Prendas contra la opresión

El debut en la dirección de la franco-argelina Mounia Meddour pretende transmitir la autenticidad de los recuerdos de la autora, aunque no se trate de una película autobiográfica. Pero sí es real y vivido el ambiente de Argelia en los años 90, en un tiempo de represión que se ejemplifica bien en la primera secuencia: las jóvenes se cambian de ropa en el interior de un taxi clandestino que les lleva a la discoteca donde darán rienda suelta a sus ansias de diversión, sensualidad y libertad.

La ropa es un elemento significativo, por la prenda utilizada por las ideologías radicales para tapar la voluntad de las mujeres, y por los modelos que esas chicas diseñan y venden de forma también furtiva. La preparación de un desfile de moda con creaciones propias se convertirá en símbolo de esa voluntad que quieren preservar a toda costa en una sociedad en la que parece que los jóvenes solo pueden quedarse y asumir las imposiciones para llevar una vida gris, o irse en busca de libertad renunciando a sus raíces.

A pesar del drama y de los acontecimientos dolorosos que puntearán ese tiempo de crecimiento, la intención de Mounia Meddour es que el recorrido sea luminoso e inspirador, que las buenas vivencias entre las mujeres les hagan más fuertes, que a pesar de todo no se ahogue la esperanza. Todas las dosis están medidísimas es un guion plegado a los convencionalismos, pero tan eficaz para lograr la solidaridad con los personajes como la interpretación de las protagonistas.