Cuando Donostia se reinventó, Rafa ya estaba ahí
La Agenda Portátil ·
Elogio de Aguirre Franco, un agitador con maneras de diplomático / Si Iñaki Salvador hubiese nacido en Louisiana / Dafoe en el jardín de ReborCuando en Donostia entrabas de prácticas en un periódico siempre te bautizabas con el reportaje sobre el funicular de Igeldo y la entrevista a ... Rafael Aguirre Franco. Yo era un becario disciplinado y fueron mis dos primeros trabajos, hace demasiados años. Desde entonces he cultivado, durante décadas, la relación con Rafa. La última vez charlamos en la orilla de La Concha, hace solo unos días. Y me habló de proyectos, porque a sus 83 años seguía en plena forma física (continuaba remando por la bahía o jugando a pala) y sobre todo intelectual.
Me ha impresionado la muerte repentina de este curioso impenitente, con maneras de diplomático (fue uno de nuestros primeros personajes públicos en saber inglés) y actividad incesante, eterno joven. Un día paseas por la playa y un par de mañanas después aparece tu esquela. A veces me resisto a escribir de tanta gente que se va (muchos, amigos) porque esta Agenda parece la página necrológica del New York Times en txikito, pero a la vez me gusta reivindicar a una generación que hizo tanto y en ocasiones da la sensación de que desaparece sin el suficiente reconocimiento.
Porque Rafael Aguirre Franco fue uno de los 'reinventores' de la Donostia que conocemos hoy. Al frente del Centro de Atracción y Turismo durante más de 30 años modernizó las regatas de La Concha y el herri kirolak, impulsó el Jazzaldia, el concurso de fuegos artificiales de la Semana Grande o los Ciudad de San Sebastián de literatura, que llegó a ganar de joven. Porque escribir era su gran pasión.
Marcó una época y fue relevado cuando parecía que llegaba otra. Lo jubilaron del CAT pero no dejó de parir ideas. Sus cartas o correos electrónicos, que me llegaron hasta la semana pasada, recordaban efemérides o destacaban sucesos que podíamos convertir en reportajes.
Si Rafa hubiese sido una serie de Netflix (y su vida bien lo merecía) podría haberse titulado 'El hombre que modernizó Donostia'. Viajó mucho y hasta protagonizó aventuras por el cono sur americano en un bote, como remero solitario. En estos meses raros toca hablar de los muertos, porque lo merecen y porque es una forma de perpetuar la vida: la suya y las nuestras.
El Madrid, el PNV y las traineras
Dice el tópico que el fútbol es un deporte de once contra once en el que siempre gana Alemania (en España, salvo reinados vascos o guardialescos, suele ganar el Madrid, como este año). Las elecciones es eso que en Euskadi siempre gana el PNV (también lo hemos visto). Hubo épocas en que las regatas es el deporte que siempre ganaba Orio. Pero este verano, tan raro por tantas cosas, ganan muchos: hasta La Donostiarra. Vivan las sorpresas.
Viva Salvador
Llega el Jazzaldia, con su espíritu de resistencia y premio a tres grandes cercanos: Chano Domínguez, Jorge Pardo e Iñaki Salvador. Me quedo con el paisano: si Iñaki fuera negro, o nacido en Nueva Orleans o Estocolmo, le aplaudiríamos cada año como a un enorme pianista grande. Pero como es donostiarra y le hemos visto en tanta aventura nos falta perspectiva. El festival acierta al darle su premio gordo. El de los grandes.
Debajo de Willem
El Zinemaldia apuesta por las flores: en tiempos de claroscuros, los colores de la naturaleza. El actor Willem Dafoe, que buenos recuerdos dejó por sus pasos por Donostia, ha aceptado meterse en el jardín de Rebordinos. Es el espíritu 'happy flower', pero con la conciencia solidaria de los robles que inspira esta edición. El cartel es curioso, pero importa más el interior que el envoltorio. Y los indicios son buenos.
mezquiaga@diariovasco.com
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