Keith LaMar | Concierto desde el corredor de la muerte
58 Donostiako Jazzaldia 2023
«Vivo cada día tratando de sobrevivir a la fecha que se ha asignado a mi vida»Keith LaMar lleva 33 años esperando su ejecución. Atiende a DV desde su celda en Ohio con motivo de su 'actuación' en Jazzaldia
«Estoy al borde de mi existencia, mirando directamente a esa aterradora oscuridad que nos espera a todos», recita en los primeros versos del disco. « ... El problema fue que no maté a nadie», reitera en una canción que lleva por título 'Unintentional Vignettes'. «Este disco es mi testamento». Con motivo de su participación en el Jazzaldia en los conciertos de Freedom First, Keith LaMar atiende a DV desde su celda en Ohio. Su amor por el jazz y, en concreto, por 'A Love Supreme' de John Coltrane ha sido lo que le ha mantenido cuerdo en las más de tres décadas que lleva aislado «dentro de una jaula no más grande que un armario medio». Así lo cuenta.
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– ¿Cómo se vive cada día cuando uno ya conoce la fecha de su muerte?
– Vivo cada día tratando de sobrevivir a la fecha que se ha asignado a mi vida. Los últimos 15 años he vivido de esta manera, tratando de probar mi inocencia, pero también tratando de hacer que mi vida signifique algo más allá de estar en esta sórdida situación. Toda mi vida la paso tratando de encontrar una manera de asignarle sentido a mi existencia, con la conciencia de que algún día dejaré este planeta, ya sea tarde o temprano. Eso es algo con lo que todos tenemos que lidiar. Pero vivo mi vida con la conciencia de que un día me iré. Y, cuando haya dejado este lugar, quizá alguien pueda cavar entre los escombros de mi existencia y descubrir que estaba tratando de hacer algo correcto. Eso es lo que me impulsa hacia adelante.
– ¿Y cuánto le ha ayudado la música en ese sentido?
– La música ha sido una fuerza estabilizadora en mi vida. Obviamente, los trastornos mentales y emocionales de estar en el corredor de la muerte, y todo lo que conlleva estar en un confinamiento solitario, genera mucha ansiedad, mucho estrés y mucho dolor. La música ha sido una de las formas en que he podido calmar esos trastornos que están sucediendo dentro de mí. Y no solo eso, sino que la música también ha sido un conducto a través del cual he podido sublimar parte del estrés y el dolor que acabo de mencionar. Aporta significado, propósito y enfoque a mi vida. La música es algo que he llegado a necesitar de manera similar a cómo los seres humanos necesitamos agua. Es algo esencial.
– A lo largo de estos 33 años de encarcelamiento, ¿ha sentido alguna vez que perdía la cabeza?
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– Creo que al principio la parte más difícil fue el impacto de ser sentenciado a muerte por algo que no hice. En ese momento tenía solo 25 años y aún no había desarrollado los recursos, mentales y emocionales, que me permitirían navegar por la enormidad de la situación en la que me encontraba. Entonces, sí, me sentí un poco fuera de mí, fuera de mi poder y potencial. Me tomó algunos años convertirme en una persona capaz de lidiar con la magnitud de lo que enfrentaba. Fue un poco complicado. Tuve suerte, en cierto sentido, de haber conocido a prisioneros mayores que pudieron darme una hoja de ruta sobre cómo encontrar mi camino a través de la oscuridad de esos primeros días.
– ¿Alberga alguna esperanza de poder detener la ejecución? Y si no, ¿habría merecido la pena el movimiento Freedom First?
– Todo el objetivo y el propósito de Freedom First es evitar mi ejecución, pero más que eso, también sirve como una salida en la que puedo expresar mi humanidad. He podido contrarrestar la narrativa que me tacha de animal o, de alguna manera, de indigno de la justicia y la libertad. Esta música y mi colaboración con estos increíbles músicos es una forma de incorporarme a una familia más grande de seres que están tratando de vivir vidas reales. Es una forma de vivir desde aquí, ahora mismo donde estoy, y elegir primero mi libertad, aunque actualmente me encuentre en una situación desesperada.
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