«Lo de Iggy Pop nunca lo había visto en el Kursaal»

El director del Jazzaldia, Miguel Martin, hace su balance personal como melómano, opina sobre la polémica que surgió con respecto a ciertos programas del cartel y acerca de la apertura de miras hacia nuevos públicos. Destaca el concierto de Iggy Pop. «A sus 75 años revolucionó el auditorio del Kursaal. Fue algo que nunca lo había visto», indica.

– ¿Satisfecho? ¿Exhausto? ¿Cómo está tras el balance?

– Sobre todo, satisfecho. Lo que cansa es cuando se acumulan las incidencias, pero no ha habido ninguna. Estábamos más pendientes del cansancio de grupos como Simple Minds, que llegaban tras una gira desmesuradamente larga, y además la producción de muchos de los grupos que tocan en el escenario Keler cada vez es más compleja y eso nos hacía estar en tensión. Lakecia, por ejemplo, perdió su vuelo pero, como venía un día antes, no hubo problema.

– Este año, sin las restricciones, las cancelaciones que hubo se solucionaron rápido.

– A la hora de sustituir, en este caso, a Christone Ingram teníamos la opción de buscar algo del mismo tipo, pero resultaba difícil porque los bluesmen ya tenían sus giras montadas. Decidimos ir a una opción muchísimo más popular con Carolina Durante, porque este año queríamos justificar más que nunca la presencia de público. Y se acertó.

– Ya no como director, sino como espectador, ¿cuál es el concierto que más le gustó?

– Pues aunque no lo pude ver entero, sin duda, el de Craig Taborn en San Telmo. Fue absolutamente extraordinario. Es un hombre que está fuera de las normas, ha ido por delante de todos los pianistas, sobre todo, en el terreno del piano solo. Pero la verdad es que siempre me lo paso muy bien con Steve Coleman, me sorprendí mucho con Hiromi y tenía mucha fe en Lakecia y lo dio todo, además de que tiene un carisma y una amabilidad enormes.

– ¿Y el que menos?

– Sería normal que, a estas alturas, reconociera que la de Ben Lamar Gay y la de Louis Cole no es que fuese una mala selección, sino que quizá era inapropiada para el sitio en el que actuaron. Pero debo también aclarar que, ya que teníamos a Diana Krall, a Hiromi, a Gregory Porter o a Herbie Hancock, quería forzar el lado de los descubrimientos. Con Lakecia y con Miho Hazama funcionó de maravilla.

– Louis Cole tiene mucho más de lo que ofreció.

– Louis Cole es un batería extraordinario y me lo pasé muy bien cuando se sentaba a la batería, pero tuvieron una incorporación de última hora y creo que no lo tenían preparado y perdieron más tiempo. Pero vamos a olvidarnos de esa actuación. Con respecto a Ben Lamar Gay, que tenía momentos absolutamente extraordinarios, quizá fue una transición demasiado difícil tras la música de Amina Claudine Myers. Pero sin duda es un músico a seguir y le seguiremos para encontrar un recinto más adecuado para él. Esa es la parte negativa en cuanto a mi propia labor, más que a la de ellos.

– Estos conciertos generaron polémica, ¿no está preparado el público donostiarra para salir de la zona de confort?

– Es cierto que, así como hay escenarios como San Telmo o el Kursaal que son más selectivos y en los que la gente sabe a lo que va, hay otros como la Trinidad que sí continúan teniendo un cierto aspecto social. Es decir, el público quiere ir por esa magia que tiene, sin ser un gran aficionado al jazz. Debo ser consciente de que no puedo forzar la máquina y que no puedo ofrecer propuestas muy vanguardistas porque no todo el mundo está esperando ese tipo de cosas. Un festival tiene cierta labor didáctica, no solo está para programa a grandes figuras.

– Y así se abre a nuevos públicos.

– De 100 conciertos puede haber 20 que no sean estrictamente jazz. Pero es que tienes otros 80.