Según apunta la RAE, vals es un baile ejecutado por parejas «con movimiento giratorio y de traslación». Algo similar hicieron ayer dos habituales del Jazzaldia, ... Sílvia Pérez Cruz y Marco Mezquida, que presentaron su reciente disco 'Ma. Live in Tokyo' moviéndoselibres y sin descanso por un vasto rango de géneros, países, idiomas y, ante todo, emociones.
El concierto más largo de esta edición –dos horas y cuarto– comenzó en penumbra, con la artista agazapada en el piano vertical de Mezquida y cantando 'Joia (Arigato Gozaimasu)', una suave canción de bienvenida en japonés. Su compañero se mudó al piano de cola que a veces tocó pinzando sus cuerdas o rasgándolas directamente. La luz se hizo y Sílvia, de cegador blanco, eclipsó con la potente 'Estrela, estrela', del brasileño Vitor Ramil, y con 'Mallorca i no trobaràs la mar', de Maria del Mar Bonet.
'Plumita', del uruguayo Mauricio Rosencof, deparó la primera sorpresa de la noche: no pudo encajar mejor en una pieza de temática aviar el aplaudidísimo 'Txoria txori' de Laboa y Artze, cantado con más sentimiento y en un euskera bastante mejor que el de Joan Baez hace ahora un año; después, la 'salada' y locuaz diva de Calella confesaría que su socio y ella se sienten «pájaros en libertad» que adoran «volar» juntos. La vocalista tomó la guitarra para estrenar 'La flor', una prometedora canción «en construcción», y el menorquino, ese todoterreno que toca jazz y lo que se ponga a tiro de sus teclas, improvisó un instrumental que mutó en el 'Xalbadorren heriotzean' de Lete y que Sílvia escuchó tumbada bajo el piano. Impresionante.
Pérez Cruz y Mezquida sorprendieron con sus versiones de 'Txoria txori' y 'Xalbadaorren heriotzean'
Desplegaron sus singulares fraseos y silencios para musicar 'Mañana', poema de Ana María Moix, e interpretar, entre otras, 'Barco negro', el fado 'alegre' inmortalizado por Amália Rodrigues, y la festiva 'Asa branca', del brasileño Luz Gonzaga. Preciosas resultaron 'Niño mudo', con versos lorquianos, y la sobrecogedora 'Oración del remanso', del argentino Jorge Fandermole. Tras humedecer los lacrimales de medio Kursaal con 'The Sound of Silence', de Simon & Garfunkel, y la canción popular mexicana 'La llorona', se entregaron al despendole con la tonada rioplatense 'Siga el baile'. Y con el siguiente medley demostraron cuán libres de ataduras están. ¿Quién, si no, puede conjugar en una misma suite música religiosa del compositor austriaco del siglo XIX Anton Bruckner ('Christus factus est'), una composición del libérrimo Ornette Coleman con giros flamencos ('Lonely Woman') y uno de los standars más bellos del jazz ('My Funny Valentine')?
Tan a gusto estaban en el debut de Sílvia tras el confinamiento que ofrecieron dos bises: el popero 'No surprises' de Radiohead con piano de juguete y ese estremecedor 'Pequeño vals vienés' que ya no se sabe si es de Lorca, Cohen, Morente o de la propia cantante. En él echó el resto y desplegó toda su expresividad con guiños al 'Gallo rojo, gallo negro' de Sánchez Ferlosio y, de nuevo, al 'Txoria txori', cerrando el círculo –y el vuelo– de uno de los mejores conciertos de este Jazzaldia de 2020.
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