50 aniversario de Elkar | «Mantenemos los mismos valores»
En su 50 aniversario, Elkar gana volumen y visibilidad gracias a sus nuevas instalaciones en Aduna, pero se sigue definiendo como «un proyecto cultural al servicio del euskera»
El año 1972 ha pasado a la historia con muchas fechas marcadas en rojo por tragedias de distinta índole y un balance bastante discreto en cuanto a logros colectivos. Sin embargo, fue un año muy productivo para la comunidad que, con el euskera en fase incipiente de unificación, quería ampliar las áreas en las que vivir en su lengua.
Lo prueban los 50 años que están celebrando actores tan destacados en el avance funcional, científico y cultural del euskera como Elhuyar, Udako Euskal Unibertsitatea -que ayer celebró en Biarritz el acto central del aniversario- y Elkar, que en cinco décadas ha pasado de ser una pequeña editorial que no tenía más objetivo que dar cauce a la entonces escasa producción cultural en euskera a convertirse uno de los mayores grupos de distribución del Estado.
El Grupo Elkar, que incluye editoriales, empresas de distribución, librerías y servicios de impresión, ha ganado en potencia y visibilidad con el traslado de todas sus actividades a una nueva sede en Aduna, en la que han invertido 12 millones de euros. «6 con recursos propios, y otros 6 con créditos», precisó en una reciente visita abierta a los medios de comunicación el director gerente del grupo, Mikel Esnal.
El propio Esnal reconocía que, tras haber barajado otras opciones, poder contar con las instalaciones de la antigua Unipapel -adecuadas en tamaño y dotadas de las medidas de seguridad necesarias- ha facilitado mucho una operación «que reforzará nuestra capacidad operativa» en un sector como el de la distribución independiente en el que Elkar es ya una de las empresas tractoras en el conjunto del Estado.
Los datos
-
110,3 millones de euros facturó en 2021 el Grupo Elkar. La distribución aportó el 78%, las tiendas el 15% y la edición el 4%. El 3% restante procede de la imprenta y otras actividades.
-
428 trabajadores tiene el grupo, el 88% en Euskal Herria. El 58% son mujeres.
-
10 millones de libros se servirán al año desde las instalaciones de Aduna, en las que han invertido 12 millones de euros y en cuyos almacenes guardan dos millones de volúmenes.
En las nuevas instalaciones, en las que conviven las tareas que desempeñan los trabajadores y las automatizadas, se procesan anualmente millones de libros, además de juegos y material de papelería. Llegan de editores y productores de todo el Estado y, en función de los pedidos, vuelven a extenderse por todo el mapa.
Porque, aunque la marca Elkar se asocie principalmente a la edición y venta de libros y discos, la distribución es la que alimenta, aportando casi ocho de cada diez euros de facturación, un engranaje que no está en manos de una empresa que reparte beneficios, sino de una fundación -Euskalgintza Elkarlanean Fundazioa primero, Elkar Fundazioa después-, que desde 1996 gestiona todas las acciones. De ese modo, los beneficios, si los hay, no se reparten, sino que se reinvierten en su totalidad en proyectos relacionados con el euskera y la cultura euskaldun.
«Detectar las necesidades»
Además de moverse en magnitudes económicas insólitas para el mundo del euskera, el Grupo Elkar ocupa un espacio central, y muy extenso, en el ecosistema cultural vasco. Sus cuatro editoriales -Elkar, Tttarttalo, Txertoa y Sua- publican cerca de 200 títulos al año, y cuentan con un catálogo vivo de 4.000 libros y 800 discos. En colaboración con 23 editoriales vascas, llevan sus productos a 144 librerías: 18, además del canal online, son propias, y con otras 43 tienen acuerdos mediante los cuales también les ayudan en la gestión. Podrían añadirse líneas y líneas repletas de números...
El momento actual poco tiene que ver con los primeros pasos que dio el zegamarra Joseba Jaka (1948-1996), vendedor a domicilio de libros religiosos y enciclopedias que se propuso remediar una carencia que percibía día a día: la falta de libros en euskera y, de manera más específica, la falta de materiales para las ikastolas que empezaban a proliferar.
«El militantismo cultural no ha cambiado, pero hoy en día la profesionalidad es imprescindible, y hay que combinar los dos aspectos»
Joxemari Sors
Presidente de Elkar Fundazioa
«Nuestro crecimiento puede provocar recelos, pero está al servicio de todo un sistema cultural con el euskera como eje»
Mikel Esnal
Director gerente Grupo Elkar
Pronto se sumaron sus hermanos Goio y Jon, y se fue configurando un grupo que, en 1972, creó en Baiona Euskal Liburu eta Kantuen Argitaldaria. Entre los 20 jóvenes fundadores de Iparralde y los 20 que se les unieron en Hegoalde en 1974 se encuentran nombres decisivos en la revitalización del euskera y la cultura vascas, que unieron sus fuerzas para responder a las enormes carencias que aquejaban al euskera.
Según Olatz Osa, directora de la editorial Elkar, esa sigue siendo su manera de avanzar: «Detectar las necesidades y los retos y darles respuesta adaptándonos a las circunstancias sin perder nuestra esencia. Y siempre colaborando con otros agentes».
Un «proyecto cultural»
Joxemari Sors, actual presidente de la Fundación, ha vivido en primera persona todas las fases del proceso que ha conducido a la situación actual. Tanto él como Joseba Jaka habían huído a Iparralde -«eran los últimos años del franquismo, años duros», recuerda- y tuvieron claro que «teníamos que poner en marcha un proyecto cultural».
Han pasado 50 años y el proyecto ha alcanzado dimensiones difíciles de anticipar en 1972, pero Sors asegura que «el espíritu sigue siendo el mismo. El militantismo cultural no ha cambiado, la diferencia está en que hoy en día la profesionalidad es imprescindible. No siempre es fácil combinar los dos aspectos, pero los valores se mantienen, y el hecho de haber adoptado la forma de fundación garantiza que esos valores se respeten».
Basar el recambio generacional «en gente formada y curtida en la casa» también le parece garantía de continuidad. Mikel Esnal, el actual director gerente del grupo, encaja en ese perfil. Desde su perspectiva, «Elkar ha acertado en el modo de ejercer una función tractora y, al mismo tiempo integradora», y pone como ejemplo las relaciones que mantiene con editoriales y librerías que no forman parte del grupo.
No solo entiende que el crecimiento de Elkar «haya provocado recelos», sino que cree que «ese seguimiento crítico puede ser incluso positivo. A nosotros nos corresponde demostrar que nuestro objetivo es servir, siempre trabajando en equipo, a todo un sistema cultural cuyo eje es el euskera». «Hemos demostrado que es posible lograr una escala importante y crear un proyecto competitivo y profesional basándonos en principios éticos. Esa es nuestra mayor aportación», asegura.