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Volver a las emociones compartidas

Análisis ·

Martes, 28 de julio 2020, 08:08

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La rigidez que impone la mascarilla no puede ser más contraria al espíritu festivo y celebratorio, al encuentro entre gentes y sensibilidades que se supone ... que es el talante de un festival. Lo que hay que mantener abierto en el Jazzaldia son los oídos, y los ojos, pero no necesariamente la boca, pero el paisaje de apósitos en verde, blanco o negro que oculta la expresión del público y solo deja al aire una inquietante, quizás inquisitoria mirada, no debe ser lo más agradable de ver al salir a un escenario para hacer música. Y sin embargo, si algo ha prevalecido en esta edición, por encima de toda rigidez y norma, es la emoción casi enternecedora de todos los músicos que han salido a escena, comentando invariablemente que era la primera oportunidad que se les daba de volver a actuar desde el pasado marzo, o que era el único concierto que tenían en todo el verano, caso de los nórdicos Joachim Kühn y Rymden.

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