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Catorce años permanecieron en la cuneta los apóstoles ya terminados y los bloques de los que saldrían los restantes. Ricardo Ugarte

Cuando se empezó a llenar el vacío

Hace cincuenta años Jorge Oteiza pudo colocar sus apóstoles en la basílica de Arantzazu | La Fundación Oteiza y la Fundación Arantzazu Gaur están preparando de manera conjunta un programa de actos para conmemorar el aniversario

Lunes, 20 de mayo 2019, 06:33

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A Jorge Oteiza (Orio, 1908-San Sebastián, 2003) no le incomodaba el vacío. Al contrario, fue la esencia de su visionaria propuesta artística y ... filosófica. Hubo, sin embargo, un lienzo desocupado que le amargó la vida: la inmensa fachada en blanco de la basílica de Arantzazu. Durante más de quince años, primero porque no le dejaron y después porque no quiso, Oteiza no pudo instalar en la misma los apóstoles y la Piedad que había imaginado para un frontis enmarcado por dos torres, que los arquitectos Francisco Javier Sáenz de Oiza y Luis Laorga parecían haber diseñado a la medida del genio del escultor guipuzcoano.

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