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Chillida y Balenciaga: la respuesta está en los límites
La exposición 'Plegar la forma' en el Museo de Getaria celebra los vínculos biográficos y creativos que unieron al escultor y al modisto
'Vestido saco de cóctel en crepé gris perla con lazada en raso negro' y 'Lo profundo es el aire. Estela V'. Túnica de noche ... con escote en pico, en crepé negro' y 'Proyecto para un monumento (Buscando la luz III)'. 'Abrigo reversible de cóctel en shantung negro y marfil' y 'Gravitación'. Éstas son algunas de las piezas que se encontrará en la sexta sala del Museo Balenciaga de Getaria el visitante de una exposición que celebra las trayectorias artísticas del modisto y Eduardo Chillida. Un encuentro que por razones biográficas y también conceptuales estaba llamado a producirse y que ha encontrado en el centenario del escultor la ocasión perfecta. El resultado es un periplo expositivo que evidencia la voluntad de los dos creadores guipuzcoanos de «llevar al límite los materiales con los que trabajaron».
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'Chillida/Balenciaga. Plegar la forma' reúne durante todo este año en el museo de Getaria 27 obras del escultor y diecisiete diseños del modisto que evidencian hasta qué punto los dos creadores compartieron no sólo su origen vasco, sino una misma forma de afrontar los retos, cada cual en su disciplina, basada fundamentalmente en forzar los límites. Comisariada por Igor Uria, director de colecciones del centro getariarra, la muestra se presentó ayer de la mano del consejero de Cultura y Política Lingüística, Bingen Zupiria; las directoras del Museo Balenciaga y Chillida Leku, Miren Vives y Mireia Massagué, respectivamente; y el director de desarrollo del museo Chillida Leku, Mikel Chillida.
Bajo una iluminación que evoca la luz del Atlántico, la muestra explora tanto los vínculos creativos como biográficos que ligaron las trayectorias de dos de los creadores vascos más universales. Respecto al segundo punto, la relación de los Chillida con Balenciaga es incluso previa al nacimiento de Eduardo. Su abuela materna, Juana Eguren, propietaria de los hoteles donostiarras Biarritz y Niza, fue amiga del modisto, que la obsequiaba con regalos traídos de París. Posteriormente, Pilar Belzunce fue clienta de Cristóbal Balenciaga. También lo fueron los Maeght, galeristas parisinos del artista donostiarra.
Ya en el terreno puramente artístico, la audacia experimental, el cuestionamiento de los límites, las geometrías envolventes, la concepción del aire como espacio y su gusto por eliminar antes que por acumular son algunos de los rasgos que compartieron y que gracias al buen hacer del comisario, se aprecian en la muestra. Y también una forma rigorista de entender sus trabajos. «Un buen modisto debe ser: arquitecto para los patrones, escultor para la forma, pintor para los dibujos, músico para la armonía y filósofo para la medida», dejó dicho Balenciaga, tal y como recordó Miren Vives.
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Además de las obras de Chillida -dibujos en papel, gravitaciones, esculturas en acero, óxidos y lurras-, procedentes tanto del museo como de colecciones privadas, la exposición cuenta con una 'invitada' de lujo: la gran escultura de acero 'Homenaje a Balenciaga', de dos metros y medio de altura y más de cuatro toneladas de peso, que el escultor creó con ocasión de su muestra en el Palacio de Miramar de 1990 recibe al visitante en el hall del edificio. Ya en el interior, se exponen otras variaciones que desde 1987 Chillida realizó sobre el mismo tema.
Durante la presentación de ayer, Miren Vives se congratuló de que sea 'Chillida/Balenciaga. Plegar la forma' la muestra inaugural del nuevo espacio Encuentros en el Museo Balenciaga, que recientemente mostraba su nuevo itinerario expositivo para hacerlo «más accesible al público». La directora del centro recordó que Eduardo Chillida, a través de uno de sus hijos, ya formó parte del primer patronato de la Fundación y destacó que con Chillida Leku «compartimos retos, con lo cual, la colaboración ha sido sencilla y muy natural». No en balde, como apuntó Mireia Massagué, son dos museos de autor «con características singulares compartidas». De hecho, el comisariado ha corrido a cargo de Uria en colaboración con el equipo curatorial de Chillida Leku. En cuanto al diseño expositivo, lo ha realizado la escenógrafa Anna Alcubierre a partir de la idea inicial de Fernando Bernués. «Que el espectador pueda sentir, no sólo ver» ha sido su objetivo.
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Vives también coincidió con el resto de los participantes en la presentación en recalcar la importancia de contemplar las obras del escultor «descontextualizadas» y fuera del entorno habitual en el que el espectador está acostumbrado a contemplarlas.
También la directora de Chillida Leku mencionó «la complicidad entre las dos instituciones» y que ha permitido a sus respectivos equipos «tener una experiencia diferente a partir de aproximaciones muy distintas: eso ha sido muy enriquecedor».
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«Respeto y admiración»
Bingen Zupiria, por su parte, indicó que Chillida y Balenciaga «se conocían, se respetaban y se admiraban y pese a la diferencia de edad, el escultor homenajeó al modisto primero con obra gráfica y después con la escultura» que ahora se podrá ver en el centro getariarra.
El comisario de una muestra que incluye también elementos dinámicos, como la plataforma giratoria en la que se exponen algunos vestidos, hizo referencia a que los dos artistas compartían la voluntad de «llevar al límite los materiales con los que trabajaban, que casi se plegaban a sus deseos».
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De forma paralela a la exposición, que permanecerá abierta al público hasta el 5 de enero del próximo año, una programación paralela de música, danza y ofertas familiares completan la propuesta con la que el Museo Balenciaga, en colaboración con la Fundación Chillida Belzunce y el propio centro hernaniarra se suma a los actos por el centenario de Eduardo.
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