El director de 'La comunidad', Álex de la Iglesia. EFE

«¡Qué buen rollo que 25 años después se vuelva a estrenar en los cines!»

Álex de la Iglesia celebra «orgulloso» el reestreno con un coloquio que se proyectará en el pase de este jueves en los cines Niessen de Errenteria

Iker Elduayen

San Sebastián

Jueves, 21 de agosto 2025, 00:09

Aunque Álex de la Iglesia se encuentra estos días en Chile, como invitado especial del Santiago Festival Internacional de Cine, Sanfic, que celebra los treinta ... años de 'El día de la bestia', el cineasta no ha querido perderse el reestreno en salas de otra de sus películas más queridas. A pesar de la distancia, estará presente en su regreso a los cines gracias a un coloquio en diferido que se proyectará tras la película en más de 30 salas de todo el país, entre ellas los Niessen de Errenteria, este jueves a las 20.00 horas.

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«Estoy muy orgulloso de 'La comunidad'», afirma el director, que celebra la oportunidad de volver a compartirla con el público. «¡Qué buen rollo que 25 años después se vuelva a estrenar en los cines!», escribía entusiasmado en sus redes sociales. No es para menos: la película fue, y sigue siendo, una clara muestra del universo del realizador, donde lo grotesco y lo cotidiano van de la mano en una danza vertiginosa de humor negro, sátira y una gran dosis de locura.

Para el realizador, verla de nuevo en pantalla grande no es solo un ejercicio de memoria cinéfila, sino una forma de comprobar cómo su cine continúa dialogando con el presente, donde lo absurdo y lo monstruoso siguen al acecho. De hecho, esta vuelta coincide con el fin del rodaje de 'La criada', su última película, donde de nuevo Carmen Maura es protagonista.

'La comunidad' bebe de grandes referentes cinematográficos sin renunciar a su personalidad, y los mezcla con una desfachatez tan efectiva como desacomplejada. «Al principio, fue todo un reto. Dije que sería capaz de hacer una película de suspense en un solo decorado. La idea era utilizar pocos elementos y obtener unos resultados contundentes».

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Y lo consiguió. Salvando las distancias, firmó un final digno de los grandes clásicos: «como el de 'Con la muerte en los talones' de Hitchcock». Colgaron a Maura de una estatua ecuestre e hicieron saltar a Terele Pávez de un edificio a otro al más puro estilo 'Matrix'. Un clímax desatado para una película que nunca pisó el freno, subió y bajó escaleras sin fin... y que cinco lustros después, aún llama con fuerza a la puerta del espectador. Y lo hace con una sonrisa irónica, perversa, temerosa… y absolutamente inolvidable.

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