Ser cura o/y ser papá
Esta película francesa plantea un tema que no está en el debate público, el celibato en la Iglesia católica, la posibilidad de que, como ocurre ... en otras religiones, los sacerdotes puedan desarrollar su ministerio siendo también maridos y padres. En su primer largometraje, Ronan Trinchot trata la cuestión con equilibrio y respeto hacia todas las posiciones. La película escucha a quien no entiende por qué el menguante clero no puede tener su propia familia y a quienes piensan que, al menos teóricamente, el celibato y la soledad de los curas les ayuda a estar más disponibles y volcarse con los demás.
'Un buen padre' acierta al presentar con realismo algo que pocas veces hemos visto en pantalla, la vida cotidiana de un sacerdote católico, Simón, que se frustra por llegar tarde a dar la extrema unción a un enfermo, escribe una homilía de noche o se distrae jugando al futbolín con sus compañeros.
Plantea la paternidad biológica de un 'padre' en sentido religioso con un caso algo extremo. Antes de ordenarse, Simón tuvo relaciones que ocasionaron un embarazo y un nacimiento de los que nunca supo. Once años después, cuando vive satisfecho con su labor pastoral, aparecen la madre y el hijo biológico que desconocía tener y que desequilibra su vida.
'Un buen padre' tiene a favor su interesante tema, la armónica tranquilidad con que lo aborda y a su protagonista, Grégory Gadebois, ese sutil 'hombretón normal' al que vemos últimamente en tantas películas francesas, como cocinero en 'Delicioso' o como reo ahora mismo en 'Presunción de inocencia'. Por contra, quizás su planteamiento sea algo simple, sus personajes secundarios, esquemáticos y tarde mucho en extender el caso particular a un apunte final sobre la necesidad de actualización y apertura de la Iglesia.
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