La directora Estibaliz Urresola, ayer en Errenteria. IÑIGO ROYO
Directora de cine

Estibaliz Urresola: «Relativizo la importancia de los galardones porque la obra es la misma antes y después»

La realizadora alavesa afincada en Hernani opta al Goya al Mejor Cortometraje con 'Cuerdas', que acaba de ganar el Premio Forqué

Alberto Moyano

San Sebastián

Jueves, 22 de diciembre 2022, 06:40

El conflicto entre un coro de mujeres a punto de perder el local de ensayo y la empresa contaminante que se ofrece a echarle una mano en una operación de un 'lavado de cara' es el eje argumental de 'Cuerdas', el quinto cortometraje de Estibaliz Urresola (Llodio, 1984). Tras su exitoso paso por Cannes y después por el Zinemaldia, la película ya se ha llevado el Premio Forqué y opta al Goya al Mejor Corto. La realizadora alavesa afincada en Hernani, que prepara ya su primer largometraje, tiende a relativizar todo esto de los galardones «porque he pasado por muchísimos 'noes' y me he quedado sin muchos premios a los que he optado».

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– ¿Cuál es el germen de 'Cuerdas'?

– Surgió a raíz de unas jornadas de mujeres que venían de distintas luchas medioambientales y en las que participó Sara Ibáñez, una ginecóloga ya retirada de la zona de Muskiz, que habló de las implicaciones sanitarias que conlleva tener una refinería tan grande como la que tienen en el pueblo, en donde la incidencia de abortos era muy superior a la de otras localidades de Bizkaia. Ahí se generan problemas de salud personal, medioambiental y también en la del tejido social, que fue la que más me llamó la atención. Las relaciones de familias y amigos se veían deterioradas por los posicionamientos de cada cual en torno a la empresa.

– Una empresa que da vida al pueblo, porque crea empleo, y a la vez la quita, porque su actividad provoca un deterioro del medioambiente.

– La refinería está instalada en una marisma increíble que no estaba protegida en la época del franquismo. Eso supuso la muerte de todo el ecosistema que había ahí, pero también es verdad que da muchísimo trabajo 'gracias' a un tipo de industria que permitió el desarrollo de la economía vasca.

Premios

«Hice el ejercicio de darles el valor que tienen porque he pasado por muchísimos 'noes' y he perdido muchos a los que he optado»

– 'Cuerdas' muestra cómo la población se escinde entre quienes viven de esa actividad económica y los que no dependen de esa industria y por lo tanto, se oponen. ¿Cómo fue construir las escenas de las asambleas del coro, en las que cada parte expone sus argumentos?

– Una de las cosas más bonitas de todo el proceso. Tenía dos opciones: hacerlo todo de la forma más controlada con actores profesionales no especialmente reconocibles o con vecinos de la zona. Y al final opté por esta segunda opción, lo cual implicaba un reto inmenso porque estamos hablando de una coral de veinte personas y requería más preparación. Las actrices son miembros de un coro y de un grupo amateur de teatro. No todos defienden en la película su postura real en la vida, pero como conocen los argumentos del contrario ya los tienen interiorizados.

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– ¿Y cómo fue?

– Hubo que crear unos tipos, como pedirle a una que se imaginara que se ha quedado viuda y que el coro es su primera oportunidad en su vida para participar de un grupo, le ha dado la vida y ahora no puede renunciar a la coral. A otra le explicábamos que su personaje era la mujer y la madre de dos trabajadores de esa empresa de toda la vida. Fuimos construyendo biografías para que no se sintieran tan vendidas porque muchas de ellas igual no estaban haciendo de sí mismas, ni defendiendo su opinión real.

– ¿Se conocían entre ellas?

– Son dos grupos de dos pueblos distintos, aunque colindantes. La coral de mujeres era de Sanfuentes y el grupo de teatro de Muskiz, dos pueblos afectados por la contaminación en función del viento. La mayoría no se conocían entre sí. Quedábamos para los ensayos dos veces por semana y unas tuvieron que aprender a cantar y las otras, la coreografía de una de las escenas.

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– 'Cuerdas' muestra que a veces toca transigir y pactar con la realidad, aún en contra de las propias ideas.

– Bueno, sobre todo cuenta que puede que no consigas transformar la realidad, pero sí obrar en la medida de lo posible de forma acorde a tus sentimientos y eso se ve en esa leve sonrisa final del corto.

Nominación al Goya

«No quiero pensar nada porque bastante trabajo tengo ahora con terminar mi película, que me ayuda a tener los pies en la tierra»

– El precio es algo alto...

– El precio quizás es alto, pero en el corto se muestra que tampoco han de renunciar a todo. Siempre hay alguna forma de continuar haciendo lo que quieren porque efectivamente el coro está en peligro, pero hay un pequeño grupo de mujeres que termina haciendo de otra forma aquello que quiere y sin aceptar algo con lo que no están de acuerdo.

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– La historia da para un largometraje. ¿Por qué lo dejó en un corto de 30 minutos? ¿Un problema de presupuesto, quizás?

– La verdad es que el corto fue creciendo. En el primer relato que escribí ya casi estaba todo, pero a medida que iba haciendo entrevistas añadía detalles que me parecían interesantes para el desarrollo de los personajes. Por otro lado, llegaron las imágenes de archivo cuando estaba a punto de cerrar el montaje. Las pedí como documentación sonora, pero al verlas encontré que tenían cabida. Y además, las escenas de las discusiones entre las mujeres del coro fueron complicadas de montar y no nos quedó más remedio que mantener algunos argumentos más allá de lo que por ritmo hubiera deseado. Fue creciendo y es verdad que cuando ya llegamos a ese metraje de treinta minutos, vimos que a nada que desarrolláramos un poquito más cualquiera de las subtramas tendríamos un largo.

– Pues se ha quedado en un metraje arriesgado porque no es un largo, pero tampoco es muy corto...

– Sí y de hecho, estuvimos limando al máximo para dejar la duración en 29 minutos y 29 segundos, y no se quedara fuera del ámbito del cortometraje.

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– ¿Están infravalorados los cortos?

– Sí, todavía hay una percepción de que el cortometraje es para principiantes, pero cada vez vemos a más cineastas volver al corto y esto tiene que ver con que tiene un lenguaje propio, permite una mayor experimentación y es más barato. No es una narrativa menor, pero sí es cierto que son proyectos más fáciles de levantar tanto a la hora de financiarlos como de formar un equipo. Sin embargo, es en la propia industria donde encuentran su mayor dificultad porque no tienen mucho circuito de exhibición, más allá de los festivales.

Cine social

«Quiero pensar que mantiene su vigencia durante más tiempo; el de entretenimiento parece de usar y tirar»

– Acaba de llevarse el Premio Forqué y estamos a dos meses de los Goya. ¿Qué importancia da a los premios?

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– Intento relativizar mucho porque he pasado por muchísimos 'noes' y me he quedado sin muchos premios a los que he optado. Ahí tuve que hacer el ejercicio de darles el valor que tienen porque la obra es la misma antes y después de un premio. No la cambian. Pero es verdad que me hace muy feliz darle ese altavoz a un relato como el de 'Cuerdas' porque lo que me movió a realizarlo es pensar qué podía hacer yo desde mi ámbito para apoyar esa causa.

– Ahora va nominada a los Premios Goya y su cortometraje suena como favorito...

– (Risas) No quiero pensar nada porque, además, bastante trabajo tengo ahora con terminar mi película '20.000 especies de abejas', que me ayuda a tener los pies en la tierra. En los Goya puede pasar cualquier cosa.

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– ¿Qué puede adelantar sobre este primer largometraje?

– Es una historia sobre una familia en la que un niño al que todos llaman Aitor encuentra durante unas vacaciones las herramientas para mostrarse tal y como se siente, que es como una niña que decide llamarse 'Lucía'. La película se centra en cómo esa transformación lo reordena todo dentro de esa familia, que es un organismo vivo, como una colmena.

«La presión de las series es muy fuerte: veremos cómo queda el cine»

– Conlleva sus riesgos hacer un cine social, como es el caso de 'Cuerdas'. El público opta mayoritariamente por el entretenimiento puro y duro.

– Eso está ahí y es difícil ponerle barreras a ese cine de entretenimiento, pero hay cierto cine social que envejece mejor en el sentido de que tiene un público y se mantiene vigente mucho más tiempo. Me da la sensación de que el cine de entretenimiento se consume masivamente en un momento concreto, pero puede quedar obsoleto antes. Es como de usar y tirar. Quiero pensar que hay cierto cine que mantienen su vigencia durante más tiempo en lo que ahora, afortunadamente, nos permiten también las plataformas.

– ¿Ha perdido el cine esa dimensión social en la que el público veía películas reflejados sus problemas, en favor de las historias de evasión?

– La presión que ejerce la industria de las series sobre la del cine es muy fuerte. Es contradictorio porque vivimos en el momento en el que más producción y consumo audiovisual hay y sin embargo, no sé si va a favor del cine o de las historias de autor porque se instala una lógica de consumo voraz en la que no se da la importancia que merece el trabajo que hay detrás de cada capítulo o cada historia. Es un fenómeno nuevo, pero en cinco años o menos veremos cómo queda el cine.

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