El rorcual aliblanco izado en el muelle donostiarra. FOTO: POSTIGO

Una ballena emerge 18 años después

El Aquarium de Donostia ultima los detalles para exponer el esqueleto de un joven rorcual aliblanco hembra que apareció en 2000 cerca de Igeldo

Iñigo Puerta

San Sebastián

Sábado, 29 de septiembre 2018

El 30 de marzo del año 2000 el barco de Inspección Pesquera del Gobierno Vasco 'Argi' localizó un rorcual aliblanco inerte en la mar. Tras pasar el aviso al Aquarium, Jokin Guilisagasti, actual presidente de la Cofradía de Donostia y entonces patrón del 'Satanás' salió en su busca junto a un equipo de biólogos del Aquarium. «En más o menos media hora lo localizamos. Había gaviotas revoloteando por encima. Estaba a menos de dos millas al norte de Igeldo». Tras analizarlo visualmente desde cubierta, «primero se echó al agua la bióloga Isabel Guzmán, y luego saltó Iker Aguirrezabala, que lo amarró de la cola para remolcarlo al muelle». Después de un laborioso proceso de casi veinte años, su esqueleto será expuesto el 16 de octubre en unas jornadas de la 'Zien-tzia Astea' en Bilbao, para a principios de noviembre, ocupar un espacio en el museo del Aquarium.

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Alejandro Larrodé ha vivido el proceso de recuperación desde sus inicios y hoy en día dirige el área de museo y conservación del Aquarium. «Es un rorcual aliblanco, de seis metros y medio. Es la especie más pequeña de la familia de los rorcuales». Su característica más especial, «la parte del vientre y las aletas, que son blancas. Su hábitat es casi global. Apareció muerto flotando, y la parte delantera de la cabeza presentaba un golpe». Según los datos de Larrodé, se clasificaría como 'subadulto'. «Era un ejemplar joven, tendría entre 8 y 12 meses. Estaba en desarrollo», recuerda Larrodé.

El rorcual aliblanco

  • El ejemplar del Aquarium

  • Edad 8/12 meses

  • Longitud 6,5 metros

  • Peso 1.200 kilos

  • Lugar del hallazgo A menos de dos millas al norte del monte Igeldo

  • Datos de la especie

  • Balaenoptera acutorostrata: También llamado rorcual enano: Es el más pequeño y abundante de los rorcuales. Puede alcanzar 10 metros. Su tamaño habitual ronda los 7-8 y no supera las 5-7 toneladas. Son las manchas blancas de sus aletas pectorales las que lo hacen inconfundible, aunque este rasgo falta en muchos ejemplares del hemisferio sur. Se encuentra virtualmente en todo el planeta aunque es más común en aguas frías que en tropicales. En verano se concentra en latitudes altas y en invierno en más bajas, aunque sus movimientos migratorios son muy variables. Son frecuentes merodeando islas, cabos, bahías y ensenadas. El rorcual aliblanco no tiene un soplo muy visible y nada a unos 16 nudos (28 km/h). Comen peces, cefalópodos y crustáceosLas poblaciones del hemisferio sur, krill.

Una crónica en DV de Mario García se hizo eco de la entrada a puerto del animal entre el asombro de un grupo de colegiales que estaba de visita en el Aquarium. Entre exclamaciones como 'es gigantesca' o 'qué mal huele', el cuerpo fue izado por un camión grúa, que partió hacia Usurbil, para enterrar al rorcual en unos terrenos situados en el monte Arratxain, propiedad de Vicente Zaragüeta. Antes de ponerla bajo tierra, extrajeron algunas muestras y dijeron adiós al animal.

El esqueleto será expuesto en el Aquarium a partir de noviembre

Exhumado 13 años después

La tierra se encargó de absorber las partes blandas del mamífero hasta limpiar el esqueleto. «Aunque se desenterró hace cinco años, todavía había zonas en las que había grasa». La búsqueda del tesoro no fue una tarea fácil. «Se hizo una primera exploración casi aleatoria, y nos costó media mañana hasta dar con una quijada del rorcual». Una vez tocado el hueso con la excavadora, fueron cavando y descubriendo la ballena con extrema precaución. «Muchos huesos estaban desperdigados».

Imágenes actuales del esqueleto. Lobo Altuna

La participación de Manu Ceberio, un arqueólogo de Aranzadi que estaba haciendo prácticas de museología en el Aquarium, fue fundamental. Según Larrodé, siguieron el criterio de una excavación arqueológica, con espátulas y azadas. «En una zona en plano poníamos los huesos e íbamos rellenando el puzzle. Como guía de anatomía, utilizamos el trabajo de Cándido Ríos sobre la ballena franca de 1878», cuyo esqueleto expone el Aquarium desde 1930. El animal de 11,5 metros, la penúltima ballena cazada en Gipuzkoa, fue el 'vademecum' para reconstruir el rorcual. «En 2005, cuando vaciamos el Aquarium para una reforma, tuvimos que restaurar el esqueleto de la ballena franca. Había que desmontarla para enviarla a Sevilla, datando cada parte. Esto nos dio un entrenamiento muy valioso. En este caso, aunque los cuerpos no son coincidentes, se asemejan. Hicimos un esquema y etiquetamos cada pieza. Fue un trabajo muy minucioso».

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Un misticeto en Sevilla

El siguiente paso era limpiar y montar el esqueleto. «Se decidió enviarlo a María Ángeles Prieto, una especialista en taxidermias de gran tamaño de Sevilla, que ya había trabajado con nosotros con la ballena franca. Monta catáceos, cifios, ciervos...». Además del embalaje y etiquetado de cada pieza de la ballena, previamente extrajeron algunas muestras para el futuro. «Esta ballena es un misticeto, tiene barbas en vez de dientes. Su mandíbula puede recordar a la de una serpiente. Cuando tragan el krilll se hincha con el agua. De este rorcual se guardan algunas partes en formol».

La ballena viajó a Sevilla. «Allí tuvieron que reconstruir algunas piezas, pero más de un 80% del esqueleto resultante es real». La parte de la cabeza, la más deteriorada desde la recogida, se tuvo que rehacer en un 60% con una pasta especial. «Estaba en trocitos», detalla Larrodé. «Los huesos de un rorcual de esta clase y edad son extremadamente porosos y delicados».

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Protegido en un armazón

Estamos en un almacén del Aquarium, donde el esqueleto de la ballena aguarda su ensamblaje final antes de ser expuesto. Tres cajones dividen un montaje que sostiene los huesos suspendidos, protegiendo con delicadeza las cadenas vertebrales. «Toda la estructura central se puede levantar con una mano. Para ser un animal de más de una tonelada, es increíble». Larrodé sujeta el montaje con cuidado y lo alza varios centímetros sin esfuerzo.

«El color marrón que tiene es por el contacto con la tierra, por un intercambio de minerales en el que también puede perder calcio. La densidad ósea de la ballena franca que tenemos en el Aquarium es muchísimo mayor y su peso se multiplica», explica Larrodé.

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Los tres cajones serán transportados a Bilbao. Desde el 16 de octubre al 4 de noviembre, en las salas del Bizkaia Aretoa, se celebra el 'UPV/EHU en EL MAR', con una serie de actividades sobre la biología marina. En la exposición estará presente el rorcual aliblanco y también una beluga que adquirió el Aquarium en 1890, que será expuesta de nuevo tras estar guardada diez años en el almacén. Después de su visita inaugural, el rorcual volverá al Aquarium. «A pesar de nuestras limitaciones de espacio, le hemos reservado un sitio para exponerlo en un tramo de escaleras». El espacio es el caballo de batalla de Larrodé. «Por ejemplo, un rorcual común de más de 20 metros que apareció varado en La Concha no nos lo pudimos quedar porque era físicamente imposible exponerlo en el Aquarium», lamenta. Los metros se agotan. «Si apareciesen otras especies nos podríamos llegar a plantear el crear una osteoteca. Algo como lo que tiene Aranzadi con ejemplares prehistóricos y actuales, para sus análisis comparativos. Es un proyecto que está aparcado».

Ver fotos

Galería. El esqueleto está siendo bien tratado antes de su exposición. LOBO ALTUNA

Un proceso lento

Existen otras opciones más rápidas que los 18 años que se han necesitado para conseguir el esqueleto de la ballena. «Un manera que evita el enterramiento es el de trocear al animal y sumergirlo en nasas como con las que pescan cangrejos en el programa de TV 'Pesca Radical'. En meses, los cangrejos y los peces lo limpian». Trasladar este proceso a las aguas del Cantábrico es muy difícil. «No tenemos bahías protegidas o desahabitadas. Este sistema se hizo en Alaska donde hay muchas zonas idóneas. Tenemos incluso un manual adquirido de cómo se hizo allí por si lo aplicábamos con un cachalote que al final enterramos». La otra opción hoy en día es «llevarla a Andalucía, a la empresa de taxidermia, donde «lo procesarían como en una pescadería y lo limpiarían en unas piscinas especiales. Un proceso también más caro».

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El proyecto emergerá después de casi veinte años de hibernación. «Ha estado en un cajón y bajo tierra, pero siempre presente». Su puesta en marcha dependía «de la oportunidad y los presupuestos anuales. El montaje tenía un coste importante». Al igual que los rorcuales aliblancos en el mar, los grupos de personas involucrados con esta ballena «han sido pequeños, de dos o tres individuos, trabajando durante años». En breve, la podrán ver 'resoplar'.

Un cachalote de veinte metros y su 'espermaceti'

El Aquarium guarda otro cetáceo bajo tierra, enterrado por Ereñozu en 2011 tras quedar varado en la playa de Zarautz. «La sociedad AMBAR hizo una necropsia para detectar la causa de la muerte. Se sacaron muestras. Extrajimos grasa y la procesamos para hacer saín. También sacamos del craneo el 'espermaceti', una grasa blanquecina y densa, similar al esperma. De hecho, en inglés al cachalote se le llama 'sperm whale' (ballena de esperma). Este aceite tenía mucho valor en el siglo XVIII. Se usaba para hacer velas, lubricar y como base para perfumes. Tiene un olor agradable y es muy persistente. Los perfumes más caros se hacían con 'espermaceti'. Tras manipularlo, tuve el olor en las manos más de 48 horas».

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