Telmo Irureta: «El humor me ayuda en la vida y en la escena: si añades color al negro, conectas con la gente»

Irureta, licenciado en Magisterio en Inglés y en Pedagogía, zumaiarra afincado en Donostia desde el pasado agosto, disfruta estos meses de atención mediática ante la gala de los Goya, que se celebra en Sevilla el 11 de febrero. Y persevera en el humor: «Estoy dispuesto a volver a hacer un personaje en silla de ruedas si lo exige el guion», bromea. En 'La consagración' se habla, entre otras cosas, del «sexo de las personas con discapacidad».

- Zorionak.

- ¿Por mi cumpleaños?

- Bueno, también por eso.

- El domingo cumplí 34 años. Ya he superado la edad de Jesucristo...

- Le felicitaba por el momento tan bueno en su carrera. ¿Cómo vive la previa de los Goya? En algunas quinielas figura como favorito.

- De momento lo disfruto; aún falta un mes y ya tendré tiempo de ponerme nervioso. Veo genial lo de las quinielas, pero no me fío. Como somos cinco candidatos, al menos matemáticamente tengo el 20% de posibilidades.

- Hace unos días tuvo lugar el encuentro de candidatos. ¿Conocía a sus 'rivales'? Con Irureta compiten al premio al actor revelación Albert Bosch ('Alcarràs'), Jordi Pujol Dolcet (también 'Alcarrás'), Mikel Bustamante ('Cinco lobitos') y Christian Checa ('En los márgenes').

- No, y así tuve oportunidad de felicitarles por su trabajo. He visto todas las películas de la 'competencia' y me parecen estupendas, cada uno en su estilo. No todos habían visto la mía, pero también elogiaron mi trabajo. Ya sabes que en este mundo te habla al que le gusta tu labor; si a alguno no le gusta, se calla.

- Coincide el éxito en su primer largometraje con la estupenda acogida de 'Sexberdinak', que sigue en el País Vasco, y 'Sexpiertos', versión en castellano.

- Sí, ha funcionado muy bien aquí y por ahí. Es un tema relativamente nuevo, común con lo que trata la película, de discapacidad y sexualidad. La discapacidad suele ir relacionada en los medios con barreras arquitectónicas o cuestiones semejantes, ¡pero eso no me motiva tanto como el sexo! Me gusta más lo picantillo. Hay que tratar esas cuestiones en público porque parece que de lo que no se habla, no existe. Y como sí existe, hablemos.

- En la función teatral va con otra compañera de lujo, Aitziber Garmendia.

- Es una actiz maravillosa. ¡A esa chica nunca le faltará trabajo!

- Ahora, cuando mira hacia atrás y ve tantos años de esfuerzo, ¿qué sensaciones le quedan?

- Ha sido divertido. De niño solía decir que me gustaría ser actor o cantante, cosas que dices, como otros sueñan con ser astronautas. En mi caso lo de ser actor me ha quedado, pero ha costado. Empecé a estudiar Magisterio en Inglés porque me gustaba el inglés, no el magisterio... Luego seguí y me metí en Pedagogía, pero no me gustó demasiado. Así que decidí 'regalarme' mi viejo sueño y entré en una escuela de teatro, el Taller de Artes Escénicas. Y vi que ese sí era mi mundillo.

- Una de sus frases favoritas es: «Como no sabía que era imposible, lo hizo». Su vida obedece a esa frase...

- Me encanta. Y en parte sí: como no sé qué es imposible, lo intento. Y a fuerza de intentarlo, lo consigues. En el TAE, por ejemplo, fueron muy majos: cuando me apunté les comenté que algunas asignaturas, como expresión corporal o movimiento escénico, podían ser complicadas para mí. Pero me animaron: si tú no te pones límites, no los vamos a poner nosotros, me dijeron. Me adapté yo y se adaptaron ellos.

- Cuando estaba en la universidad en Donostia venía solo desde Zumaia, a pesar de las dificultades.

- Sí, iba y venía solo. Ahora me da más pereza y dejo que me mimen más. Será que me estoy haciendo viejo...

- ¿Cómo empezó en la escena?

- Con una obra de teatro de Alex Tello que hablaba de la inclusión. Luego llegó mi monólogo 'Toquecito minus', que habla de las ventajas de la discapacidad. Alguien lo llama humor salvaje y me encanta: es humor negro, muy ácido. Al principio el público no se atreve a reírse, pero cuando ve que lo hago yo, se anima, salvo algunos pocos que se ofenden.

- El humor ayuda, pero tendrá usted, como todos, momentos malos.

- El humor me ayuda mucho en la vida, pero también en el teatro: si das color a algo que es muy negro, el contraste impacta. Pero claro que vivo momentos malos. Es compatible la queja con el cachondeo.

- Su parálisis cerebral no es de nacimiento, sino que llegó a los dos años.

- Así es. Tenía dos años y medio, sufrí una encefalitis y provocó la parálisis cerebral. Yo no me acuerdo del Telmo no discapacitado, pero me gusta pensar que sí existió.

- Es usted muy popular...

- Es curioso que la gente me sigue hablando de mi colaboración en 'La que se avecina'. Han repetido tantas veces mi capítulo que la gente sigue pensando que vivo ahí. Le dije al director, Alberto Caballero, que recuerde que mi personaje puede volver... En ETB también me dio cancha el programa de Aitziber Garmendia.

- ¿Planes de futuro?

- Ahora estamos doblando la película al euskera, supongo que para la televisión. ¿Futuros papeles? Yo no tengo problemas de hacer de minusválido. Me sale tan natural... Son las exigencias del guion.