Instrucciones para traer el fado al siglo XXI

En el reciente disco que presentaban, 'Lina_Refree', el músico ha vuelto a tender un puente entre tradición y modernidad, y se ha acercado al fado por primera vez dejando a un lado las guitarras portuguesas, tan propias del género, para adoptar pianos y sintetizadores analógicos. Fueron los únicos instrumentos de una velada centrada en la gran dama del fado, Amália Rodrigues, pero la apuesta, arriesgada, mereció la pena.

Refree alternó los sintetizadores y el piano de cola, y a veces los simultanéo llevando una mano a cada teclado. El uso de drones, secuencias electrónicas y conatos de distorsión no ensombreció jamás la hermosa y desgarradora voz de una cantante bregada en los clubes de fado lisboetas que, incluso con ese transgresor envoltorio sonoro, seguía sonando clásica y plena de saudade. Con visible dominio del escenario, Lina transmitió una emoción absolutamente primaria en piezas como 'Medo', 'Gaivota' o la arrebatadora 'Quando eu era pequenina', que recordó a Pérez Cruz.

Mil y un suspiros se adivinaron atrapados tras las mascarillas mientras sonaron 'Fado menor', 'Foi deus', 'Destino' o las dos joyas con que cerraron la función, 'Cuidei que tinha morrido' y 'Ave María fadista'. Las canciones se sucedieron sin apenas espacio para los aplausos. Pero cuando éstos llegaban, su efusividad contribuía a aliviar la tensión dramática acumulada en hora y diez minutos que fueron un manual práctico sobre cómo traer el fado al siglo XXI sin traicionar su esencia.