Les falta pitufabilidad
Lamentamos comunicarles que ¡estos 'Pitufos' no pitufan! O sea, las criaturas azules siguen siendo monísimas, ingenuas y traviesas. Volver a escucharles cantar aquel «la, la, ... laralala...» de la serie de televisión reaviva la nostalgia y hay que reconocer que mantienen el tipo Pitufina y el nuevo Pitufo Sin Nombre, agobiado por no descubrir cuál es su especialidad.
Pero como reinicio cinematográfico del mundo de los personajes que creó el belga Peyo en 1958, 'Pitufos' es decepcionante. Se supone que tras las tiernas películas familiares que les mezclaron con personajes reales en 2011 y 2013 vivimos un regreso a las esencias y a potenciar los personajes dibujados, pero seguimos en la sensibilidad del cine yanqui y no en la del comic europeo, hay innecesarios saltos entre animación e imágenes reales y sus tres dimensiones con rasgos de dos resultan feúchas.
Los 'Pitufos' de 2025 están definidos por su falta de rumbo, con un guion errante, que solo parece actual por sus repetidas referencias a las nuevas tecnologías, y un abigarramiento estético. ¿A quién le pareció buena la idea de convertir a los modestos Pitufos en «guardianes del bien»? La producción se anuncia como de cine musical, con Rihanna en la versión original y Rigoberta Bandini en la doblada, pero apenas contiene unas pocas canciones que recuerdan a otras y algunos anodinos números discotequeros.
Lo peor es que el proyecto parece no confiar en la fuerza y encanto de los seres azules, a los que mezclan con nuevos personajes sin cuento ni chispa: Gargamel se oscurece ante su hermano Razamel, más malo que él, y Papá Pitufo, ante su hermano Ken, salen bicharracos de colores...
El corto de Bob Esponja que precede al largometraje no es suficiente motivo para no preferir viejos tebeos o la pitufable serie de los años 80.
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