pueda resultar. Entre las tiendas que abrirán sus puertas están las librerías, que se asoman a esta nueva etapa con cautela pero también con una buena dosis de optimismo después de constatar las cálidas muestras de adhesión que han recibido por parte de sus clientes durante el confinamiento. Acostumbrados a sortear dificultades en un mercado que evoluciona de forma vertiginosa, los libreros tienen la convicción de que a corto plazo se va a producir un cambio en los hábitos de consumo que va a beneficiar al comercio de proximidad.

Publicidad

Los hermanos Santi y Andoni Azurmendi ordenando libros en Donosti antes de la reapertura. USOZ

«Nunca habíamos recibido tantos mensajes de solidaridad y de apoyo como en estos dos meses», resume Andoni Azurmendi, de la librería Donosti, que contempla la perspectiva de la reapertura con «mucha ilusión». El confinamiento, reflexiona, ha sido una dura prueba en el terreno económico pero también en el emocional. «Durante todo este tiempo hemos solido venir una o dos veces por semana a la librería para ver si estaba todo en orden y se nos caía el alma a los pies cuando caminábamos por las calles vacías, daba la sensación de estar en una ciudad fantasma», dice el librero mientras prepara un pedido que le ha encargado un cliente por teléfono. Esa tristeza está muy presente en el ánimo de Azurmendi ahora que el confinamiento se acerca a su etapa final. «Si algo hemos aprendido de esto -reflexiona con voz jovial- es que la normalidad es un lujo, que vivíamos en el mejor de los mundos sin ser muy conscientes de ello».

En la librería Garoa de Zarautz también se aprecia algo de la agitación de los días que preceden a los grandes acontecimientos. Imanol Agirre trata de poner orden en las existencias a la espera de recibir mañana mismo una avalancha de nuevos libros. «Casi la mitad de las novedades del año se suelen editar con motivo del Día del Libro, pero como este año nos ha tocado con la tienda cerrada esperamos que todos esos libros nos empiecen a llegar a partir de mañana», sonríe. Aunque la nueva etapa está rodeada de interrogantes, Agirre coincide con su colega de la librería Donosti en que las sensaciones de partida son muy buenas. «Creo que hay mucha gente que ha tomado conciencia de la importancia del pequeño comercio, tenemos la impresión de que la respuesta va a ser muy positiva. Hicimos una campaña con motivo del Día del Libro y recibimos una oleada de apoyos que nos dejó alucinados, así que las perspectivas en ese sentido son bastante buenas».

La incógnita está en averiguar si esa voluntad de solidarizarse con el pequeño comercio que perciben a su alrededor casi todos los libreros guipuzcoanos se mantendrá en el tiempo o se diluirá al cabo de unas pocas semanas. «Esa es la pregunta del millón», salta Adolfo López Chocarro, que además de encargarse de la librería Zubieta de Donostia preside el Gremio de Libreros de Gipuzkoa. Durante el confinamiento, reflexiona, son muchos los que han descubierto las posibilidades que ofrece internet a la hora de hacer cualquier tipo de compra. «En eso no nos diferenciamos demasiado del resto del pequeño comercio aunque creo que ya va siendo hora de que cambiemos de chip y empecemos a ver en el mundo digital a un aliado en vez de a un enemigo. El modelo de venta por internet -continúa- ha llegado para quedarse y es evidente que va a ir a más. Nosotros mismos desde la librería vamos a tener que recurrir en los próximos meses a esa ventana para hacer actividades como presentaciones de libros o talleres porque no sé si se van a poder hacer de forma presencial».

Publicidad

En desventaja

Parece que hay pocas dudas sobre el protagonismo ascendente de la venta 'online' por mucho que siga levantando ampollas. Andoni Azurmendi, de la librería Donosti, echa en falta un mayor respaldo de las instituciones en un terreno donde los pequeños juegan en flagrante desventaja. «A Francia, por ejemplo, no le ha temblado la mano a la hora de cerrar Amazon durante el confinamiento», protesta. Su colega de la librería Garoa de Zarautz coincide en que las instituciones deberían mediar en favor del comercio tradicional en un combate tan desigual pero es consciente de que la puerta que abrió internet no se va a cerrar. «Hemos aprovechado el confinamiento para habilitar una pestaña de venta 'online' en nuestra página web que nos ha funcionado bastante bien en las tres últimas semanas», revela Imanol Agirre.

Ylenia Benito, en su librería de Irun. LUSA

El componente digital está presente en la librería Brontë de Irun desde su nacimiento hace apenas tres años. Ylenia Benito convive con naturalidad con los pedidos que recibe a través de su página web aunque no oculta su preferencia por el contacto físico con el cliente. «El mundo virtual forma parte de nuestra realidad, pero es demasiado frío para mi gusto. No hay nada que compense más en este oficio que la relación con los que entran a la librería y te piden consejo o comparten opiniones sobre un libro». La librera irunesa también percibe muchas señales de respaldo y solidaridad a su alrededor. «No ha habido día en todo este tiempo en que haya dejado de recibir mensajes de ánimo y de cariño. Creo que ha calado una conciencia de lo importante que es el comercio de proximidad para todos y que va a haber una corriente de solidaridad en esa dirección».

Publicidad

Ese optimismo que se palpa también en otra librería histórica como Lagun convive con las incertidumbres que genera afrontar una situación inédita. «Puede que al principio haya cierto recelo a entrar en las tiendas por lo aparatoso que puede resultar lo de las mascarillas o lo de la limitación de aforos, pero quiero pensar que es una etapa que no va a durar mucho», dice Elena Recalde desde el otro lado del teléfono. Como en el resto de los comercios, en Lagun arden en deseos de recuperar la normalidad y de que la vida vuelva a las calles. «Una ciudad con las tiendas cerradas es una ciudad sin pulso», sentencia la librera.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad